Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Los intelectuales


Lunes 9 de agosto 2010 12:28 hrs.


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¿Hasta cuándo seguimos leyendo reportes de lo deplorable de la situación en Chile en relación a interminables actos de discriminación? Cada día se suceden, en las páginas de diarios y publicaciones que no se cuadran con el monopolio informativo (otra situación que hace llorar), informes, artículos, noticias, en fin, que nos cuentan de tal o cual atropello a los derechos de las personas, punto. La situación es tal que ni siquiera los principales medios de comunicación (léase medios pro status quo) se pueden abstraer de comentar los informes de encuestas Casen o demases, medios a los cuales nada les interesa más que esconder y tergiversar estas escandalosas realidades, a menos que de ellas puedan sacar provecho para desprestigiar a sus ‘enemigos’ y así cumplir con esa labor que llaman política.

Los intelectuales, grupo humano que gusta pensar de sí mismo como progresista, pro causas humanitarias, de izquierda, en fin, nada hace más que describir una situación que no se demoran en calificar de inhumana e ilegal, y consideran que con esta actividad han contribuido con su grano de arena a ‘la causa’, lo que sea que entiendan por esto. Sociólogos, ingenieros, abogados, etc, los intelectuales chilenos han reducido su rol al de periodistas (en el mejor de los casos, y sin desmedro de aquellos periodistas que aun cuentan con principios), relatores, descriptores, que limitan su rol y sus aptitudes a contar la historia de sus compatriotas como si se tratara de la historia de otros, de extranjeros, descansando en la idea de que ‘alguien debe hacer algo’ con la información que exponemos, información que muchas veces se limita a entrevistas que no requieren ningún esfuerzo de su parte, excepto hablar.

Me atrevo a afirmar, aunque basado nada más que en la memoria, que en la mayoría de los informes que se pueden leer en estos medios independientes se cita al menos una organización, asociación, grupo de personas, que se opone o ha rechazado en repetidas ocasiones la situación de la cual están siendo víctimas, cualquiera sea esta circunstancia. Si el ‘bajo pueblo’ (a los ojos de la inteligencia criolla) desde ya hace tiempo demuestra que cumple con su responsabilidad de organizarse y oponerse a la injusticia (actividad inherente al ser humano que desde siempre se ha manifestado con mayor fuerza entre los que menos tienen), ¿Cuánto más hace falta para que arquitectos, planificadores, sicólogos y todos  aquellos que se limitan a la taxonomía social, hagan su tarea y, dejando sus egos de lado, organicen a estos grupos, desarrollen y propongan una alternativa social y política acorde a sus aptitudes y capacidades? ¿Cuán difícil es esto?

La clase intelectual dentro de cualquier grupo humano es, por definición, modesta. Su número reducido debiera ser un factor que juega a su favor pues siempre es más fácil arrear a una familia que una manada, más aun considerando las oportunidades de comunicación que ofrece la tecnología actual. Cualquier otro resultado o realidad es sinónimo de pereza intelectual. O de ausencia de verdaderos intelectuales.