¿Abstención o despolitización?


Miércoles 31 de octubre 2012 15:31 hrs.


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Uno desearía sinceramente que la bofetada que acaba de recibir nuestra clase política con las elecciones del domingo  pudiese provocar en ella una reacción sana y lúcida. Esto es abrirse a un cambio de comportamiento y crear rápidamente  las condiciones de una nueva  institucionalidad. Sin embargo, lo más probable es que nada de ello se produzca  pues así como  no se pueden esperar peras del olmo nada bueno puede  venir de las altas esferas donde reinan el desbarajuste y la incompetencia.

La enorme abstención  del domingo 28 no ha hecho, por lo demás, más que revelar un mal que corroe a nuestra sociedad desde hace ya varios decenios. En efecto, los electores que no se presentaron a las urnas son por una parte quienes no habiendo votado nunca fueron inscritos automáticamente y por otra parte aquellos que habiendo votado anteriormente lo hacían a menudo por obligación, y muchas veces no por obligación cívica sino por evitar la  sanción. La no participación en el proceso electoral se ha convertido así en una constante de nuestra vida social  sin que esta conducta pueda ser interpretada siempre como una verdadera reacción política.

Una parte de nuestra ciudadanía, muy probablemente minoritaria, no ha querido votar por las razones legítimas que todos conocemos. Sin embargo, es muy posible que para una parte muy importante de los abstencionistas  y  numéricamente más significativa, la vida política y nuestros intereses como país no representan nada o por lo menos nada importante. Entre estos últimos se encuentra , a no dudarlo, esa parte de nuestra nación que sin la educación política que antes brindaban sindicatos, partidos y asociaciones,  se ha sumergido  en el marasmo abyecto y envilecedor fabricado por los medios de comunicación que son los  pilares del neoliberalismo, y  para los  cuales  no hay nada fuera del  dinero y del consumo.

Así, la tarea se anuncia compleja y de largo aliento, ya que no se trata únicamente para nosotros de remplazar instituciones y clase política sino  de forjar  lo que hoy día no existe: una sociedad de hombres y mujeres libres y conscientes de sus intereses como miembros de un Estado.

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