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Año XVI, 27 de julio de 2024


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Consumos urbanos desiguales=ciudades inviables

Columna de opinión por Julio Hurtado
Martes 22 de junio 2010 19:02 hrs.


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Una serie de hechos están ocurriendo en nuestras ciudades que denotan, por un lado,  la excesiva concentración de los beneficios urbanos (a nivel del primer mundo) y, por otro, una extendida situación de insuficiencias en los bienes y servicios urbanos.

Debemos reconocer que la experiencia histórica nos indica que las ideologías ultra igualitarias han fracasado. Esto ha sucedido desde el liberalismo jacobino, hasta el anarquismo libertario, pasando por los socialismos, utópico y científico. Este es un dato de la causa.

Aún más, hay potentes señales que demuestran que experiencias históricas que indudablemente han significado progreso,- tanto en lo que se refiere al crecimiento económico, como al desarrollo social y cultural-, han ido de la mano de controlados grados de desigualdad.

Por lo tanto, si es que pensamos en nuestras ciudades, es inviable plantearse un igualitarismo urbano. Pero, tampoco es viable tanta desigualdad en nuestro modelo de ciudad y de sociedad.

El tema central, entonces,  es el consumo desigual de bienes y servicios sociales y urbanos. Al plantear críticamente el tema de la desigualdad en el consumo de bienes y servicios que afecta a nuestras ciudades, no estamos promoviendo un igualitarismo urbano a ultranza, sino que pensamos que se deberían sentar las bases para lograr una igualdad de oportunidades, única manera para hacer viable cualquier modelo de desarrollo, en la ciudad y en la sociedad.

El problema de fondo está en el hecho que la sociedad permite, por no decir que fomenta, consumos excesivamente desiguales de transporte, vivienda, educación, recreación, seguridad y servicios urbanos en general.

Sin duda que aun estamos muy lejos de poner ese tema en la agenda del país. La clase política (salvo excepciones) es muy básica al respecto; la mayoría de los medios de comunicación están absolutamente cuadrados con el crecimiento económico, con el progreso material y con las grandes empresas,-inmobiliarias, constructoras, bancarias e importadoras de automóviles; y, estas empresas, aun están en una fase primaria de acumulación, en que la ganancia, la mas alta posible, hay que hacerla en el corto plazo, sin importar el deterioro ambiental, cultural, arquitectónico y urbano.

Pocos son los que piensan que de esta manera se esta matando la gallina de los huevos de oro. Por otro lado, la participación de la sociedad civil organizada, que podría constituir un gran instrumento de equilibrio y de cambio, está muy fragmentada. Es casi inexistente, y ha tenido actuaciones sin gran información previa, ha sido demasiado ideologizada, e incapaz de sumar a nuevos actores.

Es preocupante el nivel de presión social que se está acumulando en nuestras ciudades derivado del tan desigual consumo de bienes y servicios urbanos que caracterizan a toda nuestra sociedad y a todas nuestras ciudades.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.