El Retorno del Impuesto Tobin

  • 11-11-2010

El impuesto a las transacciones financieras, sugerido en los años 70 por el economista James Tobin y que ha sido rechazado durante décadas por las burocracias políticas y económicas, ha dado un importante giro. Como se sabe, la propuesta consiste en un tributo  especial sobre cada una de las transacciones financieras especulativas, en operaciones de cambio de divisas.

Un impuesto sobre estas transacciones financieras ayudaría a cubrir costos de la crisis y a reducir el enorme déficit en que han incurrido los gobiernos para enfrentarla, eliminando la necesidad de enormes recortes al gasto público. Este es el aspecto más relevante del impuesto Tobin, pues permitiría dar un giro hacia la recuperación de los equilibrios deteriorados por la crisis.

Una de las manifestaciones de estos desequilibrios es que el gran sector financiero y principal responsable del actual colapso sistémico, ha sido, como hemos visto, el gran beneficiado de la crisis. Este mes, los banqueros de Wall Street se repartirán 144 mil millones de dólares, varias veces los recortes presupuestarios de algunas comunidades europeas y casi un 20% del nuevo apoyo de la FED a la economía norteamericana, de 600 mil millones de dólares.

Resulta escandaloso que mientras los gobiernos de todo el mundo se embarcan en drásticos planes de austeridad y cunde el desempleo en Estados Unidos y Europa, alcanzando ya en el mundo a un total de 210 millones, según últimas cifras de la OIT, un puñado de banqueros se reparta los beneficios generados por el propio caos que crearon.

Un leve impuesto del 0,05% sobre las transacciones financieras especulativas permitiría generar recursos suficientes para actuar contracíclicamente frente a los complicados efectos de los capitales golondrinas que buscan diferencias de precios de divisas y tasas de interés y que han desatado los colapsos de Islandia o Grecia. Chile, sin ir más lejos, se encuentra enfrentado a este mismo problema, pues junto a la especulación con el cobre y el oro, son sus diferencias de tasas internas con las de, por ejemplo, Estados Unidos y Brasil, las que explican buena parte del bajo tipo de cambio actual.

La organización The Robin Hood Tax y las ONG Amigos de la Tierra y ActionAid, entre otros, han logrado el apoyo de 183 organizaciones de 42 países para pedir a los líderes del G-20 que se reunirán en Corea del Sur este fin de semana, que impongan este tributo sobre las transacciones financieras para ayudar a cubrir los costos de la crisis y apoyar a las naciones que se han visto más afectadas por ella.  Un impuesto a estas transacciones, estiman sus impulsores, pondría un freno a la especulación que ha condenado a la ruina a varios países europeos, evitaría la dependencia de la financiación de ultra corto plazo y ayudaría a morigerar crisis futuras.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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