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Año XVI, 26 de abril de 2024


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El alcance profundo de las confesiones de Mañalich

Columna de opinión por Patricio López P.
Viernes 29 de mayo 2020 9:58 hrs.


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La situación social derivada del agravamiento de la situación sanitaria empeora cada día. Y seguirá empeorando. El pueblo empieza a sentir desesperación porque, simplemente, no tiene las condiciones para cuidarse manteniendo la cuarentena, ni tampoco para satisfacer sus necesidades mínimas. Es en este contexto que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, reconoció que hay un sector de Santiago en el cual “hay un nivel de pobreza y hacinamiento del cual yo no tenía conciencia”. Días antes, ya había dicho que “todos los ejercicios epidemiológicos, las fórmulas de proyección con las que yo me seduje en enero, se han derrumbado como castillo de naipes”.

La súbita honestidad del Ministro podría juzgarse como un gesto de contrición y transparencia, pero más parece que como de desaprensión y liviandad. Lo hace con la tranquilidad -y el desparpajo- de quien parece no tener conciencia de las consecuencias de las decisiones que él mismo ha reconocido como erróneas y desinformadas. La indignación que las declaraciones de Mañalich produjo en alcaldes, parlamentarios y dirigentes sociales llevó a que, de modo inhabitual, la vocera de Gobierno Karla Rubilar saliera a corregirlo, afirmando que “desde el primer día, en las conversaciones del Comité de Crisis para poder enfrentar la pandemia del coronavirus siempre estuvieron presentes las desigualdades de nuestras regiones, en particular de la Región de Metropolitana”.

Si el ministro de Salud está en el corazón de las decisiones del Gobierno ¿cómo sería posible que desconociera la información que, según la ministra Rubilar, estaba en el Comité de Crisis? Ya que no parece verosímil que Mañalich haya faltado a la verdad, se vuelve preocupante la duda sobre con qué antecedentes concretos sobre el territorio se están tomando las medidas.

Hace algunas semanas, el ex presidente del Colegio Médico, Enrique Paris, nos contaba que el Gobierno sí manejaba información que, entonces, no era conocida por la opinión pública y que justificaba las decisiones sobre las cuarentenas preventivas. Nos decía el entrevistado que, por ejemplo, el Minsal tenía perfiles sanitarios por territorio, con identificación de cuáles eran los lugares donde había más población de riesgo, es decir, adultos mayores, hipertensos y diabéticos. Si esa información está ¿cómo es que entonces Mañalich no sabría cuanta gente vive en los lugares? Decimos, no en un lugar específico, que sería muy comprensible, sino en general, que es como lo describió la autoridad.

La ceguera territorial confesada por Mañalich es de especial gravedad. Querría decir que el Estado no tiene información precisa sobre cómo se vive en los barrios y poblaciones; que las autoridades no están interiorizadas sobre cómo vive el pueblo que gobierna; que las decisiones sanitarias se tomaron a oscuras; y que recién el Gobierno está entendiendo la envergadura de la crisis social derivada de la crisis sanitaria.

Así, las declaraciones del ministro Mañalich son más que declaraciones: develan una desorientación que, retrospectivamente, hacen aparecer las decisiones anteriores como poco fundamentadas. Ante esto, se han elevado las voces de quienes piden un cambio de gabinete para instalar una nueva era en la gestión gubernamental de la pandemia. La profundidad de los desconocimientos confesados, en todo caso, muestran que no basta con cambiar personas si también están fallando los instrumentos de navegación.

Envíanos tu carta al director a: patriciolopez@u.uchile.cl

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.