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Cuba: ¿Fin de un episodio o comienzo de una etapa?

Columna de opinión por Hugo Mery
Viernes 9 de julio 2010 16:06 hrs.


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El anuncio de la liberación de 52 presos políticos cubanos beneficia a cada una de las partes involucradas en el diálogo que condujo a esta medida.

La diplomacia vaticana demostró una vez más su efectividad, después de larguísimos meses de negociaciones silenciosas en La Habana aprobadas en Roma. No sólo el cardenal Jaime Ortega, sino también el gobierno del socialista José Rodríguez Zapatero actuó de consuno con el secretario de Estado de la Santa Sede. Todo lo cual posibilitó la visita a la isla del canciller español Miguel Angel Moratinos, el lunes pasado, y que culminó con el espectacular anuncio del miércoles.

Madrid pudo así dar un paso efectivo ante los demás países miembros de la Unión Europea para que dejen luego sin efecto la Posición Común que adoptaron respecto de Cuba, a iniciativa del anterior gobierno de derecha de José María Aznar. Obviamente, la administración socialista se anota un triunfo frente a la oposición, convirtiendo más que nunca las relaciones cubano-españolas en un asunto de política interna.

También ganó el gobierno de Raúl Castro, el que – aunque aparece cediendo a la presión internacional- logra que ésta afloje, para concentrarse en su propia agenda política y económica. No es, por lo demás, la primera vez que La Habana libera a presos de conciencia y ahora tomó una serie de resguardos en procura de que la situación no se vuelva en su contra.

Aunque se dice que, en un primer momento, Raúl Castro intentó infructuosamente un canje con cinco agentes revolucionarios presos en los Estados Unidos, el solo hecho de ponerlo sobre la mesa homologó la situación de los cautivos en la isla con la de los que el régimen llama “luchadores antiterroristas”. De la negociación se apartó a aquellos que protagonizaron hechos violentos, que condujeron a muertes de civiles cubanos y daños infraestruturales. Paralelamente, las autoridades insistieron en el financiamiento por los Estados Unidos de las actividades de los disidentes, aun las más pacíficas, hecho que a estas alturas Washington no puede negar.

El control de daños incluyó también la “filtración” a la prensa oficial del inminente peligro de muerte del huelguista de hambre y sed, Guillermo Farías, y la publicación sin mayores comentarios de una foto del encuentro tripartito entre la iglesia, el gobierno y el canciller extranjero. Esto mientras los habitantes seguían con interés el partido Alemania-España. Raúl Castro y Moratinos hicieron lo propio en la residencia presidencial, prodigándose ambos un fuerte abrazo por el gol hispano.

Aunque los más politizados castristas y anticastristas expresen alguna decepción o cautela por los alcances de la liberación, lo cierto es que el sicólogo y periodista Fariñas depuso su prolongada, tozuda y valerosa protesta pacífica y que el precio de la vida del fallecido disidente Orlando Zapata cobró significado. Si cuando el canciller Moratinos llegó a la isla había menos presos de conciencia que antes, ahora con los anuncios de la Iglesia habrá menos aún. Esto es más que un episodio. Que inaugure una nueva era es algo que está por verse.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.