Bukele en El Salvador: deliberadamente indefinido

  • 04-02-2019

En El Salvador se realizó la primera de varias elecciones presidenciales que definirán el rumbo político del continente. Era previsible el desgaste del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, pero no un resultado así de bajo: 13,7 por ciento. No tan mal, aunque derrotado igual, resultó el derechista Arena, con lo que los partidos centrales del país en las últimas décadas debieron ceder al liderazgo del joven empresario Nayib Bukele, quien luego de una campaña de ascenso explosivo ha ganado en primera vuelta.

“Hemos hecho historia y hemos pasado la página de la posguerra”, dijo Bukele al proclamar la victoria que le convierte en el presidente más joven de la historia reciente de El Salvador. “Ganamos en primera vuelta y sumamos más votos que Arena y el FMLN juntos” agregó, junto con hacer alarde de que su postulación ganó en los 14 departamentos del país.

¿Quién es Bukele? Es la gran pregunta. En términos literales, podemos decir que es un empresario, hijo de un prócer intelectual de la comunidad palestina salvadoreña, que tuvo un gran éxito como alcalde de San Salvador entre 2015 y 2018 y que encarna, como en muchos otros lugares, la decepción de la política tradicional y las esperanzas en la lucha contra la corrupción y en una mejor gestión desde el Estado.

Sin embargo, situarlo en matrices políticas o alineaciones internacionales es más difícil: llegó a la política como militante del FMLN, pero sus duras críticas en 2018 le valieron la expulsión. Su gestión como alcalde, por otro lado, ha sido la típica de un gestor de derecha; para más confusión, ni siquiera ha presentado un programa de gobierno: su bandera fue la lucha contra la corrupción, su carta de presentación los logros en la alcaldía de El Salvador y con eso bastó.

Otro de los aspectos interesantes que falta saber es cómo se ubicará El Salvador en la disputa política latinoamericana. Hasta ahora y durante los dos gobiernos del FMLN ha sido un estrecho aliado de sus cercanos Nicaragua y Cuba, tal como de Venezuela. De hecho, el presidente Salvador Sánchez Cerén fue uno de los jefes de Estado que asistió a la investidura de Nicolás Maduro, en enero pasado.

Bukele asumirá con la tarea de enfrentar problemas serios: la migración, la violencia organizada en grupos como los maras, la pobreza y la corrupción. Sin embargo, su optimismo carece de timidez: “vamos a construir el mejor gobierno de la historia de nuestro país”, afirmó, aunque aún sea una incógnita cómo cumplirá sus promesas en un contexto de déficit fiscal y minoría en el parlamento.

Veremos si este encantamiento entre el candidato y el pueblo se prolonga, por el bien de El Salvador, o al revés se trata de otro político abundante en promesas y escaso en soluciones.

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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