Emergentes y recesión

  • 16-09-2011

Durante la semana la incertidumbre mundial se mantuvo y las bolsas mundiales registraron nuevas caídas netas. Las plazas europeas acumularon uno de sus mayores retrocesos desde marzo de 2009 ante el temor de default en Grecia, eventual contagio de España e Italia reconocido por el FMI y recorte de clasificación de Moody’s a las acciones de principales bancos franceses. Por otro lado, a la caída de los futuros en Estados Unidos se sumaron bajas en Wall Street a contar del martes, tras el feriado del “Día del Trabajo”, para seguir un comportamiento de serrucho que afectó también a la bolsa chilena.

Como hemos dicho, las amenazas a los mercados provienen de las tensiones políticas en Alemania y un ajuste a la baja de las acciones de relevantes bancos franceses, que han perdido casi un tercio de su valor. Obviamente también del estancamiento económico de EEUU, que no repunta, no obstante los anuncios del Presidente Obama de inyectar más de 440 mil millones de dólares para crear empleo y los desacuerdos en Europa sobre el plan de rescate para las naciones más endeudadas. Y para quienes aún tienen confianza en que China será la locomotora, mejor mirar hacia otro lado, tras el anuncio de que ralentizará su economía para enfrentar su propia inflación y burbuja inmobiliaria, donde ya muestra un stock de viviendas sin vender que alcanza a ¡64 millones de departamentos vacíos! Todos datos que auguran que, a pesar de todo, vamos hacia una nueva recesión.

En efecto, la perspectiva de una recaída parece cada vez más presente y extendida.  La directora del FMI, Christine Lagarde, ha reconocido que los gobiernos se están quedando sin margen de maniobra. En EEUU, las cifras de empleo revelaron que por primera vez desde 1945 la economía no creó ningún puesto de trabajo y, en Grecia, sus autoridades dijeron que les queda liquidez para pagar sueldos y compromisos hasta octubre y que difícilmente cumplirán las metas de déficit en 2011, anulando el crecimiento del próximo año. El Wall Street Journal, en tanto, espera un impago de Grecia para marzo.

Pero, además, la crisis de deuda griega está contagiando a España e Italia. El Premier Berlusconi comprometió un recorte del gasto fiscal a cambio de que el Central Europeo aceptara comprar deuda italiana, pero debido a la oposición de sus socios, echó pie atrás. Como consecuencia, los intereses de los bonos italianos subieron, empeorando la credibilidad del crédito italiano. Y para completar el cuadro como ya dijéramos, Josef Ackerman, director ejecutivo de Deutsche Bank, advirtió que muchos bancos europeos no podrían hacer sus reservas si la exposición a la deuda soberana que mantienen se contabilizara a precios de mercado.

Pero no todo son malas noticias. La semana pasada decíamos que las autoridades en EEUU demandarían a 17 bancos en el mundo por US$ 196 mil millones, por estafa contra sus financieras hipotecarias estatales Fannie Mae y Freddie Mac sobre la fortaleza de valores respaldados con garantías hipotecarias. No obstante, los fiscales federales están negociando un acuerdo con dichos bancos que limitaría sus obligaciones, a cambio de un pago multimillonario. Mientras, los países BRIC, Brasil, Rusia, India y China, han afirmado que estarían dispuestos a comprar deuda europea, si es avalada por los países más sólidos de la eurozona. Pero para aquello se requiere de la venía alemana, cuyos ciudadanos han demostrado en seis elecciones no estar dispuestos a seguir bancando a sus socios sureños. China dijo que puede ayudar a Europa si esta pone su casa en orden, aunque pidió no ser molestada con plazos y menos con los alegatos norteamericanos respecto de su devaluado yuan, al tiempo que urgió a ser reconocida, antes del 2016, como una economía de mercado.

Así las cosas, pareciera que el ajuste no se realizará con más inyecciones de dinero-insulina fiscal para acelerar el bombeo del infartado corazón europeo, sino hacia abajo, con una recesión que permita colocar las sondas de liquidez e inversiones desde las saludables naciones emergentes.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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