La asociación entre tiempo y espacio tiene muchos vericuetos interesantes. La noción más familiar se manifiesta a través de la relación directa entre distancia y demora; para llegar a la pega o al colegio en la mañana usted debe salir de su casa a una hora que depende de la distancia desde el hogar al destino. Mientras más lejos, más demora. Tras ese raciocinio está la idea de velocidad, es decir, del espacio que se cubre en una unidad de tiempo. Así, distancia es velocidad por tiempo. Lo curioso es que esa relación es asimétrica, pues puede transcurrir el tiempo sin que usted se desplace (velocidad cero), pero no puede desplazarse sin que pase algún tiempo, por rápido que se mueva. Es decir, hay tiempo sin distancia pero no distancia sin tiempo. Vamos ahora por otro lado.
En el viejo continente amanece más temprano que en Chile; seis horas en esta época del año. Combinando este interesante fenómeno con la posibilidad de escuchar en línea nuestra emisora por internet, puedo oír en Europa el noticiario de las 7 AM a la una de la tarde. Y si quiero escuchar Bello Sino debo quedarme despierto hasta las dos de la mañana del día jueves. Con esta nueva mirada la relación entre tiempo (seis horas) y distancia (más de 10.000 kilómetros) adquiere otra dimensión que tiene que ver con el movimiento relativo de la tierra con respecto al sol. Es decir, aunque el vuelo que sale de Santiago a las 7 PM toma unas 13 horas a Madrid, no llegamos a las 8 AM sino a las dos de la tarde pues hemos volado en el sentido de la rotación de la tierra. Pero esto no ocurriría si volásemos la misma distancia hacia el norte terrestre, pues las trece horas de vuelo coincidirían con el avance del tiempo en nuestro reloj. El cruce de uno o más usos horarios al volar en sentido este-oeste genera una discrepancia entre el ritmo biológico del tiempo – comandado por el ciclo sueño-vigilia en el lugar de origen del viaje – y el ritmo social en el lugar de destino, con funestas consecuencias iniciales cuando debemos levantarnos la mañana siguiente a una hora en la que en Chile estamos recién quedándonos dormidos. Lo terrible es que la discrepancia entre ambos tiempos provoca durante un período problemas de memoria, cansancio y pérdida de reflejos, entre otras cosas. Este efecto es conocido como el jet lag, termino en inglés que alude al avión (jet) y al desfase en el intervalo de tiempo (lag). Cuando lo experimentamos, es importante que nuestros anfitriones lo sepan para disponer de una excusa relativamente sólida para las potenciales estupideces que podamos decir o hacer durante los primeros días en nuestro destino.
Como lo anterior también ocurre al retornar al terruño, aquí tiene usted una clave para saber cuándo estoy regresando de un viaje largo hacia el este o el oeste. Simplemente debe atender a la incoherencia de mis frases, a lo poco imaginativo de mis comentarios o al tono cansado de mi voz en el programa. Claro que, por otra parte, la mirada atenta a otras realidades siempre me ha ayudado a descubrir señales interesantes para la búsqueda del Bello Sino o buena música para buscarlo alegremente. Es decir, gano experiencia y pierdo coherencia (momentáneamente). La nueva paradoja de la sabiduría desatinada. Tal vez es lo que necesitamos.