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Futuros profesores de matemáticas en Chile:

Los peores de la clase

Es categórico. No se trata de percepciones o presentimientos, el estudio realizado por la Universidad de Michigan posiciona a Chile como el peor país donde se enseña a enseñar matemáticas. A pesar de esto, hay ejemplos que nos ayudan a no perder la esperanza.

Vivian Lavín

  Lunes 26 de abril 2010 19:36 hrs. 
reprobado

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Cuando aún no terminamos de caer en la cuenta de que uno de cada tres alumnos que ingresan a estudiar pedagogía en Chile no sabe interpretar un gráfico, y que al cabo de cinco años de educación, una vez que son licenciados o pedagogos, la proporción se mantiene, nos cae otro balde agua fría. Un estudio realizado por el Centro de Investigación para la Educación de  Matemáticas y Ciencias de la Universidad de Michigan, Estados Unidos, que busca saber qué está pasando con sus futuros profesores pero comparándolos con el resto del mundo, deja a los chilenos como a los peores de la clase.

Y no es una encuesta cualquiera. Se trata de los mismos investigadores que desarrollan la prueba TIMSS y que es una de las de mayor prestigio en estas materias y que además han generado otro instrumento de medición, el TIEDS-M, el primer estudio internacional focalizado en la preparación de los profesores de primer y segundo ciclo básico, es decir, los profesores que enseñarán a los niños que cursen desde el primero hasta el octavo básico.

Para ello seleccionaron a 16 países de todo el mundo: Estados Unidos, Alemania, Noruega, Polonia, Federación Rusa, España, Suiza, Taiwán, Singapur, Tailandia, Malasia, Botswana, Filipinas, Georgia, Omán y Chile.

Cuando el objetivo de este estudio persigue saber cómo están preparados los profesores, los cursos que toman y las experiencias que tienen para preparar sus clases y cuando se sabe que los chilenos fueron los que mostraron peores resultados, el escándalo cundió en la comunidad académica.

El director del Centro de Investigación Avanzada en Educación perteneciente a la Universidad de Chile, Roberto Araya, se mostró sorprendido, ya que “si bien  cierto sabemos que hay países que están más avanzados como Taiwán, Rusia o Alemania, pensábamos sin embargo, que estábamos mejor que Omán, Filipinas o Bostwana. En álgebra, por ejemplo, nuestros estudiantes sacaron un 19 por ciento lo que es casi al azar, contestaron al achunte, en tanto en Bostwana que sacaron un 36 por cierto, que ya es algo. Esta una señal de alerta respecto de cómo estamos enseñando a nuestros futuros profesores”.

El profesor del Centro de Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile, doctor de la Universidad de Wisconsin, Patricio Felmer realizó en 2008, junto a un grupo de investigadores, el estudio titulado “Oportunidades de adquirir el conocimiento pedagógico de la Matemática en las carreras de educación básica”. Ese trabajo que analizó a más de una docena de universidades chilenas, descubrió, entre otras cosas, que hay materias del currículum escolar que no están siendo enseñadas a quienes deben hacerlo luego en su práctica profesional.

Lo peor vino cuando sometió a un examen de conocimientos a alumnos de primer año y egresados de cuatro carreras de pedagogías y pudo constatar que no había diferencia, es decir, no habían aprendido nada respecto de sus temas en los cinco años de estudio. La vergüenza es que en uno de los casos, los de primer año superaban a los egresados.

Las excepciones

Sandra Abara es profesora de Matemáticas de la Escuela Ramón Ramírez Henríquez de Malalcahuello, a 120 kilómetros de Temuco. En un establecimiento muy precario ella ha logrado entusiasmar e introducir a los niños en el mundo de las matemáticas de manera ejemplar por lo que fue incluida en un libro titulado Lo mejor de nuestros profesores  de la periodista especializada en Educación de la Fundación Chile, Carmen Cecilia Díaz.

La profesora Abara tiene 40 años de ejercicio pedagógico y no puede dejar de sorprenderse con los resultados de este estudio.  “Es alarmante porque veo que los profesores hoy salen igual que hace 40 años, cuando yo empecé. No sólo eso. Las capacitaciones son lo mismo de antes y, al final, hay que trabajar con lo que uno cree que es lo mejor, como el Baldor y textos antiguazos que nos remontan a la época pitagórica”, cuenta la profesora Abara.

Esta realidad permite entender el enorme rechazo y temor que existe frente a la evaluación docente. Los profesores saben que no se saben. Sin embargo, cuesta entender que Chile, un país que acaba de ingresar a la Organización de los países más ricos y desarrollados del mundo como lo es la OCDE, ande por el mundo como aquél rey que fue convencido por un astuto sastre que su vestimenta era la más hermosa, cuando en verdad, andaba desnudo.

¿Qué es lo que no ha sucedido? ¿Qué tienen ellos que no tengamos nosotros? “Lo primero es que no hay cursos más profundos de contenidos para dominar bien la materia ni cursos de didáctica de la matemática. Es decir, se enseña pedagogía en general pero no pedagogía concreta, como por ejemplo, cómo enseñar a resolver ecuaciones, que es algo muy concreto y que en Taiwán tienen para ello muchos cursos”, explica el académico de la Universidad de Chile, Roberto Araya.

