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Pymes: Trabajo asalariado y/o por cuenta propia

De acuerdo a este punto de vista, las cifras dan cuenta de “un mayor deterioro del mercado”, dado que los “trabajadores por cuenta propia” suben 7% en los últimos 12 meses, consolidando la tendencia de los últimos trimestres. En contraposición, trabajadores “formales” o “asalariados” dejaron de crecer por segundo mes consecutivo. A mayor abundamiento, la categoría “empleadores” -habitualmente micros o pymes-, se expandió 7,8%, hecho relevado por el INE en la medida que el pequeño emprendimiento emerge como “el principal impulsor de la ocupación en el país”, fenómeno que, en otras circunstancias, sería ampliamente visto como “buena noticia”.

Roberto Meza

  Martes 27 de diciembre 2016 8:39 hrs. 
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Las últimas cifras de desocupación entregadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) correspondientes al trimestre móvil agosto-octubre mostraron una baja de 4 décimas respecto al período previo, ubicándose en 6,4%, por debajo de las expectativas de los analistas, mientras que, para el año, la cesantía aumentó en apenas 0,1%. Para el trimestre móvil septiembre-noviembre estimaciones privadas muestran una nueva baja en la tasa de desempleo al 6,2%.

Los resultados reflejan una desocupación que cae por tercer o cuarto trimestre móvil, no obstante la persistencia de un menor crecimiento económico, el que, como se sabe, se estima cerrará este año en el orden del 1,6%, en un entorno en el que Cepal prevé para Latinoamérica una contracción de (-1,1%) con una desocupación media de 8,1%, es decir, 1,5% más que lo observado durante 2015 y su nivel más alto en una década.

Esta especial resiliencia del empleo en Chile ha sido motivo de polémica, destacando la crítica de un sector de economistas que apunta al hecho que, en 12 meses, los ocupados se incrementaron en 1,5%, guarismo por debajo de la expansión de la fuerza de trabajo (1,6%) y del aumento de los desocupados (3,2%), al tiempo que, de los 117 mil puestos laborales creados en el período -considerados insuficientes- 116 mil fueron trabajadores “por cuenta propia”, es decir, nada menos que el 98% de las plazas generadas.

De acuerdo a este punto de vista, las cifras dan cuenta de “un mayor deterioro del mercado”, dado que los “trabajadores por cuenta propia” suben 7% en los últimos 12 meses, consolidando la tendencia de los últimos trimestres. En contraposición, trabajadores “formales” o “asalariados” dejaron de crecer por segundo mes consecutivo. A mayor abundamiento, la categoría “empleadores” -habitualmente micros o pymes-, se expandió 7,8%, hecho relevado por el INE en la medida que el pequeño emprendimiento emerge como “el principal impulsor de la ocupación en el país”, fenómeno que, en otras circunstancias, sería ampliamente visto como “buena noticia”.

En efecto, en términos de origen, la creación de empleo estuvo, principalmente, en el rubro comercio (113 mil plazas), un alza de 7,7% en un año; luego se ubicó la industria manufacturera (31 mil puestos) con un aumento de 3,6%. Por razones de ciclo, la minería destruyó 34 mil puestos en el mismo lapso, mientras que las actividades financieras y de seguros redujeron en 27 mil sus plazas. En la agricultura, en tanto, subieron 2,4%, lo que, para la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), responde la temporada (labores de raleo y cosecha en huertos frutales, granos y forraje, producción de hortalizas y zonas ganaderas)

Aún más específico, la Cámara Nacional de Comercio (CNC) advirtió que los empleos por cuenta propia en el rubro crecieron 10,9% anual, esto es, 51.191 “empleados por cuenta propia” más en ese sector que hace un año, lo que, para la entidad gremial “resulta preocupante, porque se trata de trabajos precarios y poco seguros”, aunque el alza esté asociada, básicamente, a la venta por catálogo e Internet. Crítica similar plantea la SNA que advierte que los nuevos puestos “son más precarios” y producto de “estrategias de emergencia de las familias ante la debilidad en la oferta de empleos asalariados”, los cuales, empero, dependen en alrededor del 80% de una demanda que debería provenir del sector privado, pero que no se expresan porque “las expectativas económicas son malas”.

En dicho cuadro, adicionalmente, el número de personas sin trabajo que solicitó seguro de cesantía en octubre pasado fue el menor desde noviembre de 2014 (86.171 peticiones). Los últimos datos de la Superintendencia de Pensiones (SP) revelan que en el décimo mes del año se registraron 87.357, lo que significó una baja de 6,5% en doce meses y de 11,3% respecto al mes anterior. Del total, 53,6% correspondió a trabajadores con contrato a plazo fijo y 46,4% fue pedido por personas con un contrato indefinido. La mayoría de las solicitudes fue realizada por hombres (70%) y en el 21% de los casos (18.345 personas) respondió a renuncias del trabajador.

