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Troya en el corazón de Europa

Columna de opinión por Pablo Jofré
Miércoles 9 de noviembre 2011 16:52 hrs.


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El país balcánico nos entrega, dramáticamente, la constatación que el mito del “presente griego”, aquel que entró en Troya con su forma equina, ocultando en su vientre de madera el germen de la destrucción de la vieja Ilium; ha devenido en una posibilidad – presentada por medios de comunicación y líderes políticos – amenazante y apocalíptica.

Hoy, en la primera década del siglo XXI Grecia lleva en su seno la constatación que el modelo de desarrollo político-económico,  impuesto tras el triunfo del neoliberalismo, parece estar a punto de llevarse al diablo la idea de una Unión Europea cohesionada, con niveles de desarrollo similares o al menos equilibrados. El mensaje transmitido a los pueblos de Grecia, Portugal Irlanda, España e incluso Italia, principalmente, es que deben respetar las reglas del juego establecidas en Berlín y Paris, so pena que la locomotora alemana y sus socios más ricos del exclusivo Club Med, decidan quemar el presente griego antes que entre de lleno en el corazón de la Vieja Europa con su contagio virulento.

La renuncia de Yorgos Papandreu, la confirmación que en países como Grecia o en nuestro Chile,  el Ministro de Hacienda suele ser más poderoso que el propio Presidente o Primer Ministro, la discusión respecto a la multimillonaria ayuda que los grandes de Europa otorgarán a la alicaída economía griega, cuya caída: previsible, anunciada y postergada hasta no poder aguantar más su peso en el ámbito europeo; no hace más que constatar  una ley general del neoliberalismo a ultranza “la globalización, unida a la desregulación financiera, tiende a reforzar el papel económico de los más poderosos”

Con esa evidencia lo que se genera, en específico, es un reajuste de la propiedad y el control del capital financiero, sobre todo entre aquellos grupos ubicados en los centros financieros internacionales que controlan el poder económico en el mundo. La crisis griega muestra el reparto de los despojos, la pérdida de la soberanía económica y política de estos países sujetos al control de mecanismos de intervención diseñados en las oficinas de los cerebros económicos de países como Alemania, Francia e Inglaterra.  Y esto es permitido, avalado e impulsado políticamente por las grandes potencias, porque la desregulación permite un crecimiento inconmensurable de los activos financieros, que retroalimentan la relación entre clase política y los grupos financieros internacionales generando con ello  el aparente contrasentido, en  que lo político aparece como instrumento de lo económico.

A Grecia, tras una lenta agonía desde los sucesos del año 2010 ya no había como sustentarla y tendrá, sí o sí que ajustar su enorme volumen de la deuda de su economía financiera – precisamente con aquellos bancos con sus matrices en Alemania y Francia – a una economía productiva cada día menos sostenible y teniendo claro en ello la paradoja que trae aparejada esta “ayuda” pues los intentos de frenar la crisis, para que no se expanda a los países débiles de la Europa Comunitaria, lleva consigo un aumento de la deuda y así en un sinfín trágico que volverá a presentarse al cabo de poco tiempo. La actual crisis confirma que el neoliberalismo, a lo menos en Europa,  lleva en su seno el germen de su propia destrucción, ya sea en forma de fuga de capitales, su refugió en las reservas de los más poderosos, el control político y económico de países como Grecia hoy, Italia e Irlanda mañana, generando con ello la indignación de los movimientos sociales, que suelen avanzar más rápido que los movimientos de masas y los partidos políticos y que suelen ser transversales a la sociedad.

Desde los países nórdicos, pasando por los países PIGS y aquellos de Europa del Este, que habían puesto sus esperanzas de desarrollo en el seno de la Unión Europea se pone en entredicho la capacidad política de sus líderes, que se rinden mansamente ante el capital financiero en una sociedad destinada al fracaso y que comprueba que los mercados jamás se regularán libremente como preconizan los corifeos del neoliberalismo. Esto, porque los intereses a los que sirven impiden pensar otro camino que no sea seguir profundizando la crisis, porque en ella ganan los bastiones del capitalismo, que curiosamente se encuentran en aquellos países donde las entidades que se enriquecen tienen sus centros neurálgicos y donde los países en crisis acuden para colocar sus bonos, sentirse “seguros”.

Allí donde se emiten divisas y otros instrumentos financieros que se aceptan pasivamente para equilibrar sus finanzas y seguir sobreviviendo. Grecia y su presente están siendo controlados y la Vieja Ilium podrá seguir respirando ¡Por cuánto tiempo? No lo sabemos, pues dependerá de la capacidad de los centros financieros internacionales de amoldar sus necesidades de mayores ganancias a la necesidad de sobrevivir pero…bien sabemos que el escorpión al cruzar el río con la rana en su espalda, por su propia naturaleza, la clavará su aguijón por más que ello conduzca a su muerte.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.