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Presidenciales: Todo es incertidumbre… todavía

Columna de opinión por Juan Pablo Cárdenas
Domingo 4 de noviembre 2012 18:54 hrs.


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Resulta imposible hacer una proyección de lo que pudiera acontecer en las próximas elecciones presidenciales con las tendencias expresadas en los últimos comicios municipales. La minoría del 40 por ciento que se expresó en las urnas, evidentemente no tuvo en consideración lo que vendrá y eligió a sus alcaldes y concejales sin un criterio político partidista, como buena parte de los triunfos que les correspondió a los candidatos independientes. Es un hecho que, en general,  los candidatos  ocultaron sus preferencias partidistas, aunque después las colectividades estén sacando cuentas alegres del futuro, sin estimar adecuadamente a ese 60 por ciento de los ciudadanos que, por distintas razones, de abstuvo de participar en el proceso. Porque ciertamente entre los que se quedaron en sus casas es necesario asumir el descontento y la frustración de muchos chilenos con la clase política y las actuales opciones, tanto que, por primera vez, se proyectó ante la opinión pública un explícito llamado a no “prestar el voto”.

Sin embargo, las elecciones municipales ya instalaron la competencia presidencial. Ya se anuncia que los precandidatos del oficialismo saldrán del Gabinete Presidencial para entrar de lleno al ruedo y se sabe que Marco Enriquez Ominami  recorre el país en su condición de postulante proclamado por su Partido Progresista con el ánimo de que sea la primera vuelta electoral la verdadera primaria entre los diversos candidatos. No se sabe, todavía, cuándo Michelle Bachelet se pronunciará aceptando su postulación y definiendo su regreso a Chile, en la duda que sus múltiples seguidores tienen sobre qué podría convenirle más: asumir la contienda o postergarla lo más posible. En tanto, los otros precandidatos de la Concertación no tienen, al parecer, la voluntad de despejarle el camino a la ex Presidenta; tanto así que en sus partidos crece la idea de que el postulante del sector debiera resolverse en una primaria, donde al menos dos demócrata cristianos, un radical y un no militante quisieran medirse con ella.

En un régimen en que los partidos políticos tienen tan poco liderazgo, no es de extrañar que la popularidad de ciertos dirigentes responda a su carisma personal, más que a sus propuestas o trayectoria. Los dos ministros que quieren constituirse en abanderados del oficialismo y de la Alianza centroderechista tienen, a no dudarlo, mucho más aprobación que el propio Sebastián Piñera y las figuras emblemáticas de la UDI y  Renovación Nacional. Contrario a lo que sucede en las grandes democracias, los partidos aquí se someterán más bien a lo que determinen las encuestas a favor de uno o de otro. A no ser “que la sangre llegue al río” y decidan ambas colectividades llegar hasta la primera ronda presidencial para dirimir la abierta y encarnizada competencia entre Laurence Golborne y Andrés Allamand.

De esta forma, se reconoce que el apoyo al PRO, al PRI y otras expresiones que también quedaran encantadas con su último desempeño electoral, ven en algunas de sus figuras la opción de potenciar mucho apoyo en las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales. Al respecto, recordemos que el propio Enríquez Ominami obtuvo un 20 por ciento en las últimas presidenciales, obligando a una segunda vuelta electoral que resultara un descalabro para la opción del candidato concertacionista.

Todo indica que el Partido Comunista y otras expresiones ven en Michelle Bachelet la posibilidad de llegar al Gobierno en un acuerdo con la Concertación que implique un programa común, cuotas parlamentarias y eventuales carteras ministeriales. Pero el asentimiento de la candidata será clave en una decisión que, para algunos, le podría restar apoyo en los sectores más conservadores que no ven con buenos ojos que la coalición que gobernara por más de dos décadas hiciera un giro a la izquierda.

Asimismo, el amplio y disperso mundo de los que se asumen de izquierda cree tener algunas razones para que este sector llegue a la contienda presidencial con uno o dos postulantes propios. Más allá de los votos que reunieron con el 40 por ciento del electorado que se pronunció, se cree que pudieran sumar sólido apoyo en esa mayoría silenciosa que no quiso pronunciarse. Confiados en que, más allá de los que no tienen interés y confianza en el ejercicio del sufragio, hay muchos que pudieran revertir su frustración en fuerza electoral por una alternativa que derrote al duopolio político Alianza Concertación, como al  sistema institucional y económico sacralizado por la Posdictadura. De allí es que en su demanda por un crecimiento con equidad se proclama la idea de una Asamblea Constituyente y una nueva Carta Fundamental. Propuesta que va sumando adeptos, también, en el conjunto del espectro político.

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El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.