La Encuesta de Ocupación y Desocupación realizada por la Universidad de Chile reveló que el Gran Santiago alcanzó una tasa de desempleo de 15,6% debido a la crisis sanitaria. Además, el último informe de la CEPAL proyecta que la pobreza en el país aumentará en un 2,1%.
Estos fenómenos repercuten en la llamada “inseguridad alimentaria”, pues la población no puede salir de su casa a trabajar y no tiene dinero para comprar alimento. En ese contexto se inició la campaña “Aquí comemos todos y todas” con el objetivo de entregar recomendaciones mediante guías prácticas sobre inocuidad alimentaria en cocinas comunitarias u ollas comunes, recomendaciones nutricionales, y cultivos en el hogar o espacios comunes.
Actualmente, una persona sufre inseguridad alimentaria cuando no tiene acceso físico, social y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias, además de sus preferencias a fin de llevar una vida sana. Esto se ha visto reflejado en los sectores más vulnerables, por lo que se han levantado ollas comunes o comedores populares.
La académica del INTA e investigadora de la Red Transdisciplinaria sobre Envejecimiento, Cecilia Albala, explicó que el objetivo es entregar información accesible a personas en situación vulnerable. “Buscamos dar herramientas mínimas para que la alimentación sea segura, ya que en este contexto los alimentos están más expuestos a problemas de contaminación. Luego, considerando la vulnerabilidad, entregamos indicaciones generales de alimentación para la población y cómo utilizar los alimentos más comunes”, detalló.
Ollas comunes: una realidad invisibilizada
Las ollas comunes han sido una de las alternativas a las que más acude la población vulnerable para recibir alimentos. La idea de esta campaña es entregar conocimientos básicos a la gente que, debido a la contingencia, se alimenta colectivamente en estos espacios. La idea es evitar otro tipo de enfermedades que pueden ser potencialmente transmitidas por los alimentos.
La iniciativa busca entregar consejos sobre cómo se manipulan los alimentos, cómo debe actuar la gente que va a manipularlos, su estado de salud y los elementos de protección personal.
En este sentido, Albala agrega que con una buena alimentación se aumentan las probabilidades de tener un sistema inmune que responda ante las agresiones del ambiente. “Cuando la población presenta problemas de malnutrición, estas personas tienen mucho mayor vulnerabilidad a distintos tipos de enfermedades, como el COVID-19”, explica.
La iniciativa forma parte del trabajo de la Unidad de Redes Transdisciplinarias de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID), junto al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile.