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Antártica: Una visión francesa que nos deja helados

Columna de opinión por Vivian Lavín
Domingo 4 de noviembre 2018 9:37 hrs.


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El libro se llama Antártica y su factura es excepcional. Más de 30 centímetros de alto con páginas de grueso gramaje, bellísimos mapas, rosas náuticas e ilustraciones de cuño antiguo que evocan toda la épica aventurera en torno a lo que se ha llamado hasta hoy  la “Tierra Desconocida”. Es una de las novedades editoriales del año 2018  que una prestigiosa editorial francesa ha llevado a la Feria del Libro de Frankfurt, la más importante cita del libro en el mundo y que despliega, en sus 52 páginas, el universo de expediciones a la Antártica… desde el punto de vista francés.

Porque esa “Tierra Desconocida” y sus alrededores es la misma que recorrían nuestros pueblos canoeros desde tiempos inmemoriales. La misma que, a partir del siglo XX fue incluida dentro de la política del Estado chileno como estratégica para lo cual se estableció una base que lleva el nombre de Eduardo Frei Montalva y que en la Isla Rey Jorge de la península Fildes alberga a la Villa Las Estrellas. Una villa que tiene una escuela, oficina de correos, banco, biblioteca, muelle… una pequeña ciudadela cuya población no supera las 150 personas en la época estival.

La lujosa edición francesa sobre el continente más frío, seco y ventoso del planeta es un hermoso viaje a la historia de su conquista y hasta donde llegaron los más avezados navegantes y aventureros… europeos. Viajes que citan a un James Cook y a todas las expediciones que zarparon desde el Viejo Continente en los últimos siglos. Una Antártica que es descubierta para los ojos de los niños franceses, exclusivamente, por excursiones europeas. Una forma tan sutil como brutal de colonialismo en el siglo XXI. Un libro que podría ser inocuo para quienes ven en la Literatura Infantil y Juvenil una cuestión inofensiva, e incluso, ñoña, como si no fuera aquella etapa la que más marca y establece la forma de entender y, lo más importante, de imaginar el mundo.  Así entonces, la Antártica no solo es desconocida sino que inhabitada, el lugar donde no hay nadie que certifique que ha estado ahí antes de que se posaran sobre ella los ojos del visitante europeo.. una mirada fundacional.

Para que la Antártica cumpla lo que estableció el Tratado Antártico del año 1959, cuando los 12 países signatarios originales, entre los que se cuenta Chile, establecieron en español, inglés, francés y ruso que “reconociendo que es interés de toda la humanidad que la Antártida continúe utilizándose para fines pacíficos y que no llegue a ser escenario u objeto de discordia internacional” es que se prohíben las actividades militares y la extracción de minerales, las explosiones nucleares y la eliminación de residuos nucleares; apoya la investigación científica, y protege la ecozona en el continente.

La vocación de la Antártica es pacífica y debe ser defendida como un patrimonio de toda la humanidad. El libro galo de marras es solo una excusa para entender la importancia de los libros infantiles y porqué es necesario que la edición chilena produzca libros de gran calibre en su forma y fondo. Y no es cosa de patriotismo, porque tanto mejor si se tratara de una coedición con una editorial francesa o europea, de modo de el mismo libro pudiera ser conocido por niños y jóvenes de acá y acullá. Creo que sería la mejor forma de la que la Antártica y su Tratado cumplan de manera cabal su cometido de paz.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.