Señor director:
Para comprender el criterio empleado por la justicia, quienes no tienen formación jurídica pueden recurrir a un buen diccionario de la lengua castellana. Con toda seguridad este distinguirá la alarma, una situación que causa inquietud o sobresalto, del terrorismo, definido como una acción destinada a provocar miedo, espanto o pavor, sensaciones que causan mayor impacto en la psiquis de las personas.
La bomba que instalaba el señor Pitronello evidentemente estaba destinada a causar alarma, no terror. La prueba de ello es que al estallar en sus manos, sufrió él mismo tipo de lesiones que provocaban los “cañonazos” con que, antes de su prohibición, celebrábamos el Año Nuevo.
Cuestionar los fallos de la justicia, especialmente cuando ellos son de primera instancia, es una mala política. Con ello se mina peligrosamente la credibilidad de todas las instituciones. La excesiva frecuencia con que se está recurriendo a calificar de terrorismo a acciones que obedecen a muy distintas motivaciones, nos recuerda que recurriendo al mismo subterfugio Bush distraía la atención de la opinión pública cada vez que deseaba ocultar errores de su gobierno, o alcanzar propósitos inconfesables.
Jorge Schaerer Contreras
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.