El Presidente Piñera señalaba que después del rescate de los mineros Chile no era el mismo. Daba a entender con esto que un país unido con objetivos comunes, textualmente, puede mover montañas.
Estos momentos de euforia solidaria hay que aprovecharlos para que las políticas públicas reflejen exactamente el ánimo país. En el caso de salud, a mi juicio, significa avanzar en equidad, terminando con la odiosa diferencia entre Fonasa e Isapre, constituyendo un fondo nacional solidario en salud, administrado independientemente del gobierno de turno con un directorio equilibrado políticamente como Televisión Nacional o el Banco Central.
Ese Fondo que recogería el aporte de todos los 7% y el aporte fiscal que se hace por quienes no cotizan, se encargaría de distribuir recursos en función de las necesidades y fragilidades de la población.
Esto ya se hace en muchas partes del mundo. El caso chileno es un lunar de discriminación e inequidad.
La discusión es quién administra esos fondos. Compañías aseguradoras equivalentes a las Isapre como las EPS colombianas o redes de atención que cuidan la salud de quienes se afilian a ellas como los Trust ingleses.
La diferencia es muy grande. En la experiencia chilena las Isapre jamás se han preocupado de la salud de sus afiliados; sí se han preocupado de subir la prima cada vez que pueden y ojalá expulsar a quien les genera mucho gasto. En la experiencia colombiana las EPS hacen convenios con centros de salud que cambian de acuerdo a los precios del mercado, haciendo imposible la prevención y el seguimiento.
Entregarle el dinero a una red de atención tiene importantes ventajas. Se pueden poner condiciones de calidad a la red. Que existan médicos familiares; que se implementen todas las medidas preventivas necesarias; que puedan anticiparse complicaciones a través de un buen contacto con las familias y que si alguien se enferma tenga asegurado un tratamiento oportuno, de la complejidad necesaria, además del seguimiento y el cuidado. Esa red estará genuinamente interesada en la salud de las personas. Las personas podrán afiliarse a la red que les parezca, con obligación de recibirlas y se comprometerán a permanecer al menos un año en ese sistema de atención.
Probablemente lo más salomónico sea ofrecer la posibilidad de afiliarse a seguros tipo Isapre o a redes de atención integral. Los resultados de esa alternativa indicarán en quién confían más los chilenos y chilenas.
Seguros o redes de atención: esa es la cuestión.