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Un chiste judío


Miércoles 29 de mayo 2013 10:28 hrs.


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Una marioneta con la figura de un lagarto, aparentemente gracioso para la masa , lanza en televisión un chiste que enciende las alarmas por su grado de ofensa a la comunidad judía en general, al decir que ellos arden mejor que la leña, en una clara alusión a los crematorios de los campos de concentración nazis y a todo el horror que significó la “solución final” , donde murieron millones de personas, masivamente judíos, pero también gitanos, comunistas y de varias otras razas y creencias, únicamente por el delito de no ser arios puros.

La prensa chilena, siempre tan sesgada, aprovechadora, inocua y poco profunda informa del hecho, diciendo que el presidente de la Comunidad Judía de Chile presenta un reclamo formal por discriminación y que hay 300 reclamos en el Consejo Nacional de Televisión y, al medio muestran a cuatro parlamentarios con cara de circunstancias reprochando el hecho y, de epílogo, la felicidad generalizada porque echaron del canal al mono y a su titiritero.

Listo, la justicia fue hecha, el antisemitismo, el racismo y el clasismo desaparecen de Chile y todos felices podemos volver a cohabitar en nuestro país de maravillas varias.
Confieso que, como no sabía de la existencia de este lagarto, ni lo había visto y, por ende, no lo había escuchado en sus rutinas, me metí a navegar por internet, pensando que el hombre detrás de la marioneta era la imagen viva de un nazi criollo, con suásticas tatuadas y la Cruz de Hierro colgando de su camisa, mano alzada gritando Heil Hitler.

Gran sorpresa la mía al ver que el marionetero era una persona de fenotipo bastante chilensis comunis y corrientis, diciendo la típica frase después de una metida de pata que te cuesta la pega: No quise ofender a nadie.

Y me dio por creerle, no lo conozco ni tengo ningún interés en conocerlo, pero le creo. Le creo porque pienso que es simplemente un ignorante más de esta franja de tierra, donde personajes ligados a las élites esconden la verdadera historia de la humanidad para no tener que dar explicaciones sobre su pasado no muy lejano y su actuar, donde las verdades históricas se acomodan a la pinta del poder económico y su soberanía sobre los medios de información, incluyendo el canal de televisión donde el lagarto hacía sus chistes pobretones y racistoides.

Creerle y justificarlo son cosas distintas, en lo personal pienso que este señor debería pasar unos cuantos días a la sombra, pero no de vacaciones, sino que estudiando, a ver si logra entender la magnitud de su estupidez, de su desatino, de su ignorancia y de su racismo encubierto y absurdo, ya que él, si hubiera vivido bajo el nazismo, con esa cara y su pelo negro, hubiera tenido altas probabilidades de terminar en un horno, como tanta de esa gente inocentemente asesinada sobre la cual hizo humor.

Entonces, la pregunta que me asalta es si el titiritero de marras es un fascista consumado o es sólo el producto de nuestra paupérrima educación y desinformación generalizada y me inclino por lo segundo.

Avalo mi aseveración con los siguientes hechos:

1. Llegaron 300 reclamos al CNTV, apenas 300 reclamos, en un país de 17 millones, lo que implica que por estos lados nadie le toma el peso a lo que significa el racismo, del cual el antisemitismo es apenas una de sus variantes, porque agreguémosle el desprecio a los Mapuches, a los peruanos o bolivianos, producto del constante bombardeo sobre nuestra supuesta superioridad sobre el resto de América Latina, como una buena manera de que no veamos la pobreza intelectual y cultural que nos aprisiona y enceguece,

2. El facilismo para justificar el chiste diciendo que, total, se lo merecen, porque los judíos han hecho con los palestinos lo que los nazis les hicieron a ellos. Yo, como descendiente de árabe, no puedo aceptar este argumento, lo encuentro simplista y, peor aún, francamente estúpido, porque hace creer que hay pueblos malos y pueblos buenos, religiones buenas y religiones malas, razas buenas y razas malas y, de nuevo, ahí tenemos el argumento con el que Hitler se lanzó al exterminio, cuando en todos lados hay gente buena y gente mala,

3. Cuando aparecen senadores dando una conferencia de prensa con una extraordinaria cara de indignación, declarándose absolutamente en contra del hecho, no puedo evitar pensar que muchos honorables se han negado sistemáticamente a mejorar de verdad la calidad de la educación, porque saben que no hay nada peor para sus intereses que gente educada, que tarde o temprano les va a pedir rendición de cuentas por sus actuaciones pasadas, ya sea por su apoyo irrestricto a una dictadura que también pobló de campos de concentración y exterminio a Chile o a otros que se hicieron los lesos, en la medida de lo posible, para no cambiar nada y tocar a los menos posibles, pero, por sobre todo a aquellos que se acomodaron al sistema imperante haciendo pingües negociados con una educación de mala calidad, masiva y deficiente en su estructura.

No es casualidad que en Chile haya desaparecido el ramo de Educación Cívica de las aulas y que casi no se enseñe filosofía, ya que el pensar le hace muy mal al ciudadano corriente, la enseñanza de la historia es un recuento de hechos casi sin conexión, casi como enseñar las tablas de multiplicar y eso, justamente eso, es lo que lleva a que un pelafustán que se cree gracioso, haga un chiste brutal , justificando de paso las aberraciones a los que el ser humano es capaz de llegar, pero, itero, no lo dice por ser racista o antisemita, lo dice porque nadie en este país se ha preocupado de enseñarle aquella parte de la historia que obligaría a muchos a dar explicaciones por comportamientos similares.

Así que de los nazis, enseñemos poquitito, con suerte que existieron, sobre la Segunda Guerra Mundial, que afectó a Europa hace mucho tiempo, de la Inquisición, alguna cosa poca, para no ofender creencias, sobre el exterminio de las razas originarias, sólo un párrafo, entonces, no se extrañen si alguien hace chistes racistas, antisemitas u homofóbicos, no es culpa de él, es culpa de una educación empobrecida a propósito para mantener a la masa de los chilenos a pan y circo, aunque siempre sea más el circo que el pan.