El poder arrasa

  • 05-11-2010

Para los que aún tenían dudas, yo espero que les haya quedado claro. El poder y la democracia son cosas diferentes. Ésta es un camino del que se puede servir aquel. Igual como utilizaría otros, casi todos camuflados para ocultarse y embaucar a los incautos que son los que le permiten ser ejercido de manera discrecional.

Lo que acaba de pasar en la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) es una muestra más. Y no es algo nuevo.  Es lo que tenía que llegar de la mano de las sociedades anónimas que se enseñorean hoy en los clubes de fútbol. Pero, claro, esta vez tuvo más repercusiones.  Finalmente, en la elección del presidente de la ANFP estaba en juego un personaje carismático. El entrenador de la selección nacional, Marcelo Bielsa, cuenta con apoyo abrumador entre los hinchas.  Y su permanencia en ese cargo dependía de que los comicios los ganara Harold Mayne Nicholls. Y éste perdió ante el empresario español Jorge Segovia, actual dueño de los Colegios y la Universidad Internacional SEK (San Estanislao de Koska) y de la Club de Fútbol Unión Española (UE).

Segovia (48) es un recién llegado al negocio del fútbol.  Lo hizo apenas en el 2008, cuando compró la Unión en una cifra cercana a los US$ 5 millones. Esta es la cantidad declarada, cuestión que no asegura sea la verdadera. La doble contabilidad y contratos fraudulentos con los futbolistas son de uso corriente en el rubro. En la educación, Segovia lleva más tiempo.  En 1982 creó el Colegio SEK y en 1989 la Universidad de igual nombre. La misma que, en una llamativa coincidencia, el día antes de la elección se encargó de consagrar como Doctor Honoris Causa al Contralor General de la República, Ramiro Mendoza. Hoy el Estadio de la UE lleva por nombre el de la Universidad SEK. Una denominación que ha generado problemas judiciales en España.  Jorge Segovia intentó crear una filial de la universidad en su país natal.  Se enfrentó con su padre, Felipe Segovia Olmo, por el dominio de la marca. Las relaciones aún siguen cortadas, aseguran cercanos al empresario.

En otras circunstancias, tal vez la elección del fútbol habría pasado sin alboroto. Pero ahora estaba el juego algo que va más allá del negocio, y que el poder no considera.  Como lo dijo Segovia cuando fue consultado por el sentir de la gente y el respaldo abrumador que entre ella tenía Mayne Nicholls. “Los hinchas no votan”, fue su respuesta tajante. Lo que llevó a Bielsa a sostener que esa era una posición fascista.  Coincidamos que, al menos, de democrática tiene nada.  Finalmente, los aficionados al fútbol son los que le dan vida al deporte…….al negocio. Pero parece que como en otras tantas actividades, el consumidor aquí tampoco tiene derecho a manifestarse, sólo debe comprar.

El tema ha superado las fronteras nacionales.  La extensa conferencia de prensa que ofreció Bielsa la noche del miércoles, golpeó en las redacciones de diversos medios internacionales. Aparte del reconocimiento con que cuenta el técnico a nivel global, abordó temas que van mucho más allá de lo meramente futbolístico.  Apuntó directamente al campo valórico.  Y dejó al descubierto una situación que la sociedad chilena ha soslayado reiteradamente. El tratamiento que le da el poder económico a la gente ha transformado a ésta de ciudadano en mero consumidor.  De allí que no cuenta con voz para hacer escuchar sus opiniones en cuestiones que le atañen directamente.

La idea que impulsaba Mayne Nicholls iba bastante más allá de lo que los empresarios podían permitir. Aspiraba a transformar el lucrativo Canal del Fútbol (CDF) en una herramienta para desarrollar el deporte. Y eso atentaba contra el poder de los más fuertes.  Entre ellos los tres clubes grandes de la liga chilena: Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, todos propulsores de la candidatura de Segovia.

Además, existe el convencimiento de que detrás de esta postulación estaba la mano del gobierno. El presidente Piñera es accionista de Colo Colo. Tal vez por eso, el ministro de Interior, Rodrigo Hinzpeter, se sintió en la necesidad de descalificar a Bielsa, acusándolo de intervencionismo por la conferencia que ofreció el miércoles. Curioso que el jefe del Gabinete se preocupe de problemas futboleros.

El episodio ha dejado varios sabores amargos.  El más tangible es la partida de Bielsa.  Pero hay otros.  La caída del fútbol en las manos de quienes manejan el poder económico ha significado cambios relevantes. Las entradas impiden hoy que sea un espectáculo masivo y popular. Los estadios de Colo Colo y Universidad Católica ya comienzan a mostrar efectos sociales discriminatorios. En el del primero, las galerías se achican para dar paso a nuevas aposentadurías VIP.  Y lo que era el alero de un club popular se ha transformado en un sitio en el que personajes adinerados van a cuidar su inversión.  En el recinto católico, los partidos de alta convocatoria nunca se han podido realizar.  En ambas instituciones, la explicación es que las medidas se adoptan para evitar desmanes.

Tal vez, con esto el fútbol finalmente sólo pueda verse por la TV. El negocio seguirá pingüe, pero la pasión habrá sido envasada.  Tal como el poder necesita que la ciudadanía se encuentre. Sometida por el miedo y con espacio restringido para manifestarse.

Es como para creer en la eficiencia del “Hazlo a la chilena”.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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