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Año XVI, 25 de abril de 2024


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El partido de la venganza: la tarde de Maradona frente a los ingleses en México ’86

Cuatro años después de la Guerra de Las Malvinas, el fútbol hizo coincidir a dos potencias históricamente antagónicas en los cuartos de final de la Copa del Mundo. “Qué feliz nos hizo”, recordó hoy uno de los seleccionados de Argentina, Óscar Ruggeri, sobre la figura de quien en cuatro minutos de la parte final se convirtió en la máxima leyenda del deporte rey.

Eduardo Andrade

  Miércoles 25 de noviembre 2020 21:46 hrs. 
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*Este artículo ha sido rescatado de nuestro archivo con motivo del primer año del fallecimiento de Diego Armando Maradona.

Hay quienes vuelven a este partido cuando la felicidad flaquea, cuando los días vienen siendo malos y cuando el fútbol, es probable, es más eficiente -al menos en el corto plazo- que cualquier terapia psicológica o panfleto barato de autoayuda.

Diego Armando Maradona partió este martes, y el YouTube y sus videos que allí se añejan son hoy algo así como “una palabra que bastará para sanarnos”, y de la cual, solo algunos privilegiados recibieron de primera mano el sermón completo. Óscar Ruggeri, por ejemplo, central izquierdo de esa selección argentina, quebrado ante las cámaras de televisión, lo recordó también.

“Qué loco! Mamita, lo que hemos vivido con este pibe. Qué hemos vivido, lo que nos hizo vivir él a nosotros. De lo que quieras nos hizo vivir, de los momentos más lindos de mi vida. De verlo allí adentro, de la energía que te tiraba. Qué feliz nos hizo, loco. Íbamos a la selección porque llegaba éste, y no podíamos no estar con él, seguirlo”, confesó.

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El partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1986 hizo coincidir a dos selecciones históricamente antagónicas a solo cuatro años de terminada la Guerra de Las Malvinas.

Argentina e Inglaterra se miraron de frente, después de una contienda que terminó con 650 caídos trasandinos y a 20 años del encuentro en el mundial de Inglaterra 66, que terminó con triunfo para los ingleses.

Minuto seis del segundo tiempo. Maradona toca con Jorge Valdano, a quien el centrocampista Steve Hodge intenta incomodar, hasta lanzar la bola al aire, como esperando que el arquero Peter Shilton apaciguara el vendaval.

Maradona aparece de nuevo suspendido en el aire. El resto es historia.

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“Fue algo que me salió muy de adentro, de potrero, de haberlo hecho en Fiorito, en inferiores, de haber hecho también algunos en primera. Yo no llegaba con la cabeza realmente, porque Shilton mide 1.85 y yo mido 1.66. Y saltar con Shilton, él tiene la posibilidad de saltar con las dos manos y yo no. Entonces tuve que meterle el puño izquierdo y mandar la cabeza atrás para ver si pasaba”, declaró él mismo en su programa “La noche del 10”.

Carlos Bilardo, el técnico de dicha selección argentina, y que fue el mismo quien había llevado a Maradona a su primer encuentro mundial en España 82, también declaró sobre esto en un programa de la televisión argentina, algunos años antes de que el Diego confesara lo que era un secreto a voces, que el gol fue con la mano.

“En la rueda de prensa me preguntaron. Bilardo, ¿el gol fue con la mano? Yo dije, no, qué va a ser con la mano. Yo no había visto el partido por televisión. Me preguntaron y dije que no fue con la mano, fue con la cabeza. Y para mí fue con la cabeza”, señaló.

Bilardo dice que reaccionó rápido a la jugada de ese gol, y que quizás no lo celebró como lo hicieron, aunque dubitativos, la mayoría de sus pupilos.

Había que ordenarse rápido, dijo, un contrataque inglés podría ser letal. Pero Maradona aún tenía hambre y gasolina de sobra. Cuatro minutos después, para la Radio Argentina, el narrador uruguayo Víctor Hugo Morales, le hizo justicia con su voz a los que fueron, quizás, los 10 segundos más hermosos de la historia del fútbol.

“Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio del fútbol mundial. Puede tocar para Burruchaga, siempre Maradona. Genio, genio, genio, tá, tá, tá. Gooool, quiero llorar. Diegoooool. Es para llorar”.

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El fútbol jamás fue el mismo después de ese día, y por eso volvemos una y otra vez a estos videos. A veces para aplacar los malos ratos y a veces motivados solo por la curiosidad por aquello que no entendemos -por lo divino y lo intangible-, por intentar descifrar el momento exacto del nacimiento de un dios. “Del más humano de los dioses”, escribió Galeano.

Jorge Valdano, el atacante a quien Maradona pudo perfectamente haber habilitado después de dejar en el camino a dos ingleses, también recordó ese momento alguna vez, intentando, como muchos, comprender todo lo que pasaba por la cabeza del Diego en ese instante.

“Cuando llegamos al vestuario, me dijo que durante toda la jugada había estado buscando un hueco para darme el balón a mí, que venía en el segundo palo, acompañándolo. Eso nos da la referencia de la cantidad de ideas aprovechadas y desechadas que pasaron por la cabeza de Maradona en un espacio de 10 segundos. Así funciona la cabeza de un genio en acción”, confesó el delantero.

Por otro lado, de Maradona y de sus coqueteos con la política se ha hablado hasta el hartazgo, y sus detractores también se cuentan por millares. El Diego, sin embargo, pudo perfectamente haber dicho nada, y el resultado sería el mismo. Su hazaña, ese día, está lejos de entenderse solo como un hecho aislado de un encuentro de cuartos de final. Es una metáfora para la Argentina y para Latinoamérica entera que, Residente, de Calle 13, condensó perfectamente en uno de sus versos.

Maradona y su madre, Dalma Salvadora (Tota).

Maradona y su madre, Dalma Salvadora (Tota).

El mismo Maradona habló de esto algunos años después, y cuando mencionó “Argentina”, recordó a su padre en la tribuna, y casi que pudo oír su risa en medio del tumulto.

“Aunque no queramos mezclar la política con el deporte, nosotros sabíamos que lo que teníamos enfrente eran ingleses. Siempre que hacía gol, le gritaba a mi viejo que estaba al lado de mi exsuegro, Coco Villafañe, que estaban los dos arriba. Los veía y les gritaba el gol, y ellos gritaban el gol, pero mi papá me hacía como diciendo, no te creo”, reconoció “el Pelusa”.

Quizás también pensó en este instante en este martes negro en el que la Argentina se encuentra, oficialmente por tres días, en duelo nacional. O quizás pensó en Tota, su madre. Sin gritos esta vez, sin tumultos. Lo miraba quizás desde una tribuna imaginaria y de inmaculado blanco, y lo llamaba por su nombre y con los brazos extendidos. Le decía bajito: “vení, Diego, vení a la gloria”.

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