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Defensa de Valparaíso y Santiago ¿Nuevos aliados?


Lunes 26 de septiembre 2011 11:37 hrs.


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Lamentablemente la histórica situación social que está viviendo el país, en que claramente la mayoría de los chilenos refleja su cansancio por el abuso sistemático de las elites en la implementación del modelo de desarrollo, nos encuentra en una situación de descrédito total de los partidos políticos. En  un comentario anterior analizábamos lo preocupante de esta situación, reflejada con magistral claridad en una consigna coreada en las manifestaciones que “el pueblo unido avanza sin partidos”.

Los partidos y las vanguardias políticas podrían cumplir un rol de globalizar las demandas. El cansancio de los chilenos no es tan solo con el lucro en la educación, sino también con el lucro en la salud, con el evidente desprecio al medio ambiente, con la calidad y localización de las viviendas, con la segregación urbana, etc. Lamentablemente muchos de esos temas quedan fuera del debate.

Es así que tenemos que tener presente que una serie de hechos están ocurriendo con nuestras ciudades y que no son sistematizadas. El comandante en jefe de la Armada sostiene que la construcción de un mall en el muelle Barón constituirá una muerte para el puerto. Por otro lado, la Contraloría General de la República descubre ciertos vicios administrativos en el demencial cambio del Plan Regulador de Santiago, que permitía crecer hacia el poniente en miles de nuevas hectáreas urbanas.

Es decir, es un alto jefe militar y el contralor quienes, casualidades del destino, defienden un desarrollo más armónico y democratizador para las ciudades de Valparaíso y Santiago ¿Donde están los partidos? ¿Donde está la ciudadanía organizada? ¿Donde están las universidades?

Es cierto que decanos de tres prestigiosas facultades de arquitectura escribieron una carta conjunta acerca de este tema. Pero la formación que se imparte en las escuelas de arquitectura está fundamentalmente orientada a los requerimientos de las elites, dándole la espalda a la ciudad.

Por otro lado, no nos olvidemos que la institucionalidad en lo que se refiere al desarrollo territorial es frágil (cualquier empresa, con los recursos necesarios, puede proponer una autopista urbana, la que, si es un buen negocio, se aprobará de todas maneras, no importando las externalidades negativas que provoque en la ciudad, que obviamente afecta a los mas pobres). En este contexto, las autoridades no velan por el bien común (existe una peligrosa relación entre gobierno y sector privado).

Se dan situaciones muy paradójicas. En primer lugar, pese al  apoyo a las movilizaciones por cambios en la educación, aún no se manifiesta interés por los temas del desarrollo espacial. Se tiene poca conciencia de esta situación (una ciudad tan segregada hace más pobres a los más pobres). En segundo lugar, actores que podrían ser naturales aliados y líderes en esta temática, como sindicatos y universidades, están con otras preocupaciones, que incluso atentan contra la democratización de las ciudades. Es así que alguna cúpula sindical intenta realizar negocios inmobiliarios a costa de la donación de una sede de carácter patrimonial que el Estado les hizo para cumplir sus funciones. Por otro lado, una universidad, con escándalo incluido, realizó negocios inmobiliarios con un terreno que les había sido cedido para preservar un área verde.

No puede ser, no es viable ni sustentable que por la ausencia de los partidos, de los sindicatos, de las universidades y de la población organizada, un uniformado y un funcionario contralor sean quienes, en estos días, ayudan a preservar las ciudades en Chile.