Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 26 de abril de 2024


Escritorio

Pueblo Judío y Biblia Cristiana


Jueves 11 de septiembre 2014 15:00 hrs.


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“No existe ninguna religión oriental-decía Berlioz- en la que no haya,
como regla general, una virgen inmaculada que dé un Dios al mundo.
Y los cristianos, sin inventar nada nuevo, crearon a Cristo,que en realidadnunca existió”
(“El Maestro y Margarita”, novela de Mijail Bulgakov).

Decidí escribir este artículo luego de escuchar, el domingo 7 de setiembre de 2014, parte del programa Diálogos, en la radio de la U de Chile. La retahíla de opiniones sesgadas del entrevistado, señor Bernardino Bravo Lira, me sorprendieron. Los que peor la sacaron, fueron los ateos. Se salvó de sus dardos la Iglesia Católica; de lo que colijo que es un ferviente defensor. ¿Habría que suponer que ve en ella una institución infalible o casi? Este artículo es sobre el rol de la Iglesia Católica en la persecución de los judíos.

Ayelet Shaked -diputada al parlamento israelí, por el partido Hogar Judío-, declaró hace poco que había que matar a las mujeres palestinas para que no engendren “pequeñas serpientes”. Parábola de cuño bíblico para referirse a los niños palestinos. ¿Se trató de un mensaje de Dios, a través de la parlamentaria, a su pueblo elegido para que actúe en consecuencia? La pregunta no es ni ociosa ni irónica. ¿Verán las futuras generaciones incorporadas a las Escrituras Sagradas de los judíos las palabras de la diputada?

Por cierto, la mayor parte de los medios de comunicación, en Chile, ignoró la declaración de la parlamentaria. Pero, ¿cómo habrían reaccionado esos medios, si el mismo pensamiento lo hubiese expresado alguna autoridad palestina en relación a las mujeres y niños israelíes?

Los hebreos y judíos han logrado, propagandísticamente, aparecer como eternas víctimas. El término Holocausto cuando es mencionado, como por reflejo condicionado, se lo asocia sólo con las vicisitudes de aquéllos en la Segunda Guerra Mundial y se olvida a menudo el exterminio por los nazis y sus secuaces de gitanos, homosexuales, retrasados mentales y otros grupos y nacionalidades.

La historia muestra que ha habido pueblos que en ciertos momentos han sido perseguidos, para luego ser ellos implacables perseguidores. Es el caso de hebreos y judíos. La persistente agresión israelí a la población palestina es demostrativa.

Las religiones a menudo han recurrido a la violencia. De ello son ejemplos el judaísmo y el cristianismo. En efecto, las relaciones entre estos dos movimientos estuvieron marcadas por el sello de la violencia, desde los tiempos de Jesús hasta la Segunda Guerra Mundial. Igualmente, no ha sido poca la sangre derramada debido a luchas “fratricidas” entre cristianos. Otro tanto ha ocurrido al interior del judaísmo.
Relaciones Judeo-cristianas.

Ha sido de interés leer, por la visión que entregan sobre el tema, “El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana”, de la Pontificia Comisión Bíblica (en adelante, PCB); así como, “El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana. Una Respuesta al Documento de la Pontificia Comisión Bíblica”, de Edward Kessler.

Joseph Ratzinger, que fue presidente de la CPB, es quien hace la presentación del documento. En una parte de éste se pregunta: “La presentación de los judíos y del pueblo judío que hace el mismo Nuevo Testamento, ¿no ha contribuido a crear una enemistad hacia el pueblo judío, que ha preparado la ideología de aquellos que querían eliminar a Israel? Para más adelante señalar: “La última parte del documento responde a la cuestión de la presentación de los judíos en el Nuevo Testamento… los reproches que el Nuevo Testamento dirige a los judíos no son ni más frecuentes ni más duros que las quejas contra Israel que encontramos en la Ley y los Profetas, es decir dentro del mismo Antiguo Testamento. Pertenecen al lenguaje profético”.

Recuérdense sus declaraciones como Papa en Brasil a propósito de la evangelización de los indígenas en América Latina, llevada a cabo, según él, sin grandes conmociones y respetando la cultura de aquéllos. Ambos episodios muestran que el atrevimiento de este religioso (¿o de la Iglesia Católica, en su conjunto?), es inconmensurable a la hora de dar cuenta de las acciones de la Iglesia.

Ante tamaña relativización de Ratzinger respecto de la responsabilidad de la Iglesia Católica , Kessler escribe en su Respuesta: La Shoah (Holocausto)… llevó a una conciencia generalizada de la inmensidad de la culpa que cargaba la Iglesia, no sólo por su silencio general durante 1933-45, con algunas nobles excepciones, sino también por su Adversus Judaeos, que produjo una “enseñanza de desprecio” hacia los judíos y el judaísmo que se prolongó durante siglos” y que “le facilitó tanto a Hitler el uso del antisemitismo como arma política.” Para más adelante agregar que “el documento (de la PCB) no analiza hasta qué punto existe una relación directa entre la Shoah (y la historia del antisemitismo cristiano) y el Nuevo Testamento”.

