Señor director:
Hacer uso de fuentes secundarias para confirmar la noticia y diferenciar “datos” de información y por razones éticas -frente a la duda que puede dañar a personas- consultar directamente al o los involucrados hoy es fácil habiendo tantos medios y siendo un país pequeño en que casi todos nos conocemos. Frente a la duda: verificar. ¿No se enseña así “en teoría” a nuestros hijos en las buenas escuelas de comunicaciones? El buen informador debiera mantener un confiable número de fuentes diversas, objetivas y subjetivas y no quedarse solo con una, puesto que cada fuente también cambia en el tiempo. ¿No es a veces válido abstenerse, antes de confirmar un hecho? De esta manera se asegurará la obtención de unos datos correctos y contrastados y, por ende, una información veraz. El buen informador debe seleccionar y jerarquizar aquellas fuentes cuya fiabilidad sea máxima antes de comunicar. ¿Cuán grave es esta falta y cuán culpable es la fuente?
Mientras más relevante sea la noticia o el hallazgo más se obliga al informador profesional a confirmarla con máxima acuciosidad, cual arqueólogo o astrónomo o científico, no confundir ficción con realidad o deseo o chequear como médico su diagnóstico con un colega. Quedarse con la primera impresión o es de principiante o descontrol emocional, que todos podemos tener, pero en público puede atentar contra la objetividad y dignidad de las personas. Diferente es decir: tú “me mientes” a preguntar “¿no cree usted que puede estar equivocado? pues yo tengo otra información”. Son las buenas prácticas del comunicador.
Thomas Mann nos da una gran lección de vida en su novela “Alteza Real”, acerca de la preparación que recibe el príncipe heredero para ejercer el futuro gobierno. Una de las claves es el control de sus emociones frente a cualquier evento. En el pasado esta preparación llevaba años. La consultoría enseña que hoy estos procesos se pueden acortar a través de métodos con que se prepara a altos directivos internacionales en corporaciones cuya magnitud es similar a un país. Se observa poco control emocional y diplomacia al salir al trote por un llamado de Fidel o responder con dudas a una falsa imputación. Entre otras reacciones recomendables -sin perder naturalidad y estilo- está el preguntar: ¿qué es lo que realmente quiere usted saber? O “por favor revise sus fuentes” o “usted tiene un error” o “su afirmación carece de veracidad”. Tampoco es adecuado contestar “paso” a una consulta periodística relevante para la ciudadanía.
Los gobernantes de Chile se verán enfrentados a duros escenarios internacionales y locales. Más vale prepar-arte y anticipar. Una mala respuesta o un simple gesto puede afectar seriamente los intereses y oportunidades de Chile. De nada valdrá posteriores disculpas de un desatinado informador nacional o extranjero o de un mal manejo diplomático frente a múltiples provocaciones a medida que compitamos y crezcamos. Chile está en un estado expectante de salir de su actual “semidesarrollo” y debe profesionalizarse, capacitarse y educarse en forma urgente en todos sus aspectos -gobernantes, profesionales, empresas, instituciones y ciudadanos- para no volver a las profundidades del subdesarrollo, de donde tanto nos ha costado salir, si queremos llegar a otro nivel económico de feliz y buena vida para todos.
Omar Villanueva Olmedo
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