En agosto de 2016 se dio a conocer la muerte de la activista mapuche Macarena Valdés. La comunera apareció muerta en su casa, ubicada en la localidad de Tranguil en la comuna de Panguipulli. Su cuerpo estaba colgado.
Horas después del deceso, se dio cuenta de un suicidio por ahorcamiento. Sin embargo, las huellas que dejaron sus lesiones, hablaban de lo contrario: a Macarena la habían matado en presencia de su hijo menor.
Desde ese momento, Rubén Collío (su esposo) y la abogada Manuela Royo han enfrentado un camino lleno de obstáculos para esclarecer su muerte. En octubre pasado se presentó una querella por homicidio contra quienes resulten responsables, acción penal que la Fiscalía intenta detener.
El ingeniero ambiental Rubén Collío recalcó que su compañera, Macarena Valdés, fue asesinada en medio de extrañas circunstancias y luego de que su familia fuera amenazada por terceros. Asimismo, agregó que los hechos ocurrieron durante el conflicto hidroeléctrico en el territorio que habitan, generado por la transnacional austriaca RP GLOBAL.
En conversación con el programa RadioAnálisis de Diario y Radio Universidad de Chile, el viudo relató el estado actual de la causa. También reiteró su férrea convicción sobre la participación de terceros en el crimen, donde hay sospechas del rol jugado por la empresa de energías renovables parte del holding SAESA.
El también werkén de coordinación Newen de Tranguil dijo que su familia y el medioambiente aún viven bajo amenaza por esta central que paso que la empresa quiere instalar en la zona. “Es un proyecto que aún no tiene los permisos para empezar a operar. Nosotros supimos cómo detectar y lo denunciamos, por eso hoy hay una investigación de la Superintendencia de Medio Ambiente en contra del mismo servicio de Evaluación Ambiental”.
Además indicó que estas situaciones ocurren por ser miembros del pueblo mapuche: “Si nosotros tuviéramos apellido Matte o Luksic estas cosas no nos pasarían. Como pueblo, Macarena no es el primer mártir que tenemos”.
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