El Consejo de Seguridad de la ONU condenó el domingo la matanza del pasado viernes en la ciudad Hula, en la que perecieron 108 personas, entre ellos 49 niños y 34 mujeres, y 300 resultaron heridas.
Los quince miembros de la ONU, incluyendo a Rusia -principal aliado del régimen sirio- repudiaron “en los términos más firmes” la masacre y pidieron “el inmediato cese del uso de armamento pesado contra los centro de población y la retirada de sus tropas de las ciudades, así como la vuelta a sus cuarteles”.
Los funcionarios de la ONU subrayaron que los ataques “incluyeron bombardeos de artillería y tanques del gobierno contra un barrio residencial” y pidieron al régimen de Bashar al Asad que retire el armamento pesado tal como lo estipula el plan de paz del enviado de la ONU y la Liga Árabe, Kofi Ann, quien llega este lunes a Siria.
Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, consideró que la masacre de Hula constituye “una flagrante violación a las leyes internacionales” y que “los observadores de la ONU están enfrentando crecientes críticas por no detener la violencia y, en algunos barrios, incluso los responsabilizan del aumento de la misma”.
En cuanto a Siria, negó “totalmente cualquier responsabilidad” en lo que calificó de “masacre terrorista”, según el canciller sirio, Jihad al Makdisi, quien aseguró que se abrirá una investigación. Su gobierno es víctima de “un tsunami de mentiras”, añadió.
En este sentido, China también exigió este lunes un esclarecimiento de las responsabilidades de la masacre, mientras Rusia se negó a respaldar una condena más fuerte, como querían París y Londres, y puso en duda que el régimen estuviese necesariamente detrás de estas muertes.
“Hay razones sustanciales para creer que la mayoría de los que murieron fueron acuchillados, cortados con navajas o ejecutados a quemarropa”, sostuvo Igor Pankin, representante permanente adjunto de Rusia ante la ONU, contradiciendo las informaciones sobre tiros de artillería.
“Es difícil imaginar que el gobierno sirio no sólo bombardearía (…), sino que también ejecutaría a quemarropa”, dijo.
En cambio, el general de División Robert Mood, jefe de la misión de observadores de la ONU en Siria, aseguró que las muertes fueron por “metralla” y a “quemarropa”.
“La evidencia es clara, la evidencia no es opaca y hay una clara huella del gobierno en esta masacre”, recalcó el representante de Alemania ante la ONU, Peter Witting.
En cuanto a las demás reacciones internacionales, Irán condenó la masacre, pero puso en duda que el gobierno de Al Asad sea el responsable, aludiendo a “intervenciones extranjeras” y “acciones terroristas”.
Entretanto, Israel rompió su silencio sobre la situación en Siria. El primer ministro Benjamin Netanyahu calificó de “nauseabunda” la masacre llevada a cabo “por las fuerzas del presidente sirio”, y afirmó que “Irán y el Hezbolá son indisociables de las atrocidades sirias”.