La Batalla de Chile y la importancia de la memoria

  • 09-09-2021

Por primera vez, la televisión abierta chilena transmitirá el documental “La Batalla de Chile”, del cineasta Patricio Guzmán. Lo hará La Red, este viernes, sábado y domingo a las 22 horas. La constatación del hecho resulta difícil de creer: esta obra, que registró los últimos meses de la Unidad Popular desde octubre de 1972 hasta septiembre de 1973, fue estrenada en 1975 y desde entonces obtuvo el reconocimiento mundial. Ha sido considerada entre las 10 mejores películas políticas y también entre los mejores documentales de la Historia. Ha recorrido el planeta y su director se ha convertido en una personalidad del cine mundial. Sin embargo, en Chile nunca se había transmitido hasta ahora por televisión y, aunque parezca increíble, recién en 1997 se estrenó en el cine, siete años después del fin de la Dictadura.

En las muchas entrevistas que ha dado Patricio Guzmán, es notoria su incomodidad y amargura con este Chile que lo expulsó como exiliado hace casi 50 años, a pesar de que él no ha olvidado. Casi toda su obra tiene como temáticas, desde distintas perspectivas, a nuestro país y a la memoria. Su brillante obra, entre la que muy personalmente destaco “En nombre de Dios”, “Chile, la memoria obstinada”, “Nostalgia de la Luz” y “El botón de Nácar”, es un permanente intento, siempre reflexivo y poético, de registrar voces, momentos y sentimientos para que el olvido no gane la batalla. Para que el arte también cumpla la función de archivo y registro, de modo que podamos reconstruir nuestra historia colectiva reciente.

La obra de Patricio Guzmán es también fuente para la Historia. “La Batalla de Chile”, por muy lejos el documental más trascendente de nuestra cinematografía, registró como ninguna otra acción humana el lento e inexorable tránsito hacia el Golpe Militar de 1973. Ahí radica parte de su genialidad y de su paradoja: su propósito era dar cuenta de un proceso revolucionario, pero si se lee desde otro lugar podría decirse que lo que en realidad muestra es su derrota. No por casualidad una de sus tres partes se titula “La insurrección de la burguesía”. Gracias a ese trabajo sistemático ha sido posible retener hasta estos días el masivo proceso de movilización popular durante el periodo, tal como el modo en que lentamente fueron volviéndose adversas las circunstancias para el gobierno de Salvador Allende.

Con todos estos antecedentes y palmarés, resulta inconcebible que hasta el día de hoy “La Batalla de Chile” no haya llegado hasta los hogares del país. El hecho que una obra sea reconocida a nivel mundial y al mismo tiempo silenciada aquí no puede sino atribuirse a un acto de censura tácita, ejecutada por acción u omisión en plena democracia. No se trata de estar de acuerdo o en desacuerdo con el punto de vista de la obra -ambas cosas legítimas- sino de que el público chileno conozca una de las obras cumbres de su cine. Quizás es muy tarde, pero este viernes, sábado y domingo empezará a saldarse parte de esta deuda.

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