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Catalina Droppelmann: Se deben intervenir las circunstancias que inducen a delinquir

La directora ejecutiva del Programa de Estudios Sociales del Delito de la Universidad Católica analizó la situación actual de los adolescentes que delinquen en el país, y cómo esto podría trabajarse a través de políticas públicas y mecanismos de protección social.

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  Jueves 28 de junio 2018 20:17 hrs. 
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En conversación con Patricio López, editor general de Radio Universidad de Chile, la psicóloga y experta en justicia juvenil explicó que es en este grupo donde más mitos existen respecto a la proporción de delitos que se comenten, por lo que socialmente se busca mayor castigo a los jóvenes bajo la creencia popular de que son quienes más ilícitos realizan.

A partir de su experiencia como investigadora en temas de delitos, Droppelmann aseguró que “la realidad más objetiva no se condice con el clamor popular sobre el problema de la delincuencia en el país y sus estrategias para combatirla”.

A pesar de que los jóvenes comenten menos delitos que los adultos, la sociedad tiende a pensar lo contrario, lo que ha provocado que sea en este grupo donde se pone el foco y se busque mayor castigo. Además, la psicóloga comentó que se debe dejar de pensar que la delincuencia es un problema crónico en una persona, pues muchos jóvenes que delinquen pueden dejar de hacerlo.

“Estudios longitudinales, que son aquellos que siguen a un grupo de personas a lo largo de la vida, muestran que el 68 por ciento de las personas que comienzan a delinquir en la adolescencia dejan de hacerlo alrededor de los 28 años en promedio”, afirmó.

Además, indicó que cerca del 80 por ciento de los niños y adolescentes que delinquen podrían dejar de hacerlo con un programa de reinserción adecuado, sin embargo, muchos elementos estructurales del sistema actual para combatir la delincuencia profundizan el problema más que solucionarlo.

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Por otro lado, afirmó que la idea de bajar la edad de imputabilidad no asegura que niños y jóvenes dejen de delinquir, pues no existen pruebas de que la amenaza de detención genere cambios en las conductas delictuales. En el caso de los menores de edad, las capacidades cognitivas no están del todo preparadas para hacer el análisis costo beneficio y aprender del castigo, como si pueden hacerlo los adultos.

“Hay circunstancias que en el fondo favorecen o facilitan que una persona llegue a delinquir, y son esas circunstancias las que de alguna manera se tienen que intervenir, y nosotros enfrentamos la delincuencia simplemente desde la óptica del castigo”, señaló la experta.

Además, comentó que existen evidencias de que gran parte de los jóvenes que delinquen tienen una historia de vulneración de derechos durante su infancia, por lo que no se debe trabajar solo en políticas de control, sino que también se deben aplicar mecanismos de protección social, como lo es la reescolarización o el trabajo con las familias o vecinos de barrios vulnerables.

Sobre el tipo de ilícitos realizados por los jóvenes, a través de diversos estudios de seguimiento realizados por el Programa de Estudios Sociales del Delito, se ha podido establecer que los adolescentes tienden a optar por los delitos de hurto y robo por sorpresa, los que van aumentado de gravedad con el avanzar de su edad.

Además, se estableció que la edad promedio de inicio en la delincuencia es de 12 años, pero alrededor de los 18 los jóvenes tienden a disminuir o abandonar estas conductas.

Por otro lado, afirmó que a través de encuentros y estudios han podido darse cuenta de que el sistema judicial está muy desacreditado, lo que genera que las personas quieran tomar la justicia en sus manos y pidan penas de cárcel y castigo para todos los delincuentes, pues no confían en que de otra forma las políticas públicas puedan combatir los ilícitos.

Respecto a los climas de opinión que se han dado en el último tiempo por diversos delitos muy violentos, Catalina Droppelmann señaló que estos tienen un impacto directo en las políticas de control del delito, ya que las autoridades tienden a buscar medidas rápidas y visibles para reestablecer la sensación de seguridad.

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