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Bicentenario: Fiesta para pocos

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Miércoles 5 de mayo 2010 17:31 hrs.


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Puede ser una afirmación demasiado personal, sin embargo, es difícil que alguien pueda negar lo extraños, anómalos que han sido los primeros meses de este año. Partiendo de la base que cada uno tiene en sí características particulares, el 2010 será recordado como el año del Terremoto, nos guste o no. Se suponía que sería el año del Bicentenario, sin embargo, la idea de una gran celebración por nuestros 200 años vida Republicana, se fue destiñendo a la hora de reasignar prioridades y, si es que en algún momento se quiso “tirar la casa por la ventana” para conmemorarlos, hoy sería una falta de respeto con quienes no tienen ni siquiera un techo firme donde dormir. La Comisión Bicentenario que empezó a prepararse desde hace varios años con este fin, no sin tropiezos en su gestión, terminó con un escándalo de proporciones ya que la nueva administración acusó haber recibido un organismo sin el dinero suficiente para enfrentar su razón de ser.

Este Bicentenario de la nación nos encuentra más bien desanimados, algo tensos, debido a que el descanso estival se esfumó desde el minuto en que la tierra empezó a sacudirnos a una intensidad de 8.8 grados Richter pero, sobre todo, nos encuentra desorientados. ¿Se ha preguntado de qué manera nuestra Patria y no me refiero sólo a las esferas gubernamentales, sino a todos, sociedad civil incluida, festejará estos 200 años?

En 1910, “las actividades de celebración del Centenario comenzaron a programarse desde comienzos del año. El primer paso consistió en la invitación de las delegaciones de los países amigos; la delegación argentina comprometió su asistencia encabezada por el Presidente de la República. Por otra parte, distintas obras públicas, que tenían como principal objeto embellecer las ciudades del país, fueron inauguradas el año del centenario, entre ellas el Palacio de Bellas Artes y la Estación Mapocho. También se inauguraron diversos monumentos conmemorativos, muchos de los cuales fueron donaciones de las colonias extranjeras en Chile.

Ese mismo año finalizaron los trabajos de instalación de sistemas de alcantarillado y fue encendido el nuevo alumbrado público de Santiago. Como parte de las celebraciones fue publicada una serie de documentos relacionados con los acontecimientos del 18 de septiembre de 1810, la Independencia, y con los principales aspectos de los cien años de historia nacional”, reza el sitio Memoria Chilena. Hace 100 años, sin embargo, también hubo importantes tensiones, como la muerte sucesiva de dos presidentes de la República en un marco de una importante crisis económica. Las mayores críticas de los historiadores dicen que para la celebración de los 100 años de vida independiente, los festejos se centraron en las clases más adineradas que podían hacer uso de estas grandes innovaciones en sus propios hogares, como lo es la luz eléctrica y el alcantarillado, y al mismo tiempo, disfrutar de elegantísimas fiestas en tonos afrancesados.

Hace unos días, se inauguraba la torre más alta de Sudamérica; en unos meses más se hará lo mismo con el Centro Cultural Gabriela Mistral…sin embargo, creo no equivocarme al afirmar que la verdadera fiesta que la mayoría de los chilenos está esperando es la del Mundial de Fútbol, donde esperan dar lo que ya se está denominando “una gran sorpresa”, que sacará a todo el mundo a las calles en un abrazo fraternal que no tendremos en septiembre, aunque se autorice el 20 como feriado nacional.

La pregunta es: ¿de qué nos enorgulleceremos en septiembre, de los resultados mundialeros o persistiremos en la sensación de que, una vez más, la fiesta fue sólo para algunos?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.