Las mujeres – el 52 por ciento del padrón electoral- somos desde hace tiempo el botín. Más aún cuando, “dos golondrinas” están en este momento ubicadas en el centro del corazón de la ciudadanía. Sin embargo, estamos muy, pero muy lejos de estar en igualdad de condiciones que los varones en los espacios donde se toman las decisiones.
“Falta que pida la salida de Ivo Basay y que medie en el conflicto de Las Malvinas”, decía en tono no irónico sino que agónico el diputado UDI por Calama, Felipe Ward, al referirse a Camila Vallejo, una mujer joven que no sólo es Vicepresidenta de la FECH – como se la insiste en presentar para enrostrarle su presencia en distintos lugares donde la sociedad civil está diciendo basta de abusos y exigiendo sus derechos-, sino que es una militante del Partido Comunista.
El diputado Ward no dice lo mismo acerca de Laurence Golborne, cuyo único mérito fue hablar con “Los 33” mientras estaban bajo tierra (de paso enviarles un periódico con mujeres con poca ropa “para que no lo pasaran tan mal” (sic)), o del paseo de “presidenciables” por conflictos y tragedias nacionales. No vale la pena detenerse ni ahondar en ello, lo que sí es interesante es cómo dos mujeres Michelle Bachelet y Camila Vallejo se han transformado en el blanco de las impotencias de la centro y la derecha , y cómo un tema como el aborto terapéutico, el cual atañe exclusivamente a las mujeres, sea donde la elite conservadora impregnada de moral judeocristiana quiera seguir evangelizándonos desde el púlpito de los hacendados .
Duele al corazón del conservadurismo opusdeianolegionarista que una aspire a la presidencia y la otra a un escaño en el parlamento. Dicen: “No son pro vida sino que antimujeres”, lo que se confirma al ver el programa Tolerancia Cero, en que se invita a un médico al que se trata como tal, y a la Decana de Medicina de la Universidad de Chile, a la que se dirigen como “señora” y a la cual el Dr. Illanes prácticamente no le deja espacio para hablar y poco hacen los panelistas estables para evitarlo. Los argumentos del académico de la Universidad de Los Andes mezclan el “alma” con los “folículos” y, evidentemente, no representan su acumulado científico sino que una postura ideológica-religiosa en que las mujeres quedan fuera de toda decisión porque para eso están este tipo de galenos que tienen ética “propia”. El médico confiesa que “interrumpe el embarazo” (ergo, hace un aborto) cuando sea para salvar la vida de la madre…o sea, al arbitrio de cada médico. El punto en cuestión es que la mujer nada puede decir al respecto, como tampoco la doctora Sepúlveda, cuyos argumentos escasamente fueron considerados por los panelistas.
Quedan tareas pendientes para que estas “dos golondrinas” se conviertan en un verano: más mujeres candidatas a alcaldías y concejalías; se impulse junto con el fin al sistema binominal una ley paritaria, en que ninguno de los dos géneros (consignados hoy) tenga más del 60 por ciento de escaños en el parlamento, y en las diferentes instancias de los poderes del estado.
Sólo así, hombres y mujeres, representados equilibradamente en el parlamento quizás, sólo quizás, podamos revertir el desprecio que la ciudadanía está teniendo por la política y los políticos. Así quizás también Basay, Bachelet, Ward y Vallejo puedan dedicarse de lleno a lo que quieren hacer para construir un país mejor. Quizás, sólo quizás.