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Mujeres cuidadoras de semillas

Columna de opinión por Ana Posas
Jueves 10 de marzo 2022 16:40 hrs.


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Ana Posas, Oficial de Agricultura de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

“La huerta para mí es vida, es newen, es fuerza. En ella crece mi semilla, la semilla que heredé y eso es muy importante”. La frase es de Felicinda del Carmen Ligays Flores, la sexta hija de 13 hermanos que crecieron en la ribera del Queuco, en Alto Biobío. De niña, aprendió a sembrar y a guardar las semillas, y hoy es una de las cuidadoras del patrimonio genético vegetal de Chile, labor fundamental que lideran muchas mujeres en el país.

Según estimaciones de la Fundación Biodiversidad Alimentaria, en la región de La Araucanía se siembran cerca de 190 variedades de semillas tradicionales de especies como el poroto, tomate, trigo y zapallo, entre otras. Lamentablemente, alrededor de 60 especies se encuentran escasamente (32%) y cerca de 92 tipos de semillas se consideran en riesgo de desaparecer (48%).

Para hacer frente a esta pérdida de biodiversidad agrícola y cultural, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), está implementando la Red de Sistemas Importantes de Patrimonio Agrícola Nacional (Red SIPAN Chile).

Esta iniciativa de rescate patrimonial es impulsada por el Ministerio de Agricultura de Chile, con financiamiento del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y, entre otras acciones, apoya a 596 productores -417 mujeres- que cultivan la Huerta Familiar Biodiversa en las comunas de Lonquimay, Melipeuco, Alto Biobío y Curarrehue.

A través de la Huerta Familiar Biodiversa, se busca caracterizar y proteger especies tradicionales como la kinwa (quínoa), el poroto, el maíz, los ajíes, la papa chira o topinambur, la chalota, la lechuga, el zapallo y el nabo (collocho o mapucol). Esto, con el fin de resguardar la agrobiodiversidad, la pertenencia cultural, los conocimientos y las prácticas productivas tradicionales de las comunidades rurales, las cuales representan a diversos pueblos originarios.

Si bien toda la familia participa en el cuidado de la huerta, las mujeres tienen un rol clave en su preservación, pues toman decisiones, mantienen y cuidan la huerta, saben dónde está cada cultivo y planta; son quienes sacan las semillas y las conservan temporada tras temporada, manejando los ciclos lunares y las fechas de siembra.

El conocimiento ancestral de estas mujeres cuidadoras de semillas ha sido fundamental para que en Red SIPAN se hayan implementado cinco huertos semilleros que contienen veintidós variedades características de la huerta biodiversa mapuche pehuenche. Su existencia tiene el propósito de conservarlas y compartirlas con la comunidad, a través del acto del trafkintü –que implica compartir, diversificar, adquirir y conservar la semilla tradicional-. De esa manera, estas semillas están regresando a localidades en las cuales se habían perdido, un intercambio vital para su conservación a futuro.

A pesar del paso del tiempo y de los embates del cambio climático, muchas comunidades han logrado ingeniosas adaptaciones en sus medios de subsistencia. Iniciativas como la que estamos impulsando junto a SIPAN Chile y con fondos del GEF, nos recuerdan en esta semana en la cual conmemoramos al Día de la Mujer, la importancia del desarrollo colectivo sobre la base de los saberes locales, la promoción del respeto y del resguardo de prácticas ancestrales, y el rol de estas tremendas mujeres en la recuperación de la agrobiodiversidad. Innovar respetando nuestro patrimonio ancestral y femenino es posible.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.