Un G20 costoso y con pocos resultados
Todos los participantes destacaron la necesidad de una reactivación económica y de una reducción de los gastos públicos, pero no hubo acuerdo sobre la imposición financiera a los bancos que habían propuesto Gran Bretaña, Francia y Alemania. La cumbre del concluyó sin gran relieve, reafirmando grandes principios y pocos compromisos.
Radio Francia Internacional
Martes 29 de junio 2010 16:47 hrs.
El comunicado final de la cumbre subraya el objetivo de relanzar el crecimiento, como lo proponía Estados unidos pero sin aumentar el déficit público como lo subrayan los países europeos. Los países desarrollados se comprometen a reducir en 50% su déficit público de aquí a 2013. “La situación particular de cada país se tendrá en cuenta”, dice el comunicado, lo que significa que cada cual irá a su ritmo en esa política de rigor recomendada.
De la misma manera Nicolas Sarkozy y Angela Merkel no han conseguido convencer a los países del G20 para que adopten las tasas bancarias, con el objetivo de que los bancos contribuyan financieramente a cubrir el costo de la crisis que ellos mismos provocaron. Las tasas bancarias entrarán de todos modos en vigor en Gran Bretaña, Francia y Alemania.
Uno de los pocos resultados de esta cumbre del G20 ha sido la flexibilización de las tasas de cambio de los países emergentes, en particular China que ha aceptado por vez primera revaluar su divisa frente al dólar, lo que va a encarecer sus importaciones y abaratar sus exportaciones. Una enorme presión internacional ha obligado al gobierno chino a flexibilizar su mercado de cambio, para corregir aunque sea tímidamente el enorme desequilibrio entre el costo del trabajo en China, y en los países occidentales.
En consecuencia, mucho ruido y pocas nueces en este G8, seguido de un G20, que pretendía consolidar la economía mundial y que ha provocado en cambio una fuerte polémica sobre el costo de este tipo de cumbres internacionales. Se estima en 800 millones de euros el costo de funcionamiento de esas reuniones. El año próximo será Francia el país anfitrión, y para salir al paso de posibles ataques el presidente Nicolas Sarkozy anunció ya que su costo será diez veces inferior al de las cumbres de Toronto.
El comunicado final de la cumbre subraya el objetivo de relanzar el crecimiento, como lo proponía Estados unidos pero sin aumentar el déficit público como lo subrayan los países europeos. Los países desarrollados se comprometen a reducir en 50% su déficit público de aquí a 2013. “La situación particular de cada país se tendrá en cuenta”, dice el comunicado, lo que significa que cada cual irá a su ritmo en esa política de rigor recomendada.
De la misma manera Nicolas Sarkozy y Angela Merkel no han conseguido convencer a los países del G20 para que adopten las tasas bancarias, con el objetivo de que los bancos contribuyan financieramente a cubrir el costo de la crisis que ellos mismos provocaron. Las tasas bancarias entrarán de todos modos en vigor en Gran Bretaña, Francia y Alemania.
Uno de los pocos resultados de esta cumbre del G20 ha sido la flexibilización de las tasas de cambio de los países emergentes, en particular China que ha aceptado por vez primera revaluar su divisa frente al dólar, lo que va a encarecer sus importaciones y abaratar sus exportaciones. Una enorme presión internacional ha obligado al gobierno chino a flexibilizar su mercado de cambio, para corregir aunque sea tímidamente el enorme desequilibrio entre el costo del trabajo en China, y en los países occidentales.
En consecuencia, mucho ruido y pocas nueces en este G8, seguido de un G20, que pretendía consolidar la economía mundial y que ha provocado en cambio una fuerte polémica sobre el costo de este tipo de cumbres internacionales. Se estima en 800 millones de euros el costo de funcionamiento de esas reuniones. El año próximo será Francia el país anfitrión, y para salir al paso de posibles ataques el presidente Nicolas Sarkozy anunció ya que su costo será diez veces inferior al de las cumbres de Toronto.
El comunicado final de la cumbre subraya el objetivo de relanzar el crecimiento, como lo proponía Estados unidos pero sin aumentar el déficit público como lo subrayan los países europeos. Los países desarrollados se comprometen a reducir en 50% su déficit público de aquí a 2013. “La situación particular de cada país se tendrá en cuenta”, dice el comunicado, lo que significa que cada cual irá a su ritmo en esa política de rigor recomendada.
De la misma manera Nicolas Sarkozy y Angela Merkel no han conseguido convencer a los países del G20 para que adopten las tasas bancarias, con el objetivo de que los bancos contribuyan financieramente a cubrir el costo de la crisis que ellos mismos provocaron. Las tasas bancarias entrarán de todos modos en vigor en Gran Bretaña, Francia y Alemania.
Uno de los pocos resultados de esta cumbre del G20 ha sido la flexibilización de las tasas de cambio de los países emergentes, en particular China que ha aceptado por vez primera revaluar su divisa frente al dólar, lo que va a encarecer sus importaciones y abaratar sus exportaciones. Una enorme presión internacional ha obligado al gobierno chino a flexibilizar su mercado de cambio, para corregir aunque sea tímidamente el enorme desequilibrio entre el costo del trabajo en China, y en los países occidentales.
En consecuencia, mucho ruido y pocas nueces en este G8, seguido de un G20, que pretendía consolidar la economía mundial y que ha provocado en cambio una fuerte polémica sobre el costo de este tipo de cumbres internacionales. Se estima en 800 millones de euros el costo de funcionamiento de esas reuniones. El año próximo será Francia el país anfitrión, y para salir al paso de posibles ataques el presidente Nicolas Sarkozy anunció ya que su costo será diez veces inferior al de las cumbres de Toronto.
