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Análisis económico: La ciencia y el empleo en el siglo XXI

Tal como en los inicios de la revolución industrial, los robots disminuirán la oferta de puestos de trabajo e incrementarán la suma de Inactivos y Desocupados, no solo en el mundo, sino también en Chile, reduciendo los bajos ingresos de los sectores con menores recursos y competencias laborales y aumentando la dura brecha de la desigualdad contra la que el país ha luchado tan denodadamente. De allí la exigencia de avanzar urgentemente en mejoras a la calidad de nuestra educación.

Roberto Meza

  Lunes 16 de noviembre 2015 11:30 hrs. 
Ciencias

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El director del Departamento de Investigación de la OIT en Ginebra, Raymond Torres, ha advertido que la desaceleración mundial y los cambios que se están produciendo en el modelo productivo a nivel internacional –en especial por la aplicación de las nuevas tecnologías- terminarán deteriorando el empleo también en Chile, donde este factor ha sido hasta ahora muy resiliente, sosteniéndose en niveles del 6,5 por ciento e incluso registrando una baja de -0,2 por ciento en doce meses.

De acuerdo al especialista, este fenómeno se explicaría porque la Minería –que es el sector más perjudicado con la desaceleración externa- no es intensiva en mano de obra y es allí donde porcentualmente se ha incrementado la desocupación con mayor intensidad (-4%), con el agregado que profesionales sectoriales que hasta hace un tiempo conseguían trabajo antes de terminar su carrera, hoy demoran promedio 12 meses en encontrarlo, según una encuesta de Mifuturo.cl.

En consonancia con el estudio OIT,  que muestra que cuando aumenta la renta de los países también se incrementa la demanda por capacitación y adaptación a cambios tecnológicos que abren oportunidades en salud, educación, cultura y economía solidaria, en nuestro país, los sectores en crecimiento del empleo son Enseñanza (3,1 por ciento) y Servicios Sociales y de Salud (2 por ciento), vinculados mayoritariamente a una oferta estatal.

En términos absolutos, la Fuerza de Trabajo en Chile, es decir, individuos en edad de trabajar, alcanza a 8.5 millones personas, de las cuales 7.9, millones están Ocupadas; 551 mil, Desocupadas y 5.8 millones, Inactivas. Según el economista de la U. de Chile, Alejandro Alarcón, la actual tasa natural de desempleo, ubicada entre el 5,5% y 6%, podría elevarse a 8%, a raíz del impacto en el mercado de la reforma laboral y su esperado aumento de poder de negociación de los sindicatos, implícito en normas como la titularidad, restricción para extender los beneficios de la negociación colectiva y eliminación del reemplazo en huelgas.

Así, dado que en Chile poco menos de 8 millones trabaja una media de 38,3 horas semanales para sostener a 6,3 millones de personas desocupadas e inactivas (INE), donde 73 por ciento tiene sólo educación básica o media, el ingreso familiar promedio se ubica en menos de US$ 2 mil mensuales. La recomendación de OIT a países emergentes es, pues, que desarrollen políticas públicas que incentiven la integración al trabajo de mujeres y jóvenes entre 15 y 24 que ni trabajan ni estudian (NINI), así como labores part time de jóvenes que se están educando.

El problema es, empero, ¿dónde trabajar? y aún más: ¿dónde está el crecimiento?, como preguntara Thomas Bernes, académico del Centro para la Innovación de la Gobernanza Internacional y ex miembro del FMI al término de la reunión de este fin de semana del G-20 en Turquía, ocasión en que las naciones industriales reconocieron que las herramientas público-estatales para reactivar el crecimiento (tasas de interés y emisión) se han agotado, dado en enorme endeudamiento de los países más afectados por la ralentización.

A mayor abundamiento, dos estudios realizados por Merrill Lynch y el Banco de Inglaterra, publicados por The Guardian, han alertado sobre la masiva pérdidas de puestos laborales que se producirá a raíz del emergente uso de “robots” en la economía, afirmando que estas mermas podrían alcanzar en los próximos años a unos 15 millones en todo el mundo, afectando principalmente a trabajadores de Ventas y Servicios, Servicios Básicos, Administración y Secretaría, Operación de Procesos en Plantas y Máquinas, Comercio Especializado, Profesionales y Técnicos, Directores y Manager seniors.

Andy Haldane, economista jefe del Banco de Inglaterra, advirtió que cuanto más inteligentes se van tornando estas máquinas, más posibilidades hay que acaben “tomando” trabajos de cualificación media. En otro estudio, Merrill Lynch ha estimado que sólo en 10 años más, las máquinas realizarán el 45% de las tareas de fabricación, porcentaje que hoy se sitúa en 10%, en sectores como la industria, agricultura, medicina y defensa. Según la firma, la inversión en robótica e inteligencia artificial atraerá en cinco años más US$ 150 mil millones, contra los US$ 50 mil millones actuales. Más recursos hacia el conocimiento, menos hacia commodities y materias primas, los “sueldos de Chile”.

En los últimos años, una cantidad cada vez mayor de robots han comenzado a desempeñar funciones que eran exclusivamente humanas, como, v.gr. la mensajería, donde drones de Amazon ya están comenzando a repartir bienes. La japonesa Hitachi estudia poner a robots en funciones de jefaturas medias y contralorías, mientras que otros fabricantes revolucionan la construcción de puentes y viviendas, domótica, comercio, policía, asesoría financiera y cadenas de montaje de dispositivos de última generación. Los robots no forman sindicatos, ni organizan huelgas,

La prospectiva del empleo ha sido tema de clásicas novelas y películas, así como de pavorosos estudios como el libro de “El Horror Económico”, de Viviane Forrester. La ciencia y el conocimiento operados desde las puras necesidades de la competencia internacional y la economía (el orden de la casa) responden, lógicamente, buscando mayor eficiencia y competitividad, sin la obligación de razonar sobre los impactos multidireccionales de esos avances. Esto último debería ser función de la política (el orden de la polis).

La inevitable llegada y/o consolidación de estas máquinas en múltiples áreas, no tiene solución “ludista”, movimiento encabezado por artesanos ingleses en el siglo XIX, que protestaron entre 1811 y 1817 contra las nuevas máquinas que destruían empleo. Tal como en los inicios de la revolución industrial, los robots disminuirán la oferta de puestos de trabajo e incrementarán la suma de Inactivos y Desocupados, no solo en el mundo, sino también en Chile, reduciendo los bajos ingresos de los sectores con menores recursos y competencias laborales y aumentando la dura brecha de la desigualdad contra la que el país ha luchado tan denodadamente.

De allí la exigencia de avanzar urgentemente en mejoras a la calidad de nuestra educación. La inversión más rentable en el siglo XXI no es en fierros ni cemento, sino en el cerebro de las personas. La polémica sobre la construcción de hospitales es una tragicómica muestra de nuestro extravío: podríamos edificar los 60 ofrecidos, pero no tendremos los especialistas chilenos para cubrir su funcionamiento.

Así, siendo las evidencias del impacto de la educación, la ciencia y la tecnología en la situación socio económica del país tan claras, la escasa relevancia que las clases política y empresarial han otorgado a estas inversiones solo podría deberse a una peligrosa ignorancia y falta de perspectivas o, mirado con mayor cinismo, porque la ciencia no atrae tantos votos como otras prioridades de corto plazo que, de mantenerse la actual inconciencia sobre la necesidad de una jerarquización racional en el uso de recursos escasos, nos terminará retornando a todos a la pobreza y a una aún mayor desigualdad.

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