Simbólica y patrimonialmente, la sociedad chilena ha reconocido el importante aporte que, a lo menos, desde comienzos del siglo XX, han realizado los trabajadores organizados al desarrollo económico, a la conformación social y a la construcción democrática del país.
Es por esta razón que el Estado le otorgó a nuestra principal organización sindical, la CUT, un digno, respetable y bello palacio para que dicha organización realice con dignidad sus importantes labores en defensa y de promoción de los trabajadores chilenos.
Este hecho, aunque modesto e insuficiente, al menos formalmente, dignifica y pone en su justa dimensión e importancia a las organizaciones sindicales. Es un hecho simbólico, pero muy válido y legítimo, lleno de significado republicano, democrático, cultural y urbano.
Es por eso que causa sorpresa y estupor el anuncio que se ha hecho en el sentido que la CUT está resuelta a deshacerse de este bello y simbólico palacio para emprender un negocio inmobiliario.
Creo que es legítimo preguntarse si esta organización necesita reforzar sus arcas; o si necesita más espacio; o simplemente es que la principal central sindical chilena está ampliando su giro, aunque sea puntualmente, al mundo de los negocios inmobiliarios.
Si fuera que la CUT tiene necesidad de mayores recursos financieros o de mayor espacio, creo que hay otras maneras de mejorar estas posibles carencias, sin deshacerse, ni destruir físicamente un elemento patrimonial de Santiago, que nuestra sociedad le ha otorgado a esa central sindical, como reconocimiento a su trayectoria histórica. Es como el soldado empobrecido que vende sus medallas.
Incluso, más allá de lo puramente simbólico, es una intención muy discutible el hecho de querer hacer negocios a costa de una donación de toda la sociedad chilena, por muy urgentes que sean sus motivos.
En esta situación, la CUT, simbólicamente, corre el peligro de comportarse de la misma manera y con la misma lógica que sus contrapartes patronales. Es mejor ni pensar que pasaría en un supuesto conflicto con los trabajadores de esa hipotética construcción. ¿De qué lado estaría la CUT? ¿En el de la defensa de los derechos laborales de los trabajadores o el de la defensa de sus nuevos intereses inmobiliarios?
Creo que la sociedad chilena no reconoce suficientemente al mundo sindical. Tenemos una deuda al respecto. Pero, también creo que es muy discutible que la CUT dilapide en un negocio inmobiliario un elemento patrimonial de la ciudad, que la sociedad en su conjunto le otorgó en reconocimiento a sus históricos aportes al desarrollo democrático y social del país.