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La hora de las decisiones

Columna de opinión por Sohad Houssein
Miércoles 30 de noviembre 2011 11:27 hrs.


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Quizás las predicciones tenían razón y el 2012 será un año en el que el mundo cambiará para siempre. O quizás se trata de una profecía autocumplida y ante la proximidad de la fecha de caducidad que nos impusieron los “antiguos” inconcientemente la humanidad esté acelerando procesos que conduzcan a un cambio mayor.

Profecía o no, lo cierto es que el mundo se encuentra en un momento de transformaciones profundas y es precisamente en este minuto, y no en un mes más, cuando cambiemos los dígitos del calendario, que es la hora de las decisiones. Y son muchas las que hay que tomar.

El explosivo florecimiento de la primavera en Medio Oriente trajo a esa zona del planeta un cambio radical, un borrón y los deseos de una cuenta nueva dieron a los ciudadanos de esos países la oportunidad, en algunos casos, de tomar nuevas decisiones sobre su devenir. Es así como por estos días los egipcios celebran unas concurridas elecciones legislativas.

En el mismo continente, en Durban, Sudáfrica, representantes de los países miembros de las Naciones Unidas debaten una solución urgente frente al calentamiento global que no da tregua. Con un Protocolo de Kioto que vence en el 2012 y la nula voluntad de países como Estados Unidos o Canadá de avanzar en un acuerdo, pequeños países islas como la República de Kiribati, Salomón, Fiji y otras ven, literalmente, cómo el agua les sube al cuello.

Un poco más acá, en Europa, la presión de los bancos, la progresiva adquisición de beneficios sociales, la unificación de la moneda – o quizás las fauces hambrientas del capitalismo-, entre otros factores,  están poniendo en jaque las economías de los antes admirados Estados de bienestar. Decisiones, impuestas o no, se toman ahora sobre la continuidad de un sistema económico que se había mantenido estable por décadas.

Pero el “otro” modelo, el capitalismo, también se cuestiona en nuestro continente. Y aunque se vislumbra con dificultad un proceso de cambios o decisiones profundas en ese sentido, las protestas de los Okupa Wall Street y otros grupos cansados de un sistema económico injusto y, a veces, sanguinario, llaman a la reflexión.

Frente a este panorama, en Chile estamos en una posición privilegiada. Las oportunidades de la crisis, dirían los economistas. Y claro. Mientras nos empezamos a cuestionar y debatir sobre nuestro actual modelo económico y social, tenemos la posibilidad de observar procesos más avanzados en otras latitudes.

La ansiada reforma estructural al sistema educacional, la regulación a las transnacionales que extraen nuestros recursos naturales no renovables, una reforma tributaria, el sistema de elección de nuestros representantes, los mecanismos de participación ciudadana, e incluso, un cambio en la forma en que la discusión apresurada de la Ley de Presupuesto lleva a las autoridades (Gobierno y parlamentarios)  a establecer políticas públicas con la pistola sobre la mesa y la mente en réditos personales más que nacionales. Se nos va la vida discutiendo una ley que vence en un año, pero no hay tiempo ni reflexión para sentarse a debatir, con igual ímpetu y profundidad, las verdaderas reformas que el país requiere.

Llegó la hora de las decisiones. En el mundo, en Chile, probablemente también en nuestros fueros internos. Tenemos la posibilidad de mirar hacia fuera, comparar, cuestionar, elegir. Y sabemos que las oportunidades son valiosas, aunque provengan de la crisis.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.