Luego de la histórica movilización ciudadana que tuvo lugar en viernes 25 de octubre en Santiago, el Premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, realizó un análisis de las causas y efectos de este llamado estallido social. En conversación con Diario y Radio Universidad de Chile, el académico explicó la transversalidad y características que puede observar de las movilizaciones.
“Lo que hemos estado presenciado es un movimiento donde hay gente de todos los niveles sociales hasta lo que el Presidente y el Gobierno llaman lumpen, que no es otro que el pueblo mestizo que siempre ha estado en esa posición por muchas razones. Por otro lado, este es un movimiento que es ajeno a los partidos políticos y a las coloraturas ideológicas que hemos tenido siempre en nuestra política. Es ajeno a quienes se creen conductores y vanguardias de las masas y por tanto, responde a un sentimiento común y de unidad ciudadana. Creo que muy pocas veces en el pasado hemos tenido un movimiento de este tipo y este de por sí, constituye un hecho único en nuestra historia, pues ha tenido una envergadura tal que ha hecho imposible que los políticos se hagan los sordos y han tenido que realmente decir que entendieron el mensaje, aunque está en duda de si las respuestas serán coherentes”, analizó el historiador.
Consultado respecto de la repetida frase de que esta crisis no se vio venir, pese a la abultada cantidad de literatura y estudios que señalan el tema de la desigualdad desde hace años, el historiador señaló que esto es algo que se viene investigando y analizando desde los años 80’s.
“En esa época surgieron las primeras investigaciones sobre la base del trabajo en terreno de las entrevistas, de la historia oral y actividades cara a cara. Ese pensamiento científico está unido a la memoria social y a la oralidad popular, sin embargo, luego de los 90, cuando entra la Concertación, este movimiento de estudios no tuvo apoyo teórico ni político. Así, la ciudadanía quedó sola con su crítica al sistema, con su desacuerdo, con su falta de confianza en un sistema y nunca pudo desarrollar una alternativa. De eso se puede culpar principalmente a la clase política que se encegueció dentro del modelo neoliberal, y no miró ni oyó a los movimientos sociales que una y otra vez estaban planteando adónde había que ir”.
Para Salazar la clase gobernante reprodujo sus condiciones de dirigencia, y ésta se profesionalizó con componentes eternos y que no se retiran nunca de la vida política, lo que solo ahora se ve como un problema que hay que atacar y resolver.
“Por primera vez hay una movilización ciudadana gigantesca donde no hay ni una bandera política ni ningún político dando discursos y si alguno fue, lo hizo con miedo y para ser un ciudadano más, pero nadie se atrevió a dirigir la palabra a las masas. Es un hecho que la clase política es el problema que tenemos hoy, porque este movimiento es masivo y popular pero no ataca al imperialismo como en los 50, ni a esta supuesta burguesía capitalista industrial, que en Chile no tuvimos, pero que de todas formas se lucho contra ella. Esto es otra cosa, el enemigo completo es la clase política civil en Chile. Es el ciudadano el que ha ocupado el escenario político”.
Consultado respecto da la posibilidad de una asamblea constituyente como forma de tener un nuevo pacto social con una base de legitimidad, el Premio Nacional aclara que en Chile nunca hemos tenido una Constitución Política legítima.
“Las tres (Constituciones) que se han dictado nunca han tenido al pueblo deliberando y ejerciendo su voluntad soberana. Ahora, eso no quiere decir que la ciudadanía no haya intentado alzar la voz, sino que cada vez que hizo el intento, vino la reacción de la clase política conservadora que, defendiendo sus privilegios, echa mano del Ejército, que es obediente al Poder Ejecutivo y no deliberante, o sea obedece ciegamente. En el pasado los movimientos ciudadanos siempre terminaron con represión militar y masacres violentas y los historiadores han llamado a ese periodo anarquía. Esta vez es una situación que necesita análisis cuidadoso, porque cambiar la ley constitucional es revolución por donde se la mire. Lo importante es que esta vez no hubo masacre y ahí se creó un vacío que deja a la ciudadanía de tomar ofensiva política y deja a la clase política en mal pie”.
Sin embargo, el académico expresó que se produce un grave problema: que no sabemos ejercer el Poder Constituyente porque ningún curso enseña al ciudadano a ejercerla.
“Tenemos la oportunidad única de organizarla por, desde y para la ciudadanía con exclusión de la clase política. Ahora la ciudadanía debe educarse a muy corto plazo para ejercer ese poder y organizar una asamblea constituyente”, precisó el historiador. “La legislación actual contempla la posibilidad de organizarse a través de una escalera perfecta para llegar a una asamblea constituyente y es curioso que Michelle Bachelet, durante su segundo mandato, no la haya usado y utilizara un proceso que quedó a medio camino”, agregó.
En relación a los cabildos abiertos que se están dando espontáneamente en el país, Salazar señaló que son importantes y necesarios, sin embargo criticó el hecho que no estén pensados para “piramidarse territorialmente”, es decir primero desde la comuna, luego a la región para llegar finalmente a lo nacional.
“Ese es el camino para una asamblea constituyente. Fue la forma en que se organizó la asamblea constituyente del 25, ahora, hay que aprender la cultura de asamblea, no tenemos experiencia de eso, porque si no son ordenadas y no están reguladas por dentro no producen resultados productivos que puedan concatenarse con otras asambleas hasta llegar a un planteamiento nacional. Lo primero que se hizo en los años 20 fue dictar un reglamento de sala, y una vez dictado, se aplicó estrictamente y se hizo una asamblea tan extraordinariamente ordenada que El Mercurio y otros diarios de derecha destacaron como modelo. Si no somos sistemáticos, los ciudadanos vamos a incurrir en la práctica de que habla largo el que más sabe hablar, el resto escucha, luego hay desorden y se acaba el tiempo sin llegar a un acuerdo concreto.
Finalmente, Salazar relevó la importancia de la organización desde las bases. “La ley que faculta la posibilidad de crear uniones comunales es muy importante porque una vez establecida éstas, se debe dictar un orden de sala. También debe haber propuestas ordenas y sistemáticas, porque la labor aquí es contruir un sistema alternativo al neoliberal y ese sistema debe ser completo: desde la organización local hasta las relaciones internacionales. De no ordenarlo como corresponde, nos enredarnos en discusión y le daremos el tiempo justo a la oligarquía político civil para que recupere el control ofreciendo leyes sociales u organizando plebiscitos que digan sí o no mientras ellos ordenan legislando en torno a esa decisión”, concluyó el historiador.