El documento de la PCB se refiere, entre otros temas, a cuando las primitivas comunidades cristianas sufrieron el rechazo, la persecución y la violencia de parte del judaísmo, cuyo clímax lo constituyó la ejecución de Jesús. El conflicto entre comunidades judías y comunidades cristianas señala el documento de la PCB “ha dejado evidentemente sus huellas en la redacción de los Evangelios y los Hechos”.

El documento de la CPB define como judaísmo al período de la historia israelita a partir de 583 a.C. y agrega que “la religión del judaísmo fue en muchos aspectos la heredera de la religión de antes del exilio en el reino de Judá”. Destaca la gran diversidad de “partidos” o escuelas existentes dentro del judaísmo y señala que “las relaciones entre los distintos grupos (saduceos, esenios y fariseos, además de muchos judíos que no eran parte de ninguno de estos grupos) fueron a veces extremadamente tensas, llegando a la hostilidad… algunos sumos sacerdotes fueron responsables de bastante violencia.” Advierte sobre estas hostilidades a fin de “colocar en su contexto la enemistad que se encuentra en el Nuevo Testamento desde el punto de vista religioso”.

¿A cuál de estos “partidos” o escuelas pertenecía Jesús? El documento señala que “lo más probable es que Jesús no perteneciera a ninguno de los partidos que existían entonces en el judaísmo.”
El texto de la CPB señala que el conflicto entre dirigentes de las sinagogas y los discípulos de Jesús fue agudo y que no cabe duda que a partir de fechas diversas y dependiendo de los lugares, las sinagogas locales ya no toleraron la presencia de cristianos a quienes se les hizo sufrir vejaciones que podían llegar hasta la pena de muerte… “a finales del siglo II, quedaron netamente trazadas las líneas de demarcación y división entre los judíos que no creían en Jesús y los cristianos”.

En su documento la CPB nos cuenta que en su Evangelio, Mateo no siempre restringe su polémica a la clase dirigente del judaísmo, sino que, por ejemplo, toda la ciudad de Jerusalén, es acusada de “matar a los profetas” y “lapidar a los que son enviados”.

Basándose en el relato de Mateo sobre la Pasión, el documento de la CPB expresa que “instigados por los sacerdotes y los ancianos, “las multitudes” exigieron de Pilato que Jesús fuera crucificado (Mt 27, 20-23). En respuesta a la negación de responsabilidad expresada por el gobernador romano, “todo el pueblo” presente tomó sobre sí mismo la responsabilidad de la muerte de Jesús”. (27, 24-25)

El documento de la CPB señala que, por su parte, “en la obra de Lucas… se manifiestan graves tensiones… no puede y no quiere ocultar el hecho de que Jesús se encontró con una oposición radical por parte de las autoridades de su pueblo y que luego la predicación apostólica se encontró en situación análoga”.

Un hecho interesante y anecdótico es que, según lo muestra la Parábola de las Minas, Jesús no se andaba “con chicas” a la hora de amenazar, incluso de muerte, a sus detractores o adversarios. La parábola, se dice en el documento de la PCB, “constituye por parte de Jesús una insistente puesta en guardia contra las posibles consecuencias previsibles de un rechazo de su persona”.

El documento de la CPB consigna que “el relato de la Pasión según Lucas no es particularmente severo con las autoridades judías”.

Al abordar el documento de la PCB el Evangelio de Juan, encontramos momentos en que se evoca la hostilidad de los judíos hacia Jesús llegando hasta tratar de matarle. El documento señala, además, que “los cristianos fueron expulsados de las sinagogas (16,2) y, por eso mismo, se encontraron expuestos a vejaciones por parte de las autoridades romanas, pues ya no gozaban de las libertades concedidas a los judíos”.

Estos son algunos ejemplos que la PCB esgrime en su documento, tomados del Nuevo Testamento, para mostrar las persecuciones de los judíos a los cristianos. Por su parte, Kessler señala en su Respuesta que “entre los pasajes difíciles del Nuevo Testamento a los que se refiere el documento están las narrativas de la Pasión, porque exageran la responsabilidad de los judíos por la muerte de Jesús y disminuyen la responsabilidad romana. En consecuencia, han sido extremadamente dañinos en las relaciones judeo-cristianas”.

La historia posterior del cristianismo muestra cómo éste pasó de movimiento perseguido a perseguidor. De esto dan cuenta las opiniones de Kessler en su Respuesta: “Un estudio de la relación entre los cristianos, los judíos y la Biblia (porque esto es verdad para el Antiguo Testamento, como para el Nuevo) debería considerar por qué la Escritura fue interpretada para promover el odio, la discriminación o la superioridad de un grupo sobre otro. Con mucha frecuencia encontramos textos bíblicos que se han usado para que el hombre sojuzgara a la mujer, el blanco al negro, el cristiano al judío. El documento [de la PCB] se habría visto beneficiado reconociendo que la tradicional “enseñanza del desprecio” fomentó un abuso de las Sagradas Escrituras.”

Fernando Curiqueo Vásquez

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