Las ciudades están hechas de detalles, a veces inadvertidos y que, casi siempre, cuesta relacionarlos con el desarrollo de las urbes. Es así como en Santiago están sucediendo cosas preocupantes, invisibles o invisibilizadas, que atentan contra la calidad de vida de nuestra ciudad y sus habitantes.

Hace ya varias semanas que trabajadores de una de las tres grandes cadenas de farmacias (aquellas que se coludieron para subir los precios) están en huelga, debido a las vergonzosas condiciones contractuales y salariales que tienen. Sin embargo, este hecho ha sido sistemáticamente silenciado por los medios de comunicación. Esta anómala situación, afecta a una dimensión fundamental de la calidad de vida  en nuestra ciudad y sociedad, como lo es el derecho a la información.

Sin duda que las explicaciones a este inmoral silenciamiento hay que buscarlas en el hecho que dicha cadena de farmacias es uno de los principales anunciadores en los principales medios de comunicación.

¿Puede una empresa condicionar la libertad de prensa? ¿No hay un reparo ético-profesional del comportamiento de los encargados periodísticos de dichos medios? Mientras tanto, la sociedad y la ciudad no se enteran de lo que sucede en su interior.

Un segundo “detalle urbano” que también casi pasa desapercibido es que se eliminará la versión impresa del diario “La Nación”. Lo anterior no puede ser sino un duro golpe, si tenemos en cuenta que este medio escrito podría ser un medio independiente que informara lo que otros medios, los principales, por falta de principios y por derecha corrupción no informan. ¿Acaso no es un deber del Estado, por su rol subsidiario, asegurar la libre circulación de ideas?

Sin duda, que la ciudad se verá afectada con la desaparición del diario “La Nación”, debido a que las portadas de los periódicos y su variedad constituyen un aporte urbano, que realza el acto  cotidiano de la lectura de titulares frente a los kioscos.

Las principales manifestaciones del fútbol constituyen también un hecho urbano. Contienen el entretenimiento y la pasión de la gran mayoría de los ciudadanos, y también la violencia y frustración.

Los últimos acontecimientos en el fútbol profesional refleja lo que sucede en Santiago, ciudad segregada por antonomasia. Por un lado, los dueños del negocio (accionistas mayoritarios de los clubes que a su vez son los dueños de las empresas, de los medios de comunicación, de los colegios, de las universidades y un largo etcétera), y por otro lado, la gente, los hinchas, que con sus ilusiones y adhesión financian ese prospero y oscuro negocio.

En la última elección de la ANFP quedó registrada, tal como lo sostuvo un parlamentario, la huella del más alto nivel del poder político, que posee la propiedad en clubes de fútbol. Es así que se elimina de un plumazo una gestión institucional y deportiva que constituía uno de los pocos elementos que aunaban voluntades y apoyo en nuestra sociedad.

Creemos firmemente que después de estos acontecimientos, nuestra ciudad y nuestra sociedad es menos bella, acogedora, entusiasta y democrática.