– Cual canción de Serrat pensó que la inflación iba a la baja pero iba alza –
El futuro siempre es incierto, aun tratándose de cifras económicas. Sabemos que anticipar comportamientos futuros en temas atinentes a la sociedad está sujeto a la incertidumbre y lo mismo ocurre, también, con la anticipación de los indicadores económicos. Sin embargo, esta es una tarea completamente distinta entre: 1.- Los que tienen y los que no tienen estudio y experiencia sobre los posibles e inciertos comportamientos futuros y 2.- Entre aquellos que emplean metodologías basadas principalmente en correlaciones con hechos pasados y los que interrelacionan posibles eventos o hechos futuros.
Cada área del conocimiento plantea sus propios métodos para lidiar con estas cuestiones que tienen que ver con la anticipación no la proyección en asuntos sociales y económicos. La experiencia nos muestra reiteradamente que (a) hay personas que tienen mejores o peores conocimientos o experticia sobre cómo actuar con respecto a previsiones y (b) también hay métodos mejores o peores para ayudar en este cometido. En el caso del IPC nacional de un 5 por ciento anual al parecer ocurre la situación más inadecuada: (a) se tiene una inadecuada o muy mala comprensión sobre cómo se debe actuar con respecto a “los” futuros posibles y (b) el o los métodos que se emplean son inadecuados.
Una alta inflación del 5 por ciento en el último año está muy lejos del 3 por ciento anticipado desde el 2012-13 y 14. Está fuera de los rangos históricos y es un 67 por ciento superior al estimado, lo que constituye una diferencia extraordinaria que sólo puede dejar tranquilos a los afortunados que se ven beneficiados directamente por esa diferencia, en especial cuando los ahorrantes reciben de parte 3 de instituciones financieras por un mes, aproximadamente, un sexto, en comparación con los seis sextos que tienen que pagar los consumidores de créditos por montos similares.
Contrasta el 5 por ciento de IPC anual con una parte del mundo en que el aumento de los precios al consumidor han sido cercano a cero y es una lamentable derrota para quienes tienen la responsabilidad constitucional de tenerla bajo control. Por ejemplo, si se hubiera anticipado hace dos años una inflación esperada promedio de 5 por ciento para el período entre julio 2014 – agosto 2015 es probable que el rango de la estimación hubiera estado entre valores menores y mayores a: 3 por ciento y 7 por ciento respectivamente, según métodos tradicionales. Cifras que probablemente nunca estuvieron en la mesa de los decisores y recomendadores.
Se puede suponer que entregar a la opinión pública un rango superior al histórico (3 por ciento) demostraría que se tiene más incertidumbre o se tiene más dudas sobre lo que será ese futuro. Pero, al parecer es menos costoso equivocarse en la anticipación, que sacar la cara por los errores de estimación, que anualmente significa transferencias inmensas de riquezas entre el estado, empresas y personas. Es posible que la pérdida de poder de compra de los chilenos represente una disminución significativa de la demanda.
Cuando se trata con temas de los futuros además también es normal que quienes se dedican a la consultoría de empresas recomienden diseñar planes alternativos o contingentes para enfrentar las diferencias que se van produciendo en el camino al futuro, de manera de aminorar el sonrojo de tener que dar explicaciones de los errores cometidos, en la mitad o al término del período.
Y si bien estos errores se producen en el campo de la economía, también se producen en el campo de la política, porque andar dando explicaciones sobre los errores que se han cometido en los últimos 17 meses, es una pérdida de tiempo y de recursos muy cuantiosos. Una alternativa habría sido aplicar los planes contingentes o situacionales a tiempo, que hubieran conducido a lograr los objetivos propuestos y, por lo tanto, a evitar tener que dar tantas explicaciones y exponerse a una evitable crítica. Categóricamente en esto, racionalmente hablando, o se sabe o se es un ignorante y este último estado es muy peligrosos, en especial cuando se tiene que tomar decisiones que afectan a tantas empresas y personas y sobre todo a los más desprotegidos del sistema y que involucran cuantiosos recursos nacionales del sector público y privado y las familias. No se puede olvidar que hasta un decano de una importante escuela de economía pronosticó públicamente, que Chile entraría en recesión durante el 2015… mas en cambio Chile entró a modo inflación. Todo indica que se requiere más investigación científica multidisciplinaria y agencias especializada sobre “los futuros de Chile”.
Dado que el futuro llegará de un modo: muy promisorio o desafortunado ¿se imagina las explicaciones que se darán en un par de años más cuando se tenga que evaluar la gratuidad y la calidad asociada de la enseñanza en sus diferentes niveles y del plan de poner fin al lucro a una educación (tradicional, carente de innovación y caduca para enfrentar el siglo XXI)? ¿Podría anticiparse quienes serán los intrépidos que darán las explicaciones si los resultados no son los esperados? Dicho lo anterior: ¿Por qué entonces no trabajar en serio hoy con los métodos y profesionales adecuados para llegar a lo que se quiere obtener y evitar que los líderes tengan a posteriori que dar explicaciones retóricas por las equivocaciones -potenciales y muchas anticipables- como ha ocurrido con la estimación de la inflación?
En economía, en política y en la vida no basta con pedir disculpas. Hay que revisar las bases del conocimiento y la metodologías sobre los posibles futuros y estudiar ¿qué hace que el economista y el político equivoquen el camino cual paloma de Serrat y que en vez de ir al crecimiento y al desarrollo nos hagan involucionar?
El autor es director OLIBAR Consultores e Ing. Lic. Ciencias Económicas & Administración de la Universidad de Chile