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Pinche elección

Columna de opinión por Pablo Jofré
Lunes 9 de julio 2012 16:43 hrs.


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El 1 de Julio México vivió una jornada electoral marcada por acusaciones de fraude, cohecho, padrones adulterados, acarreo de votantes, entrega de tarjetas para compra de alimentos y el uso abusivo del duopolio televisivo TV Azteca-Televisa,  que a ojos de observadores internacionales mostró una desvergonzada conducta de apoyo a favor del candidato del PRI Enrique Peña Nieto.

En ese marco, el mayor porcentaje de votos -un 38,1%- fue obtenido por Peña Nieto quien aupado por el derrotado PAN se declaró vencedor, aún antes de la ratificación del triunfo por el Instituto Federal Electoral (IFE). Tal decisión generó la indignación del candidato del Movimiento Progresista Andrés Manuel López Obrador -AMLO- quien obtuvo el 31,64% y  que exigió al IFE la revisión, voto a voto en 113 mil de 140 mil casillas electorales, conducta a seguir para eliminar la sospecha que se está ante una masiva irregularidad amparada por el PRI y el PAN cuya candidata, la oficialista Josefina Vázquez Mota obtuvo el 25,4% y el ambientalista Gabriel Quadri con el 6,24%

Tal revisión y el estado de ilegitimidad que se ha generado recuerda la exigencia del mismo AMLO el año 2006 y que mantuvo en jaque el sistema político mexicano durante tres meses. Ya el IFE decidió, según informo el secretario ejecutivo de esa institución pública, Edmundo Jacobo Molina, revisar el 54,5% de los votos, con el objetivo de contar cada papeleta y otorgar certeza sobre los resultados. Ello implicará el estrechamiento de cifras entre el candidato priista y AMLO. En esta ocasión López Obrador no ha llamado a salir a la calle a defender un hipotético triunfo, sino más bien exigir la revisión de los votos tras las numerosas denuncias de cohecho y padrones adulterados, acusando en ello al PRI y su candidato Enrique Peña Nieto, sarcásticamente denominado “El nuevo Dinosaurio del Partido revolucionario institucional”.

Denominación al “nuevo” rostro del viejo partido y que da a entender que detrás de la fachada de juventud, de glamour y de palabras altisonantes se encuentra la misma estructura prehistórica del partido que gobernó durante siete décadas al gigante ubicado al sur del Río Grande y que legitimó una forma de hacer política basada precisamente en los vicios denunciados por López Obrador, amplificado ahora por las imágenes de las televisoras mexicanas, que en el caso de Televisa tiene un porcentaje de pantalla superior al 70% en su parrilla programática: poderosos instrumento a la hora de aparecer con supuestas ideas nuevas o mensajes a construir futuro bajo el manto del pasado, en el marco postmoderno que “aquello que no está en televisión no existe”.

El discurso de Peña Nieto, al señalar que su triunfo era indiscutido, no hizo más que atizar los fuegos del reclamo ante la paradoja de un nieto e hijo de los mismos especímenes del cámbrico, que gobernaron México durante el Siglo XX “represento el cambio necesario, señaló Peña Nieto,  soy el nuevo rostro de la política nacional” en una clara contradicción con lo que ha sido el PRI para México y signado por la opinión de Roger Bartra quien afirma que “el PRI no puede regresar al pasado porque nunca salió de el. Anclado en el pasado, el Partido de la revolución, sólo puede  ofrecer un rostro nuevo en el discurso, amplificado hasta la náusea por los medios de comunicación, pero nada más, pues incluso las ideas centrales del ideario político del mandatario electo  abrevan de la más rancia tradición autoritaria”.

