El villano ganaba al héroe. Enmudecía el público del estadio olímpico de Stratford que no quería creer lo acababa de suceder en la despedida de Usain Bolt con el hectómetro. Como si de un final de película dramática se tratase, el estadounidense Justin Gatlin, silbado, maltratado y humillado por el público hasta la saciedad desde que volviese a las pistas tras haber sido apartado de la competición 4 años por dopaje, lloraba de rabia al ver cómo había cumplido su sueño de ser bicampeón mundial (Helsinki 2005), acabando con la hegemonía que impuso Bolt en la última década. Las lágrimas del norteamericano contrastaban con las que soltaban los miles de seguidores de Bolt, que con ojos vidriosos no querían aceptar un epílogo tan cruel para el hombre más veloz del planeta.
El destino final estaba marcado en el calendario, pero no la forma, ni el proceso. Durante 9 segundos y 95 centésimas el mundo se volvió a parar para guardar en la retina la última carrera oficial de Usaint Bolt en la disciplina que más adeptos congrega el atletismo, los 100 metros planos. El hombre más veloz de todos los tiempos se mostraba humano a sus 30 años y esta vez voló 3 centésimas más lento que los estadounidenses Justin Gatlin (Oro 9.92) y Christian Coleman (Plata 9.94) sobre el mismo escenario donde se coronó por segunda vez campeón olímpico de la especialidad. A pesar de un final difícil de digerir por todos los amantes de la velocidad y aficionados al deporte, habrá que ser consciente de que será difícil volver a ver a una figura planetaria que ha puesto el mundo a sus pies merced a su carisma y ante todo su velocidad inaudita. Para la posteridad quedaran los récords mundiales de 9.58 segundos en 100 metros y 19.19 segundos en los 200 metros pero igualmente una colección de medallas doradas casi imposible de alcanzar entre las que destacan 8 títulos olímpicos (perdió el de relevos 4×100 de Pekín 2008 por el dopaje de su compañero Nesta Carter) y 11 títulos mundiales.
Concluye con una medalla de bronce un ciclo histórico para el hectómetro aunque Bolt no ha dicho su última palabra. El próximo fin de semana en la final de los 4×100 el jamaicano pondrá el broche definitivo a una época gloriosa en las pruebas de velocidad y podrá quitarse la espina de lo sucedido en la prueba del hectómetro. Aunque sea angustioso y emotivo, aún nos queda por ver sus últimas zancadas, su último show. Londres asistirá el próximo sábado al adiós del atleta posiblemente más grande que ha conocido este deporte.
Al final de la corrida, ya en medio de los flashes de los reporteros, Gatlin caminó hacia Bolt y, a unos centímetros de distancias, se inclinó e hizo una reverencia con sus manos reconociendo a la leyenda, y dicho sea de paso, dándole mayor valor a su triunfo, acto que generó un aplauso cerrado desde la graderías. Bolt sorprendido y sonriente, tomó a Gatlin y lo levantó, para finalmente sellar la noche con un abrazo su habitual saludo hacia la gente.
Las otras finales del día:
Final masculina lanzamiento de disco:
El lituano Andrius Gudzius consiguió el título de campeón del mundo de lanzamiento de disco al alcanzar los 69,21 m, dos centímetros más que el segundo clasificado, el sueco Daniel Stahl (69,19 m). La medalla de bronce fue para el estadounidense Mason Finley, que llegó a los 68,03 m en su segundo intento.
Final masculina salto de longitud:
El sudafricano Luvo Manyonga, de 25 años y plata olímpica en Rio-2016, ganaba la final del salto de longitud con un salto de 8,48 m. Manyonga superó al estadounidense Jarrion Lawson (8,44 m) y a otro sudafricano Ruswahl Samaai (8,27 m), plata y bronce respectivamente. En una final con representación latinoamericana habrá que celebrar el magnífico quinto puesto conseguido por el cubano Maykel Masso y la meritoria novena plaza conseguida por el uruguayo Emiliano Lasa.
Final femenina de 10.000 metros:
Con enorme autoridad la etíope Almaz Ayana se proclamó campeona del mundo de los 10.000 metros, con un tiempo de 30:16.32, mejor marca mundial del año, superando por más de 45 segundos a su compatriota Tirunesh Dibaba (31:02.69), hecho nunca visto en un campeonato mundial. Ayana, campeona olímpica y plusmarquista mundial de la distancia (29:17.45) dominó a partir del km 4 una prueba en la que la medalla de bronce fue para la keniana Agnes Tirop (31:03.50).
Desempeño latinoamericano:
En cuanto a la actuación latinoamericana arrancaba mal el día pero mejoraba a media que iban pasando las horas. Por la mañana ninguna de las representantes de la región pudo pasar la serie de 100 metros planos mientras que del lado masculino tampoco fue posible clasificar a algún atleta en los 800 metros. Más decepcionante fue la actuación del dominicano Luguelín Santos que ni siquiera se pudo clasificar en su serie de 400 metros. Prueba en la que el caribeño obtuvo la medalla de plata en los juegos olímpicos de Londres y bronce en los campeonatos del mundo de Moscú 2013. El honor matinal fue salvado como estaba previsto gracias a la prueba de triple salto femenino en la que la venezolana Yulimar Rojas dejó claro que viene a por el oro tras registrar la mejor marca en la clasificación hacia la final. Todo dependerá de la vigente campeona mundial, la colombiana Caterine Ibargüen que tras ejercitar un solo salto sacó su boleto para la finalísima del lunes.
Ya en la sesión nocturna Cuba se encargó de poner el ritmo a la región. De un lado la jovencísima Yorgelis Rodríguez confirmaba las expectativas en la difícil y completa prueba de Heptatlón luego de igualar con la campeona olímpica, la belga Nafissatou Thiam, en la prueba de salto de altura y salir primera en su grupo durante la disciplina de lanzamiento de peso. Del otro su compatriota Maykel Masso ocupaba una honrada y magnifica quinta plaza en la final de salto de longitud que promete futuras alegrías para la isla teniendo en cuenta que tiene tan solo 18 años y en este mundial se ha codeado con los más grandes.