Señor director:
En nuestro país el Estado no solo tiene un nombre, el del país , sino que también tiene apellidos y éstos son : Matte, Solari, Paulmann, Luksic, Angelini y aún otros. Son los apellidos de los ricos y poderosos para los cuales el Estado funciona a la perfección. En pocos lugares del planeta en la hora actual el Estado como instrumento de una clase para oprimir a las otras esta mejor ilustrado que en Chile.
Todos los días, en las decisiones del gobierno, del parlamento, de la justicia , los ejemplos son numerosos para corroborar esta situación de hecho : las medidas que se toman buscan por lo esencial preservar los intereses de los más afortunados y aumentar las posibilidades para que ellos acrecienten su patrimonio.
Se puede decir que históricamente en el desarrollo de la humanidad el Estado se formó desde el momento en que los intereses de los diversos grupos que componían la sociedad se habían hecho irreconciliables y que hubo necesidad de un organismo regulador. Pero rápidamente , en todas partes , en lugar de reconciliar los intereses divergentes el Estado se transformó en el instrumento de una de las clases, que se convirtió en la opresora. Para esto fue necesario desde luego crear la policía y el ejército.
En los países desarrollados el aspecto represivo del Estado ha quedado menos de manifiesto hoy en dìa , pues para responder a la complejidad de la vida ha sido necesario desarrollar servicios de calidad en la salud, la educación, la previsión, así como toda una institucionalidad a la que la ciudadanía tiene acceso y que modera un poco la brutalidad de la opresión.
Pero en nuestro país , en cambio , hemos vuelto atrás, es decir a las condiciones más primitivas del Estado como instrumento de la clase poseedora. La prueba de ello la han estado dando sistemáticamente los gobiernos que se han sucedido desde la dictadura hasta nuestros días, unos gobiernos que se han convertido en el sostén incondicional y declarado de un modelo económico que tritura a los trabajadores y a los pobres en beneficio de los dueños del capital.
Los optimistas afirman que el funcionamiento brutal de sociedades como la nuestra es en sì mismo una forma de educar a las mayorìas subordinadas sobre la naturaleza de sus propios intereses, pues éstas ven al desnudo los resortes de la dominación. Así, son las contradicciones flagrantes que se operan todos los dìas delante de nosotros las que terminarán, esperémolo, por abrir los ojos de los más enceguecidos.
Pero aun será necesario desengañar a muchos otros, combatiendo la ideología y la seudocultura del conformismo que cultivan los medios y en especial la prensa del duopolio , defensores encarnizados del establishement.
Por José Cañas C.
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