Los hombres también lloran

  • 17-07-2015

Reconozcámoslo, amamos los Minions. Nos encantan esos graciosos secuaces amarillos que ahora están en cartelera con su propia película. Aunque este estreno no llegó sin cierta que polémica, ya que hay quienes han alzado la voz para evidenciar el hecho de que ni en esta cinta –ni en las dos de “Mi Villano Favorito”- existen chicas Minions. Son más de doscientos de estos personajes y ni si quiera uno de ellos sería una chica. Así estos encantadores seres estarían incluso peor que en la aldea de los Pitufos.

El tema de la subrepresentación de las mujeres en todas las áreas de la vida pública, pero especialmente en los medios de comunicación –que definen y normalizan muchas de nuestros comportamientos sociales- es algo que alerta a quienes creemos que es fundamental ir generando equidad entre hombres y mujeres en todas las áreas, incluso en aquellas de ficción. Porque es evidente que hay algo allí que nos está limitando, y no hablo sólo de las mujeres.

Consultado acerca de la ausencia de Minions femeninos su creador, el animador francés Pierre Coffin, señaló que “Al ver lo tonto y estúpido que a menudo son, simplemente, no podía imaginar Minions como niñas”. A ver, ¿Qué es exactamente lo que está diciendo este realizador? ¿Que la estupidez y la torpeza son dominio exclusivamente masculino? ¿En serio? No me voy a dedicar acá a presentar argumentos de lo contrario -aunque los hay y muchos- más bien quiero detenerme en el sesgo de género que tampoco deja muy bien parados a los hombres. Porque aunque parece que a veces se nos olvida, cuando hablamos de género, hablamos de las construcciones sociales que definen como se supone deberían comportarse las mujeres, pero también los hombres.

Recuerdo cuando Emma Watson hizo una de sus primeras intervenciones como Embajadora de Onu Mujeres. Conmovida, la actriz señalaba que una de las razones por las que se consideraba feminista era porque le dolía ver cómo, pasada cierta edad, sus amigos varones debían dejar de lado sus sentimientos, dejar incluso de hablar de ellos para comportarse como se supone lo haría un hombre. ¿Qué significa eso? En serio, ¿Qué significa ser un hombre en estos tiempos?

En internet andan hace un rato circulando unos memes que exponen cierta discriminación masculina. Entre ellos se denuncia que en Irán sólo se condena con muerte la homosexualidad masculina; que recién en 2013 la ONU reconoció a los hombres como víctima de violencia sexual en conflictos armados; que en Corea del Sur más de 650 hombres son encarcelados por negarse a hacer el servicio militar o que en Rusia, sólo los hombres pueden ser condenados a cadena perpetua. Cada una de estas imágenes está acompañada de una bajada que irónicamente señala “Pero eso no es un tema de género”. ¡Pero claro que lo es!

Si seguimos la lógica que se nos impone culturalmente el hombre debería ser siempre el líder, fuerte, seguro, capaz, sin posibilidad para la duda y siempre dispuesto sexualmente. Y según el creador de los Minions también puede ser todo lo torpe y estúpido que quiera. Ser un “macho” en estos tiempos es una cosa confusa. Por eso cuando hablamos de discriminación de género, de imposiciones que culturalmente se reproducen y que nos obligan a actuar según una norma específica que define “lo masculino” y “lo femenino”, hablamos de algo que nos afecta en general.

No estoy victimizando a los hombres. Claramente las dificultades que hombres y mujeres enfrentamos en nuestra vida pública y privada no son equiparables, pero si son reales para todos. Hay cierta área del feminismo que ha tomado el tema de las masculinidades como uno que es necesario investigar y debatir. Existen varias agrupaciones de hombres y mujeres que están reuniéndose para revisar los conceptos de masculinidad que la sociedad les impone. Es un buen momento para reconocer que los prejuicios van de un lado y otro, que el machismo también afecta a los hombres en sus posibilidades de ser y estar.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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