Combatiendo la matematofobia

Algo pasa en Chile respecto de las matemáticas y esto no tiene que ver sólo con los profesores del ramo. Basta hacer una pregunta al voleo y al preguntar quién es bueno para sacar cálculos en un grupo cualquiera y la realidad es que la respuesta es constante, “soy malo para las matemáticas”.

Según la profesora Sandra Abara lo que hemos creado a nivel de sociedad es una “matematofobia”, que nos tiene con una aversión sicológica casi física a los números y lo peor, que  la vamos heredando de padres a hijos sin poder hacer nada al respecto. Un sino aciago que nos hace caminar hacia el despeñadero sin poder evitarlo, aún cuando lo tengamos a la vista.

“Esto parte desde la formación porque siempre se pobretea al niño cuando enfrenta a las matemáticas. Lo mismo en la Universidad cuando el profesor condena a los alumnos cuando les dice que la nota siete es sólo para él. Esta matematofobia es una suerte de horror, alergia, aversión total por las matemáticas. Y cuando se habla con los padres dicen los mismo: Yo también era malo para las matemáticas. Por eso yo me metí con los juegos porque a través de ellos el chico va asimilando y aprende a su medida, su ritmo, busca estrategias, planifica. El problema es que la enseñanza no desarrolla hoy ni lógica ni el razonamiento como sí lo exigen las pruebas SIMCE y PSU”.

El ejemplo de la profesora Abara es notable ya que en un establecimiento quo de los Jinete ni siquiera cuenta con sala de computación introdujo al aula a unes de la Apocalipsis de la educación: los videojuegos, esos monstruos capaces de captar la atención de los adolescentes durante horas. No sólo eso, hoy está trabajando con los celulares de los niños instándolos a descubrir las figuras geométricas que revelan en su entorno con plantillas que les ha transmitido a los aparatos de sus alumnos.

Claramente, esto no lo aprendió Sandra ni en la Universidad ni en un curso de capacitación. Ella pertenece a profesores de excelencia que como señala el especialista inglés Michael Barber,“los mejores sistemas educacionales reclutan a personas que tienen excelentes calificaciones  académicas” pero además, determinadas “características personales que resultan cruciales para ser un buen profesor”.

Proyecto estrella

El proyecto metaforas.cl es un sitio web creado por el director del Centro de Investigación Avanzada en Educación perteneciente a la Universidad de Chile, Roberto Araya que consiste en entregar Estrategias y Herramientas para la Enseñanza de la Matemática Basadas en Metáforas. Ha sido una experiencia tremendamente exitosa, puesto que un estudio reciente con 240 estudiantes de diez colegios de diversas regiones y niveles socio-económicos del país, logró confirmar que estudiantes con notas inferiores a 5,1 en matemáticas lograron incluso alcanzar a sus otros compañeros que suelen obtener mejores calificaciones.

Además, los buenos alumnos que también usan el mecanismo de metáforas logran resultados aún mejores. Las metáforas responden a la necesidad de ayudar a comprender y a motivar a los escolares en el área de la Matemática. Es una manera de que puedan adquirir fácilmente los Contenidos Mínimos Obligatorios (CMO), que son los Números Naturales y el Cero, Sistema Posicional, Sumas y Restas, Números Negativos, Multiplicaciones y Divisiones, Fracciones y Porcentajes, Geometría, Estadísticas, Probabilidades, entre otros, permitiéndoles que descubran por sí mismos los resultados matemáticos sin darse cuenta de que están aprendiendo.

“La idea central es que la matemática es abstracta y las metáforas vienen a ser una suerte de andamiaje que prepara al alumno para este tipo de conocimiento. Lo que estamos haciendo es tomar ciertas ideas de países del Oriente que tienen todo perfectamente planificado para enseñar las matemáticas con ciertas estrategias y tecnología de punta y hoy, estamos haciendo torneos on line haciendo jugar a miles de niños de una vez, lo que los entretiene y les da un desafío. Además, estamos promoviendo cursos de capacitación a los profesores en esta línea”, cuenta el profesor Araya.

La gran pregunta es ¿qué están haciendo las autoridades frente a este panorama que pinta más negro que gris? Desde el ámbito gubernamental, el gobierno de Michelle Bachelet encargó a las Universidades de Chile y Católica la elaboración de estándares académicos para las carreras de pedagogía, es decir que establecieran los contenidos mínimos que el profesor debe manejar en las áreas de Matemáticas y Lenguaje para que el profesor sea un agente facilitador de los conocimientos que el niño debe adquirir.

Estos importantes datos fueron entregados a las nuevas autoridades, específicamente, al ministro de Educación Joaquín Lavín, sin embargo, aún no ha dado luz de qué va a hacer con ellos.

De este modo, todavía nos quedamos con el compás de espera, una actitud que contrasta con lo que la más grande pedagoga que haya conocido nuestro país y América Latina, la poeta y Premio Nobel de Literatura Gabriela Mistral señala: “Nosotros somos culpables de muchos errores y muchas faltas, pero nuestro peor crimen es el abandono de los niños negándoles la fuente de vida. Muchas de las cosas que nosotros necesitamos pueden esperar, los niños no pueden. Ahora es el momento, sus huesos están en formación, su sangre también lo está y sus sentidos se están desarrollando, a ellos nosotros no podemos contestarle mañana, su nombre es hoy. El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde”.

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