Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 19 de abril de 2024


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Columna del Director Patricio López P.
Lunes 20 de diciembre 2021 12:32 hrs.


El triunfo de la diversidad



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La amplia victoria de Gabriel Boric se debe a una serie de factores inéditos para lo que habían sido las elecciones presidenciales en nuestro país. La idea de que lo que estaba en juego era lo más importante desde el plebiscito de 1988, independientemente de si estemos de acuerdo o no, movilizó una masa de votantes nunca antes vista en la historia de Chile. Y lo hizo en favor de Gabriel Boric, mientras José Antonio Kast, en general, apenas mantuvo los votos que, se suponía, le correspondían por el apoyo de los partidos de Vamos por Chile.

¿Por qué tanta movilización en favor de Boric? El candidato supo realizar para esta segunda vuelta una convocatoria amplia, al comprender que lo que el país pedía ya no era la propuesta de un sector, Apruebo Dignidad, sino la representación de un arco amplio aglutinado en torno a los valores de la diversidad y la democracia. Este espectro es mucho más complejo que el de sectores moderados y de izquierda, como habría sido hace 30 años atrás, sino que incluye las identidades emergentes: pueblos originarios, feminismo, diversidades sexuales y otros grupos. Entre ellos también es muy importante el modo creciente en que los habitantes señalan la particularidad de sus territorios, cuestión que para bien del candidato vencedor se expresó al menos en las regiones del Norte, donde hubo la capacidad de ganar en Arica y Parinacota y Antofagasta, tal como la de casi empatar en Tarapacá, sin haber cedido a soluciones simplistas y brutales respecto a la migración.

La candidatura de Kast, en cambio, no ha logrado llegar a comprender las complejas características de este Chile diverso. En sus propuestas de segunda vuelta apenas alcanzó a corregir o minimizar algunos de los contenidos más aberrantes del programa presidencial sobre determinados grupos que, con justa razón, se sintieron amenazados, pero no a entender que ya no basta con pretender alinear a la población detrás de la bandera de Chile, sino que hay que ver y escuchar qué representa para cada uno de los grupos que habitan nuestro territorio. Y cómo construimos país valorando y cuidando esas particularidades.

También es una buena noticia, independientemente de las opciones políticas que estaban en juego, que nuestra sociedad haya sido lo suficientemente madura para no ser arrastrada por una forma de hacer política basada en la utilización sistemática de informaciones falsas. Habíamos advertido que de imponerse estas maneras se estaría provocando un grave perjuicio a la democracia y podría adelantar un futuro donde la arbitrariedad se instalara como un modus operandi, luego de que dejara de ser importante la diferencia entre la verdad y la mentira. Si bien hay una discusión pendiente sobre el rol que jugaron los medios de comunicación en estas circunstancias, al menos hubo una capacidad de respuesta por parte de la ciudadanía que no validó esta práctica indeseable.

Al amanecer del día siguiente de la elección se vislumbran enormes desafíos para el periodo de gobierno de quien será el presidente Boric. Entre todos ellos, el más importante será viabilizar el proceso constituyente. Redactar una nueva carta fundamental con la concurrencia diversa del Pueblo, oportunidad que no tuvo ninguno de nuestros antepasados, será, probablemente, la más grande contribución histórica a nuestro país y a su futuro.

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