Construyendo futuro

  • 30-10-2013

Decir que el futuro es inédito y sorprendente suena a tautología. Y cuando se trata de la construcción de la sociedad, no puede ser un argumento que se esgrima para evitar responsabilidades. Todos aportamos nuestro esfuerzo en hacer mejor o peor lo que viene.  En momentos de crisis como el que vivimos, es inexcusable que el ciudadano común no esté alerta. O que los referentes sociales esgriman el asombro para explicar los resultados negativos de sus acciones.

Esta mirada es posible hacerla en cualquier momento, pero en época de elecciones se dibuja más nítidamente. Sin desconocer que pareciera ser el ámbito global el que dicta las pautas, con o sin procesos electorales involucrados. Muestra de ello es el avance de las posiciones xenófobas en Europa.  Y que detrás de posturas anti inmigrantes, los partidos ultra derechistas ganen espacios que después de la Segunda Guerra Mundial se creía habían perdido para siempre. Parece diluirse así lo que fue un claro avance del sentido solidario entre los seres humanos….¡¡¡¡Si hasta en nuestra minera y emperifollada Antofagasta ha habido marchas anti inmigrantes!!!!

Claro que este escenario se sustenta sobre estructuras algo más complejas. Que el gobierno de los Estados Unidos tenga que estar dando explicaciones a sus aliados en todo el mundo, no es baladí. Treinta y cinco líderes mundiales fueron espiados por funcionarios que obedecían instrucciones de Washington.  Y millones de habitantes del planeta vieron vulnerada su privacidad. No es que el espionaje sea una creación de la administración Obama.  El problema es que entre amigos no se espera una acción de tal naturaleza. Angela Merkel, Francois Hollande, Mariano Rajoy, Dilma Rousseff, no encajan en el perfil que los EEUU nos han creado de los terroristas. Tampoco son enemigos potenciales. Simplemente, el sistema imperante deja en evidencia que para operar exitosamente en él hay que asumir que el fin justifica los medios.  Y el fin es dominar al mundo.  El precio que se pague por ello, no importa.

Si esta mirada macro se baja al microcosmo de nuestras sociedades, las instituciones se ven cayendo a pedazos. ¿Puede extrañar que entre nosotros algunos candidatos presidenciales exhiban dudosos méritos para avalar sus aspiraciones? Uno de ellos, Franco Parisi, enfrenta demandas por manejos dolosos en la administración de colegios pertenecientes a la Masonería chilena. Igual imputación se le hace por el período en que se desempeñó como decano interino de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile.

Otro, Marcel Claude, fue demandado en juicio de alimentos y por el no pago de beneficios a trabajadores de un diario de su propiedad.  Claude enarbola una postura de izquierda.

Nada de esto debiera extrañar, sin embargo. El actual presidente, Sebastián Piñera, siendo candidato, pagó más de US$300 mil para dejar sin efecto un juicio por utilización de información privilegiada en una millonaria operación bursátil. Y, anteriormente, había sido señalado responsable en la quiebra fraudulenta del Banco de Talca, hoy desaparecido. Durante meses eludió el acoso policial escondido en recintos de organismos internacionales.

Tampoco debiera extraña que la representante de la derecha, Evelyn Matthei, declare desconocer los atropellos a los DDHH cometidos durante la dictadura del general Pinochet, de la cual su padre, el general de aire (r) Fernando Matthei, formó parte. ¿Y podría llamar a sorpresa que la ex presidente Michelle Bachelet, luego de presidir ONU Mujer, integre en su programa sólo el aborto por malformación de feto, por estar en peligro la vida de la madre o en caso de violación? ¿Acaso para ella las mujeres no tienen derecho a opinar sobre un tema crucial en sus vidas? Pareciera que en este ámbito tiene mayor peso la trasnochada visión religiosa que el parecer de más del 60% de los chilenos que están por el derecho a optar por el aborto.

Desgraciadamente, todas estas actuaciones se reflejan en el comportamiento social. La simulación, el engaño, la desconfianza, son actitudes que marcan el actuar de la sociedad chilena. Y la autoridad pretende combatirlas sólo con represión. Está visto que no se encuentra en condiciones de hacerlo con el ejemplo. Una siembra más bien escuálida si se pretende crear una sociedad sana para el futuro.

Así estamos construyendo el país venidero. Nadie puede sorprenderse que entre el legado de estos líderes de opinión y la filosofía que crean los futbolistas, el Chile del mañana traiga sorpresas mayúsculas. No podremos alegar ignorancia.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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