Bartra refiere en su opinión a una de las acusaciones centrales en esta elección, respecto al papel desempeñado por TV Azteca y Televisa a favor de esta vuelta en gloria y majestad del otrora alicaído PRI, quienes a lo largo de la campaña presentaron encuestas de su propia factura donde mostraban una amplia brecha entre los índices de apoyo al candidato del PRI y AMLO -con cifras superiores al 15%- generando una suerte de desesperanza aprendida sobre las posibilidades que pudiese tener el candidato de izquierda. A ello se sumo el claro apoyo de la clase empresarial mexicana, que en dos terceras partes de un total de 500 grandes empresas consideraban ganador a Peña Nieto. En el caso de la televisión este apoyo al PRI se visualizó en la multimillonaria campaña de imagen a favor del PRI, usando como eferente mediático la figura de su mujer, la otrora actriz de telenovelas, Angélica Rivera, conocida como “la Gaviota” es decir un culebrón político: un hombre atractivo mediáticamente, joven, millonario, de familia de raigambre política y acompañado de una mujer popular y carismática, que supo usar su encanto en cada uno de los recorridos por el país.

Para el analista español Miguel Ángel Bastenier, el candidato triunfante en México “es un híbrido al que rodean tecnócratas de Harvard y dinosaurios del periodo precámbrico, sin que nadie sepa por qué especie se decantará. Enfrentado al izquierdista López Obrador, que se desprestigió orquestando una histriónica sublevación civil tras las elecciones que perdió en 2006, y a una Josefina Vázquez Mota, del PAN, que cargaba con el peso del fracaso en la lucha contra el narco, al nuevo presidente podría convenir lo que el vizconde de Ségur dijo de Napoleón: “Aquel que no gusta del todo a nadie, pero al que todos prefieren”.

Andrés López Obrador,  , al igual que el año 2006 no ha reconocido el triunfo de su oponente, acusando conductas ilícitas y compra de votos por parte del PRI, avalado por el silencio del partido oficialista que ve su sobrevivencia sólo a la sombra de la maquinaria del priismo. Ello pone un manto de incertidumbre en esta vuelta al poder del PRI, después de 12 años de gobierno panista. En su rechazo el ex jefe de Gobierno del Distrito federal,  es acompañado por miles de jóvenes que no han esperado palabras, discursos ni consejo alguno para salir a la calle y exigir que el ejercicio electoral en México sea limpio y se termine de una vez con la corrupción, la compra de votos y el reparto de poder entre el PAN y el PRI. El llamado es a acabar con la “suciedad electoral”, transparentar la elección con el cómputo de las actas de 140 mil casillas y avanzar hacia un sistema electoral moderno, transparente, que efectivamente garantice el derecho al voto de cada uno de los ciudadanos mexicanos y que contemple la segunda vuelta so pena de elegir un candidato  a quien se le opone casi dos tercios del país habilitado para votar.

Para los opositores a Peña Nieto y para los jóvenes agrupado en el Movimiento YoSoy132 el objetivo es democratizar un sistema político arcaico, que no tiene segunda vuelta, que permite la compra desvergonzada de votos y la intervención de cuánto actor, empresa o medio de comunicación quiera emitir su preferencia y que  tiene como fin político la pretensión, sintetizada por  una editorial del Diario la Jornada de “encabezar un gobierno volcado a la profundización de las llamadas reformas estructurales: apertura del mercado interno, adelgazamiento del Estado, liquidación de las estrategias de bienestar social y de subsidios a la economía popular, privatización masiva de bienes público, transferencias de los fondos de jubilación e los trabajadores a las corporaciones financieras privadas, políticas de contención salarial, desregulación bancaria. El candidato presidencial favorecido por las tendencias oficiales anunció su pretensión, en el plano interno, de centrarse en la reforma hacendaria, laboral, energética y de seguridad social”. A esas ideas expresadas por la Jornada hay que sumar, indudablemente, la necesidad de  enmendar el trabajo realizado por el gobierno de Felipe Calderón en su lucha contra el narcotráfico, que generó en el ultimo sexenio 50 mil muertes vinculadas con el crimen organizado y que es considerada una de las causas principales de la derrota panista.

