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Año XVI, 25 de abril de 2024


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Revolución educacional de Lavín: A años luz del ejemplo finlandés

En las últimas semanas, el ministerio de Educación ha anunciado las medidas que tomará el Gobierno para enfrentar otra de las crisis que vive nuestro país: el sistema educacional. Dentro de las propuestas se nombra “la ruta de Finlandia”, pero lo cierto es que la reformulación que hizo el país del norte está bastante lejos a la idea de entregar semáforos de los colegios o a profundizar las mediciones como el Simce.

Diana Porras

  Miércoles 14 de julio 2010 19:13 hrs. 
estudiantes chilenos

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El pasado martes 13 de julio el ministro de Educación, Joaquín Lavín, expuso en el Foro Icare “La Buena Educación” las medidas que cree el Gobierno servirán para mejorar la enseñanza pública. Entre ellas, Lavín hizo referencia a los cambios que se deben realizar para optimizar la labor de los profesores y, en ese marco, concluyó que se debe elegir a los docentes “entre los mejores egresados de la enseñanza media” siguiendo el ejemplo de Finlandia.

Pero estas palabras evidencian un vacío en el discurso de la autoridad. El debate que se está dando en Chile sobre cómo alcanzar una verdadera calidad en la educación está muy lejos de lo que se discutió en el país europeo hace más de 10 años.

El llamado “milagro finlandés” es reflejado en los diversos informes internacionales que evalúan positivamente a sus estudiantes. Para llegar a su actual situación, ese país realizó reformas en muchos sentidos. Algunos de los objetivos de la educación finlandesa son garantizar a todos los niños y jóvenes posibilidades igualitarias de educación básica independientemente de su posición social, sexo y etnicidad; la enseñanza es gratuita y todos los alumnos reciben beneficios sociales, como las comidas en la escuela, el transporte escolar y servicios integrales de bienestar; y los maestros tienen título de licenciados.

La selección que quiere realizar el actual ministerio de Educación sobre quienes ingresen a estudiar pedagogía es sólo un primer paso. En Finlandia tienen una gran estima por la profesión docente, y el programa de formación de maestros puede admitir cada año sólo a una pequeña porción de los solicitantes y la carrera se imparte en once universidades. Además, es el gobierno el que garantiza la suficiente educación y capacitación de los docentes.

Lavín llamó también a reformar lo que sucede en los establecimientos educacionales y las salas de clases.  El jefe de bancada de los diputados del Partido Radical Socialdemócrata, Marcos Espinosa, dijo que “no es justo que las subvenciones que pretende entregar el Gobierno se hagan de acuerdo a los resultados obtenidos por los establecimientos educacionales, precisamente por las diferencias que todos sabemos que existen a lo largo del país en cuanto infraestructura, niveles sociales y entrega de programas educacionales”. La idea del gobierno poco y nada tiene que ver con asignar recursos, por ejemplo, para reforzar la orientación de los escolares y la enseñanza especial, o para poder reducir los grupos de alumnos en cada una de las aulas, éstas últimas iniciativas son pilares de la reforma finlandesa.

Juan Eduardo García Huidobro, el ex presidente del Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación, manifestó que “cuando uno trata de explicar los éxitos educativos de Finlandia hay muchas cosas que están influyendo y no sólo los profesores. Vale decir, lo que más influye, seamos honestos, hace más de dos siglos todos los finlandeses leen y escriben y nosotros hemos cumplido esa meta recién hace dos décadas. Son países distintos, es el más igualitario del mundo y con las menores diferencias sociales”. Muchos han advertido que si no corregimos la amplia brecha socioeconómica de nuestra sociedad, más difícil será el camino de alcanzar la calidad a la que todos aspiran hoy.

La propuesta del Ejecutivo está muy lejos de los objetivos del Gobierno finlandés: alta calidad de la educación y las titulaciones, garantizar la disponibilidad de mano de obra calificada y el desarrollo de las universidades y de las escuelas superiores profesionales.

Para Jaime Gajardo, presidente del Colegio del Profesores, lo que propuso el ministro “no es una revolución, es una involución”.

“Es un camino equivocado. No nos podemos seguir comparando con Francia o Finlandia porque puede ser que en esos países resulte, pero aquí estamos en Chile. Hay que conocer más detalles, por ejemplo, en Finlandia para instalar un colegio particular subvencionado se requieren muchas condiciones, no como acá que prácticamente hay manga ancha para los sostenedores. Hay una serie de diferencias y se fija (la autoridad) en una parte, pero no en el todo”, aseguró el titular del magisterio.

La educación universitaria no queda afuera de este análisis. Mientras en Chile los rectores de las universidades públicas solicitan un “nuevo trato”, en Finlandia existen las universidades y las escuelas superiores profesionales y las veinte universidades pertenecen al Estado, que aporta la mayor parte del financiamiento, aunque son muy autónomas en su funcionamiento.

Las diferencias con el “ejemplo finlandés” son tantas, que las intenciones del actual ministerio de Educación quedan en el aire. Como un simple sueño, que es posible de realizar en tierras lejanas, quedan las aspiraciones de tener una formación profesional de grado básico que contemple cien oficios para nuestros jóvenes. Parece que los principales actores aún no logran tener una visión de Estado en esta materia, y no sólo del plazo que tienen los gobiernos.

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