Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 27 de abril de 2024


Escritorio

Deshonorables


Lunes 1 de abril 2013 8:14 hrs.


Compartir en

Esto se me vino a la cabeza al leer que un ex alcalde, actual diputado independiente, apoyado por el oficialismo y los independientes, va a ser nombrado, nada menos ni nada más, que presidente de la Cámara de Diputados, lo que no tendría nada de extraordinario sino fuera por el pequeño, pequeñísimo dice él mismo, detalle que fue cesado de sus funciones de alcalde por la justicia, ya que se había mandado un bonito negociado incompatible con la función alcaldicia. Esa acción le valió procesamiento, destitución, pena de cárcel remitida de 300 días y la obligación de la restitución de los dineros mal habidos que , a la fecha, suman la insignificante friolera de 284 millones de pesos, o sea casi 600.000 dólares, que el deshonorable no paga aduciendo que no le alcanza la plata para tales efectos, cuando el ingreso mensual de los diputados alcanza la preciosa suma del orden de los 14  millones entre sueldos y bondades varias, o sea, casi 30.000 dólares, pero a él no le alcanza para pagarle al fisco lo que le defraudó.

La verdad es que nadie se puede explicar el error de la justicia chilena que le impide volver a ser alcalde de por vida, pero no le impide ser diputado, senador e incluso presidente de la república, lo que vendría a coronar su carrera de esfuerzo personal o, mejor expresado, el esfuerzo que puso sobre su persona y en su pecunio particular.

El segundo tema que salta a la vista es la impresionante torpeza de los votantes que fueron capaces de elegir a un personaje que acababa de ser condenado por la justicia, lo que implica que los ciudadanos fueron brutalmente engañados o que inocentemente piensan que si éste ya agarró su pedacito de la torta no lo volverá a hacer de nuevo, mientras que los otros candidatos aún tienen un mundo de tortas por descubrir, así que mejor un defraudador conocido que uno por conocer.

Lo tercero y, acá está lo grave de esta situación, es la actitud del resto de los diputados oficialistas e independientes  que, con tal de arrebatarle la testera a sus oponentes, ni dudan ni se amilanan a la hora de hacer alianzas con cualquiera que se ponga por delante, más allá de sus antecedentes, porque lo que vale es el poder en primer lugar, el poder en segundo lugar, el poder en tercer lugar y de ahí para abajo los remilgos morales o amorales de estos elegidos por voluntad popular.

Lo cuarto es que el principal sostén para  poner a un personaje de estas características a la cabeza de la ya suficientemente desprestigiada Cámara de Diputados, es el grupo de los “independientes”, quienes se justifican diciendo que ellos, cual inocentes y desinformadas palomas, no tenían idea que el señor de marras había sido condenado por la justicia, porque nadie les había informado que por arte de magia había dejado de pertenecer a la DC después del desaguisado. O sea, están como las vírgenes necias, que se mueren vírgenes precisamente por necias.

Pero les quiero dar el beneficio de la duda, no sabían, no había cómo saberlo a pesar de que fue un escándalo nacional, pero no importa, ellos en su burbuja desinformativa no lograron encontrar los antecedentes del ilustre político. Lo curioso es que ahora lo saben, pero ni ellos ni los diputados oficialistas le quitan su apoyo, solamente le piden con bellas y acurrucadoras palabras que no acepte el cargo, siendo que está en sus manos botarlo del puesto e incluso dejarlo relegado a participación cero en todo ámbito. Pero no lo hacen, lo que viene a ser, sea como sea, una especia de aval de la conducta del ex alcalde.

Entonces surge una pregunta desagradablemente inquietante:

Si ciertos diputados apoyan y avalan a un personaje que defraudó al fisco ¿Están en la misma capacidad de defraudar impunemente y seguir subiendo en sus carreras políticas?

Ojalá que este caso no enlode a la mayoría, porque si no significaría, simplemente, que el parlamento entró en su ocaso definitivo y no hay quien nos salve de esta hecatombe peculiar, aunque, de ser nombrado, no hay nadie que se salve de ser salpicado por la mugre y la inmoralidad.

Moraleja: Está claro que los ciudadanos debemos tener el derecho a revocarle sus cargos a los políticos que no cumplan con las normas elementales  de forma inmediata, sin goce de sueldo ni indemnización alguna.