Para diversos especialistas consultados, empero, estos hechos no son sinónimo de un empleo más fuerte, ya que las causas del descenso “pueden ser variadas y no estar asociadas necesariamente a un mejoramiento de la capacidad de empleo de la economía”. En los hechos, dicen, en los últimos dos años las solicitudes de cesantía han mostrado tendencia a la baja en los últimos cuatro meses del año (septiembre-diciembre), lo que correspondería a un efecto estacional, al tiempo que hay rezago (por el trámite del beneficio), mientras que el aumento de trabajadores por cuenta propia también explica, en parte, la caída en las peticiones de seguro de cesantía.

Así las cosas, para el próximo año, las expectativas de Cepal para Latinoamérica son que, tras dos años seguidos de contracción, habrá un crecimiento “modesto” de 1,3%, “sin motores claros que lo impulsen” -¿por qué no las pymes?- razón por lo que la entidad instó a “dinamizar la inversión público-privada”, advirtiendo que el desempleo seguirá mostrando una tendencia alcista, con más personas buscando empleo, pero menos plazas de trabajo “asalariado” (a no ser por un impulso Pyme y micro, que por lo demás en A. Latina y en el país explica casi el 75% de los puestos).

Respecto a Chile, el organismo mantuvo su estimación de un crecimiento de 2% para el 2017, alentado por una leve recuperación de los precios de las materias primas, especialmente cobre; por la inversión privada, que puede hacer una contribución positiva, y la posibilidad de una baja de tasas de interés, al tiempo que advierte no castigar la inversión pública -factor de impulso en 2016- considerando que la inflación muestra clara tendencia a la baja, en un marco de aumento del consumo, superior al crecimiento del PIB.

Como se observa, hay cierta colisión entre las percepciones, diagnósticos y estrategias de especialistas clásicos y neoclásicos, con aquellos de corte más keynesiano, que brindan a la inversión pública un papel relevante en el empleo, en la medida que entienden que la principal causa de la desocupación no está propiamente en el mercado de trabajo, sino en el de bienes y servicios. Es decir, la cantidad de trabajadores que las empresas están dispuestas a contratar es función de la cantidad de bienes y servicios que esperan vender y del precio de aquellos. Así, cuando la demanda es insuficiente, las empresas prescinden de trabajadores, generando cesantía.

Los defensores de la teoría neoclásica, en tanto, consideran que las regulaciones estatales excesivas del mercado de trabajo suponen un entorpecimiento para su correcto funcionamiento, por lo que, si los salarios pudieran subir y bajar libremente y no existieran tantas trabas a la contratación y libre despido (reforma laboral), el desempleo sería friccional o inexistente.

De allí que sea curioso que, quienes supuestamente defienden un mercado del trabajo más libre, expresen preocupación por el aumento de los trabajadores “por cuenta propia” -aun cuando sus condiciones fueran más precarias o de emergencia-, mientras que aquellos que ven un papel relevante del Estado a través de su intervención en el mercado del trabajo vía bajas tasas de interés e inversión directa del Fisco, desestimen sus efectos inflacionarios, considerando que, para Keynes, no puede haber desempleo con inflación, ni inflación con desempleo, pues son incompatibles.

Desde esta última visión, son más bien las “expectativas” las que definen si las empresas crearán más o menos empleo, en función de sus perspectivas sobre la marcha de los negocios y de la economía en general; así como del nivel de tasas de interés, dado que, cuando son bajas, favorecerían la creación de empleo. Y si las reducidas tasas no funcionan -como ha ocurrido- están los impuestos, para que el Estado recaude más, invierta más y genere más puestos de trabajo, no obstante que, alcanzada la plena ocupación -si se alcanza- el aumento de la demanda e inversión termine en alzas de precios.

De allí que la actual “fragilidad” del empleo devenida en aumento de los “trabajadores por cuenta propia” parezca preferible a un alza de impuestos, a bajas tasas de interés (que desestimulan el ahorro) o una mayor inversión fiscal que pudiera destinarse a proyectos de escasa rentabilidad económica y social. Las “keynesianas” expectativas de los grandes inversionistas – por 15 meses en terreno negativo- ya cambiará, con mejores perspectivas para la minería y otras materias primas, dependiendo del esperado reimpulso económico mundial, generando más trabajo asalariado y de “mejor calidad”, no obstante que actualmente, 66% de los cotizantes del sistema de AFP tengan sueldos mensuales iguales o inferiores a $500 mil, y que muchas labores por “cuenta propia” superen esa cifra, estimulando una mayor presencia de “independientes”, que a su turno, diversifican y dan mayor dinamismo a economías tan dependientes de las micro y pymes para generar plazas de trabajo.

 

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