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La otra (silenciosa y pirómana) delincuencia en la ciudad

Columna de opinión por Julio Hurtado
Miércoles 20 de noviembre 2013 17:08 hrs.


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Una parte importante de la clase política, especialmente la de  los sectores más conservadores, apela regularmente al tema de la delincuencia y de la necesidad de mano dura. Para ello inventan consignas efectivas, pero absolutamente mentirosas, como el de “la puerta giratoria”, o, sin asumir nunca la propia responsabilidad,  buscan culpables artificiales como los defensores y ahora los jueces. Paradójicamente, a todos los acusan de “garantistas”, como si no fuera ésta una característica esencial de toda justicia: garantizarla.

Además, este es un tema de demagogia pura, ya que Santiago es la ciudad capital más segura de América Latina y, paradójicamente, Chile tiene uno de los promedios más altos de presos per cápita, pese a lo cual, nunca se menciona que el país tiene unas condiciones carcelarias vergonzosas, que en vez de regenerar a los infractores de la ley, los eterniza en el delito.

El problema de la seguridad en nuestras ciudades está más relacionado con la desigualdad económica y social que se expresa espacialmente en una ciudad desigual y segregada y en una población, principalmente jóvenes, excluidos y desafectados.

Pero, en las ciudades aparece otro tipo de delincuencia de la cual los medios no informan. Me refiero a permanentes actos delictivos que afectan a inmuebles patrimoniales de nuestra ciudad. Es así que en los últimos dos años, sospechosamente, se han producido a lo menos siete incendios que han destruido caserones patrimoniales, que han significado una irrecuperable perdida para la ciudad.

En el reciente incendio del Palacio Adúnate, ubicado en plena Alameda de las Delicias, y también en los otros siniestros que afectaron a inmuebles patrimoniales, según informe de bomberos, hubo manos de terceros y según una alta funcionaria de la municipalidad de Santiago hay serias sospechas de intencionalidad. Al respecto, un dirigente de una organización preocupada del patrimonio urbano sostuvo que estos incendios  “son curiosos y bastante extraños, en general, ocurren los fines de semana, en casas esquina (que son las que tienen mayor plusvalía) y en inmuebles de alto valor patrimonial, que son destruidos y luego aparecen torres en altura y proyectos inmobiliarios que entregan una pista para decir ¿quién está detrás de esto?”.

Estamos frente a una clara actitud delincuencial. Silenciosa y poderosa. Que, no importando los medios y el perjuicio a la sociedad y a la ciudad, busca realizar los negocios inmobiliarios a como dé lugar, arguyendo una supuesta “modernización” de nuestras ciudades.

Una pregunta final:

¿Sería posible que alguna universidad, en vez de preocuparse solamente de “lo social” cuando hay ingresos involucrados, capacite a empresarios inmobiliarios acerca de los valores democráticos, sociales, culturales e incluso económicos que tendría preservar el patrimonio y construir una ciudad más igualitaria? 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.