Muéstrese en público cordial,
atento, considerado,
cortés, cumplido, educado,
solícito y servicial.
Y cuando la cague, haga el favor
de engalanar la boñiga.
Que, admirado, el mundo diga
¡Qué lindo caga el señor!
(Lecciones de Urbanidad, Joan Manuel Serrat)
Hace ya casi cuarenta años se destruyó la libertad en nombre de la libertad y se usaron los símbolos patrios para justificar la persecución de compatriotas. Hace veinte años comenzó un proceso parecido cuando en nombre de la recuperación de la democracia se aniquiló a la prensa libre que fuera pilar de esa potencial recuperación y comenzó un discurso político que terminó por instalar de manera casi irreversible los principios derechistas en la educación pública, la salud colectiva y las pensiones. Y todo eso en nombre de la defensa de la educación, la salud y la previsión para todos. Se maximizó así la distancia entre lo dicho y lo hecho. El masivo apoyo en las urnas a los conglomerados políticos que impusieron esta forma de gobernar es, en su sentido más riguroso, el mayor triunfo ideológico de la derecha en los últimos cien años, pues el imperio del gato por liebre ha sido apoyado incluso por quienes han sido objetivamente perjudicados.
Luego de tantos años podríamos estar acostumbrándonos a escuchar una cosa y ver que se hace otra. Afortunadamente siempre hay factores que dificultan la tarea de nuestros dirigentes y que nos pueden servir para seguir alertas: la educación, el barrio, la familia y la ubicación de cada uno en la así llamada escala social van creando reflejos condicionados que no siempre es posible ocultar. Así, cuando nuestro Presidente escribe en el libro de visitas de la presidencia germana “Detschland über alles” (Alemania sobre todos), no se trata de un error; es simplemente un resultado del ambiente en el cual se educó. Parecido a la frase de aquella alcaldesa nominada durante la dictadura que presentaba la violación “por un negro” como lo peor que podría pasar a una mujer. Y, hablando de racistas, fíjese en aquellos que hablan de “hebreos” o “gente de color” cuando se refieren a judíos o negros, o que sostienen que unos son todos muy inteligentes y grandes deportistas todos los otros. Desconfíe de tan tajantes “alabanzas”.
Si hacemos un pequeño esfuerzo intelectual manteniendo bien abiertos los ojos y oídos, seremos capaces de detectar todos estos felinos que pretenden hacer pasar por conejitos. Así iremos entendiendo que cuando hablan de emprendedores no se refieren a los que emprenden o a los creativos sino a los atropelladores que se apropian del trabajo y de la creación ajena; o que cuando hablan de flexibilidad laboral no quieren decir trabajo cuando uno quiera sino que nos pueden despedir en cualquier momento. Es sano y necesario mantener la rigurosidad en esto de los nombres y las acciones si queremos encontrar el Bello Sino.