En materias de seguridad y de lucha contra el cultivo, distribución y tráfico de drogas, sobre todo en México, no hay que olvidar que esa producción y ese tráfico de drogas, de cada uno de los carteles distribuidos a lo largo y ancho de México,  tiene como destinatario principal, justamente, a Estados Unidos, que suele exigir políticas represivas sin ejercer ellos un control mayor a la creciente demanda de su mercado. Por ello es fundamental esperar los resultados de la elección presidencial en Estados Unidos en noviembre próximo que marcará el rumbo que tome no sólo la lucha contra el narcotráfico, sino también las relaciones comerciales y energéticas entre ambos vecinos donde el botín principal será la empresa PEMEX, considerada una de las mayores empresas hidrocarburíferas de occidente con ventas superiores a los 100 mil millones de dólares y que podría tener un proceso de privatización de un 30% de su propiedad”.

Bastenier daba a conocer que “El representante de Peña Nieto ante la prensa internacional, Arnulfo Valdivia, argumentó en Madrid que el saliente mandatario había golpeado al narco “solo con los puños” -el Ejército- cuando hay que usar “la cabeza”: información, infiltración, espionaje electrónico. El futuro presidente retirará a los militares de las calles y creará una gendarmería federal de 40.000 efectivos, inspirada en el Cuerpo de Carabineros colombiano, para lo que ha contratado como asesor al policía mejor considerado en toda la historia de Colombia, el general Óscar Naranjo”. Efectivamente, habrá que esperar hasta después de las elecciones estadounidense, en noviembre próximo, para ver cuál será la política seguir en materia de lucha al narcotráfico entre un PRI receloso en materia de nacionalismo y un gobierno, sea el del demócrata e Barack Obama o del republicano Mitt Romney que exigirá mayor represión y acabar con un ilícito profundamente enquistado en la política y la economía mexicana.

Maureen Mayer, Encargada del programa Para México y Centroamérica de la Oficina de Washington Sobre Asuntos latinoamericanos (WOLA) ha afirmado  que “Washington quiere saber si Peña Nieto va va a seguir o no la trayectoria que existía con Calderón bajo la iniciativa Mérida. Esto porque el presidente electo dejó entrever que su proyecto va más enfocado a reducir la sangrienta ola de violencia asociada con el narcotráfico que afecta al país y no tanto en cómo detener el flujo de drogas hacia el norte, que es lo que Washington primordialmente quiere. El hecho que haya nombrado a Oscar Naranjo como principal jefe de seguridad en la lucha contra las drogas es prueba que Peña Nieto quiere continuar colaborando en temas de seguridad y desarrollar aún más la relación. Lo importante es que el PRI deseche la antigua imagen de ser demasiado flexible con los narcos y ser claro en cómo abordar el tema de la corrupción y controlar la infiltración del crimen organizado en las estructuras del país”.

La revisión de las papeleteas, la necesidad de mejorar los niveles de transparencia y un sistema electoral arcaico, para un país en pleno siglo XXI, la lucha contra el narcotráfico donde el perdedor sea el delincuente y no la población y su seguridad son exigencias que van más allá de los deseos de un candidato que esté relegado al segundo lugar. Se trata de una necesidad como país, de la sociedad mexicana, que ha salido a la calle a declarar que México necesita una revisión profunda de su política y de la forma en que se están haciendo las cosas. Para la analista Patricia Verón de OtraAmérica “muchos millones de mexicanos y mexicanas no están disconformes porque Andrés Manuel López Obrador no está a la cabeza de los resultados que muestra el IFE hasta el momento. Están disconformes porque no es una cuestión candidatos, ni una cuestión de partidos… es un tema de Democracia, de respeto al voto y la decisión de un pueblo…el IFE  y el PRI no le están haciendo una jugada sucia a AMLO, se la está haciendo a los ciudadanos y ciudadanas que quiere hacer valer su derecho a cambiar la realidad de México”. La consigna de millones de mexicanos hoy es que México está herido pero no derrotado.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.