La excelencia de Marx

  • 02-11-2012

Los análisis pos proceso eleccionario municipal dan para un barrido y un fregado. Cada cual trata de llevar el agua, bastante barrosa por lo demás, a su alicaído molino, o, en su defecto, de decir que estuvieron mejor que el adversario, que sacaron más votos en una mesa en particular, etc. etc., es decir, el viejo juego que tras una elección ganan todos, incluso los que perdieron por paliza.

Estas elecciones demostraron con absoluta “densitud” como dijo por ahí un curturizado personaje, que la clase política anda dando la hora con un reloj que se paró hace mucho, pero mucho rato.

El gran ganador de estas elecciones municipales fue la abstención, que obtuvo un promedio del 61% y en algunos casos pasó el 70% en su primer debut como parte del sistema de voto voluntario.

Los sesudos analistas políticos, que no dieron pie con bola con sus pronósticos, ahora tratan de explicar lo aparentemente inexplicable y de decirle a la opinión pública cuanta razón tuvieron al no tener la razón, ya que este proceso muestra la sinrazón de los votantes que razonaron frente a las razones que esgrimieron los políticos para que, razonablemente, fueran a emitir su voto razonado.

Lo que estos sesudos y los políticos no ven, porque no quieren, no pueden, no saben o no son capaces, es que detrás de esta alta abstención están:

1.- La promesa incumplida de excelencia anunciada por el presidente y sus adláteres, quienes no tienen en su ADN  la conciencia que un país se gobierna con políticas de estado y políticos, pero de esos de verdad y no con tecnócratas que miran cifras y encuestas y que anuncian muchas cosas y hacen unas cuantas “cositas” ,

2.- Por otra parte, la mal llamada oposición parlamentaria, que se suma con regocijo al modelo heredado de su ¿¿odiado?? Pinochet y que hacen como que patalean, pero no patalean, dando la impresión de un placebo inocuo, más que de un remedio de verdad , pero que deja al país con una mala resaca,

3.- Pero, a su vez, el otro gran culpable de esta debacle es Marx, sí, como lo escucha, el mismo nunca bien ponderado y satanizado Karl Marx, el que escribió el Capital y aterroriza con su lucha de clases y su materialismo histórico a nuestras élites  y descoloca con su materialismo dialéctico a gran parte de la sociedad chilena.

¿Qué tiene que ver Marx en estas elecciones se preguntará usted?

Don Karl, entre sus muchas genialidades, vigentes hasta el día de hoy, duélale a quien no le duélale como solía decir ese gran filósofo  y pensador chileno Augusto López Riggs, padre putativo de Labbé,  tiene una en particular que es la que se apareció, como fantasma, en estas elecciones, que bajo mi propia paráfrasis actualizada dice así:

“Hay un minuto cuando las élites no son capaces de contener ni de dirigir las demandas de la mayoría, porque ya se agotaron sobre sí mismas y es ahí cuando esas mayorías rompen el cerco impuesto para dar paso a un nuevo tipo de sociedad” (Para leer la frase original recomiendo El Capital, o Materialismo Histórico de Marx o que googleen y les aparecerá)

Y es acá donde está el meollo del asunto, porque el modelo económico y político sacrosantificado, pontificado y redactado bajo la dictadura es una camisa de fuerza para que el país avance de verdad hacia el desarrollo, es un traje a la medida para las minorías en contra de las mayorías y de esto los ejemplos abundan: la salud, la educación, las pensiones, el sistema político, todas áreas controladas por pocas manos que saben que su gran tarea consiste en mantener a como dé lugar el satus quo.

Lo que la clase política no quiere ver, ni escuchar y mucho menos degustar, es que la mayoría de este país se cabrió que le estuvieran mirando los jardines colgantes de Babilonia a destajo y de las maneras más impúdicas existentes, mientras se llenan la boca de sonrisas y se miran el ombligo para encontrárselo bello, precioso, una verdadera joya divina.

Pero, ojo, esta  abstención, que fue precedida por grandes manifestaciones, es sólo la punta del iceberg del profundo malestar y desencanto de los ciudadanos, que ya de manera cada vez más visible y rabiosa demuestran que no están dispuestos a seguir soportando que minorías autoerigidas en guardianes del país sigan haciendo de las suyas impunemente, caducándole los derechos más elementales del ser humano como son la educación de calidad, la salud garantizada y una vejez digna, todas cosas que hoy en Chile existen, pero sólo para los que pueden pagar o endeudarse de por vida.

En resumen, aunque muchos no lo crean, esa máxima de Marx le está pegando en los belfos a una clase política que no tiene ni clase ni política y que está más preocupada de entronizarse en el poder  que de pensar el país como una unidad.

Termino, sólo con ánimo de redundar, con la frase del diputado de Renovación Nacional, Gaspar Rivas: “Nos perciben como corruptos y ladrones”.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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