Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 29 de marzo de 2024


Escritorio

El escritor negro


Lunes 6 de junio 2016 9:07 hrs.


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De esta forma denominaban antiguamente a lo que ahora se conoce como el escritor fantasma. Muchos autores conocidos  recurrieron a ellos para sus novelas. Jerzy Kosinsky autor de “El pájaro pintado” y Desde el Jardín “olvidó” cancelar los honorarios de sus ghost writers y fue demandado; fue trágico pues decidió suicidarse a raíz del bochorno. Lo hizo al más puro estilo de su compatriota polaco Jan  Lechon. Este se puso una bolsa plástica en la cabeza en la tina de baño para despedirse del mundo. Otros dicen que saltó desde la ventana de un hotel neoyorquino

Asimismo guionistas de comics recurren a ellos.

Woody Allen protagonizó un film censurado en Chile en los ochenta, “El testaferro”. Se trata de un individuo común y corriente que domina muy bien la redacción. Unos amigos suyos del partido comunista, en la era maccarthiana lo contratan para que escriba los manifiestos y panfletos. Como es un film  típico de Allen,  la buena persona es sorprendida por las autoridades y va presa mientras clama su inocencia. Los “correligionarios” virtuales quedan libres de polvo y paja. Para coronar la historia,  incluso lo despiden en la estación con pañuelos, deseándole suerte.

Juan Pablo Cárdenas señalaba en una oportunidad que una gran tirada de un matutino equivale a un bosque menos en el mundo pues pasa convertirse en celulosa pura.

Si bien la radio, la televisión y las redes sociales son positivas, lamentamos por ejemplo que en Chile en menos de un año haya desaparecido un 20 por ciento de las revistas del mercado. Nombro, por ejemplo todo el grupo Holanda, de Otto Larios con revistas tradicionales como Ercilla y Vea. Hubo intentos de cobrar indemnización pues el personal menos remunerado quedó sin pan ni pedazo, aun cuando las amenazas de cierre se escuchaban desde hace muchos años.

No son escasos los periodistas que hemos encontrado la veta en escribir para terceros. En mi caso llevo ocho libros, uno incluso encargado desde Huesca, España,  y otro que no pude concluir por razones extrañas: me bloquee.

Uno de mis contratantes me hizo escribir su vida, incluso con un viaje a Miami de por medio, para un solo ejemplar; otro, mandó a imprimir 40. Quiso numerarlos pero lo desaconsejé. Está bien, el numero uno y dos pueden ser para la esposa y otro para él como recuerdo. ¿Pero el resto de la familia y los amigos? Al que le tocó el numero cuarenta sentirá que hay 38 personas más valiosas y se honrado pasa a enemigo. En este caso, sugiero buenas dedicatorias.

Otro señor, con el cual estoy trabajando duda entre 80 y cien libros. El público en general ignora que la diferencia entre mandar a la rotativa o prensa plana cien o quinientos ejemplares es mínima. Pero son los anhelos de quienes añoran las ediciones restringidas.

Informo que una historiadora célebre chilena, escribía un libro para un funcionario del Poder Judicial. Al pasar el primer capítulo, el personaje no se sintió en la piel que estaban redactando y decidió suspender la edición cancelando los honorarios equivalentes solo a lo escrito.

Es justo.

Conozco escritores celebres que por sus libros sin firma cobran hasta 25 millones de pesos, subrayo, edición de lujo incluida. De todos modos siempre deslizan tanto los contratantes como los contratados, el nombre del escritor como para valorizar el producto.

En fin, gracias a estos resquicios, muchos periodistas ya retirados o activos o escritores talentosos pueden sobrevivir, pese a la agonía del papel.

En mayo a fines de los años setenta del siglo pasado sobrevolaba las montañas aledañas a Estocolmo, las cimas lucían un color lucia verde botella y el entrevistado se llamaba Olof Palme. Diez años más tarde fui por Sergio Bushmann. Esas mismas montañas en la misma época, mostraban un amarillo furioso, casi de van Gogh.

Afortunadamente los libros escritos como ghost writer son de escasa circulación, de manera que solo consumen una docena de arbolitos.