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El derecho a la vivienda y la ciudad como “crítica radical”

Columna de opinión por Carlos Lange
Martes 26 de marzo 2019 16:01 hrs.


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El derecho a la vivienda y la ciudad constituye en la actualidad una de las demandas más relevantes en el campo urbano-habitacional en Chile. En torno a ella convergemos diversos movimientos sociales urbanos, ongs y fundaciones, organizaciones políticas y centros académicos, lo cual supone una amplia diversidad de experiencias, perspectivas e interpretaciones.

Esta diversidad constituye, sin lugar a dudas, una de sus principales fortalezas. En torno al derecho a la ciudad y la vivienda en Chile convergen demandas como el acceso a una vivienda adecuada, la existencia de ciudades igualitarias, un desarrollo urbano sostenible, la participación de la comunidad en las plusvalías generadas por la acción del Estado y la posibilidad de disfrutar del patrimonio cultural y natural, entre otras. En este sentido, la demanda por el derecho a la vivienda y la ciudad constituye una invitación hacia la promoción de una “crítica radical”.

La “crítica radical” se fundamenta en las propuestas desarrolladas por el sociólogo francés Henri Lefebvre en su clásica obra El Derecho a la Ciudad. En ella el autor le confiere especial relevancia a la práctica de “habitar”, la cual posee una especificidad y complejidad desde la cual pueden extraerse dos consideraciones fundamentales: por una parte, ella sustenta una importante crítica al racionalismo-funcionalista predominante entre los urbanistas y arquitectos europeos de la segunda mitad del siglo XX, la cual es perfectamente extensible a buena parte de sus pares latinoamericanos de la actualidad, principalmente a aquellos reconvertidos en productores de políticas; por otra parte, ella expresa también una propuesta sociológica orientada a rescatar las dinámicas de la cotidianidad presentes en los habitantes como elementos constitutivos de las ciudades.

La importancia asignada por Lefebvre al “habitar” constituye una valorización de la cotidianidad como ámbito de la creatividad. Lo paradójico es que esta capacidad que poseemos los habitantes muchas veces resulta, paradójicamente,  invisible a nuestros propios ojos.

En la perspectiva del autor, la “cotidianidad” se reproduce a través de la indisociable relación entre creación/repetición. La primera alude a la “renovación incesante” de las personas y se expresa por ejemplo en el nacimiento y formación de los hijos, o en la formulación de nuevas ideas y proyectos desarrolladas por las generaciones más jóvenes; la segunda se hace presente y se manifiesta a través de gestos tan leves como levantarse a la misma hora cada mañana, prepararse un café, atravesar las mismas calles hasta el paradero de buses o tomar el metro siempre en la misma estación y posiblemente acompañado por las mismas personas cada día, entre otras.

Lefebvre nos invita a observar esta constante transición entre creación/repetición como el ámbito donde se fecundan muchos de los cambios y las transformaciones sociales. Es justamente en ella donde surgen muchas de las tensiones y conflictos asociados a la dinámica entre producción y reproducción, y por ende donde tiene desarrollo la creatividad, la ruptura de la inercia y por ende, la promoción incluso de una revolución.

Uno de los aspectos más preocupantes del sistema neoliberal, particularmente expresado en el campo urbano-habitacional, ha sido su capacidad para instaurar y promover una racionalidad que asocia la vivienda, los espacios públicos, la recreación e incluso las relaciones de vecindad  como bienes de consumo, cuyo acceso queda supeditado al esfuerzo individual, a la capacidad de pago y por cierto, a la competitividad. Y es justamente esta racionalidad la que invisibiliza y desvalora la capacidad creadora de los habitantes presente en sus prácticas de habitar.

La demanda por el derecho a la vivienda y la ciudad no solo es una demanda por una vida buena para todos los habitantes. Es también una oportunidad para observarnos a nosotros mismos y a nuestros pares en nuestras prácticas de habitar, visibilizando nuestras constantes rutinas de creación/repetición y valorando hasta los aspectos más mínimos de nuestra cotidianidad como parte de aquella capacidad creadora que nos convierte en productores de nuestro hábitat.

En tal sentido, la demanda por el derecho a la vivienda y la ciudad es también una invitación hacia la “crítica radical”. Más allá de las proclamas, la “crítica radical” implica abrir vías de exploración respecto de nuestras propias cotidianeidades, promoviendo un ejercicio constante de visiblización y reconocimiento de nuestra capacidad creadora y el constante aprendizaje sobre las prácticas sociales de nuestros pares, expresión de sus nuevas y diversas formas de habitar.

 

El autor es Licenciado en Antropología Social, Universidad de Chile, Master en Desarrollo Urbano, P. Universidad Católica de Chile y Académico del Instituto de la Vivienda y Escuela de Geografía, FAU – U. de Chile.

Esta columna fue publicada originalmente en el blog In Vitro y se puede encontrar  en este enlace

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.